Kivi es un pajarito verde y amarillo brillante. Es un ave tropical, un inseparable. Kivi despertó una linda mañana de primavera en su bonita jaula y como siempre hacía fue a desayunar de la manita de la pequeña Melisa.

     Estaba picoteando de aquí y de allá  fuera de la jaula, cuando descubrió una rendija abierta en la ventana del jardín. Vió a los alegres gorrioncillos jugando inquietos , sin pensarlo salió por la ventana y los persiguió de árbol en árbol.

     Kivi comió de aquellas semillitas negras que corrían por el suelo en fila india y bebió de los charquitos de lluvia como sus nuevos amigos. LLegó la noche y todos se fueron a dormir a sus nidos con sus familias. Todos menos Kivi, que se quedó acurrucado con mucho frío, en una rama acordándose de su acogedora jaulita y de las cálidas manos de Melisa.

     A la mañana siguiente, Kivi tenía un terrible dolor de tripita por lo que había comido el día anterior y sus amiguitos decidieron ayudarle a regresar llevándole hasta su jardín, pues Kivi era aun pequeño y no podía volver solo.

     Entró por la ventana y se metió en su jaula acurrucándose en su nido. Melisa había estado muy preocupada y cuando vió a Kivi tan enfermito se pasó días cuidándole y mimándole.

     Por fin nuestro pollito se recuperó y volvió a volar como antes, eso sí, con mucho cuidado de no alejarse, no comer, ni beber nada, pues era un pajarito tropical que necesitaba comida especial.

     Kivi aprendió  la lección. Ya tendrá tiempo de curiosear e investigar cuando crezca un poquito más. Por ahora se quedará cerquita de Melisa y de su querida casita . Aun es pequeño y ser valiente es saber esperar para hacer las cosas bien desde el principio.