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La esperaba y no llegaba

Raquel y Genoveva nacieron muy cerca la una de la otra eran hijas únicas y crecieron como hermanas,
moceaban juntas.
Un dí­a, Genoveva conoció a un chico se casó y se fue a vivir con su esposo a Washington.
Raquel también contrajo matrimonio.
Ellas aunque estaban en paí­ses diferentes, seguían en contacto; siempre se habí­an contado sus secretos y lo seguí­an haciendo.
Raquel no era feliz, así­ que terminó por separarse. Genoveva la llamaba por teléfono para
darle ánimo, veí­a que estaba triste y la invitó para que se fuera una temporada con ella.
Empezó a hacer los preparativos del viaje, llamó
a su amiga y la puso al corriente de su llegada.
Su hijo la dejó en el aeropuerto y tomó el vuelo para Madrid allí­ enlanzar con otro avión, pero cuando llegó se le complicaron las cosas, la mandaron a Inglaterra.
Allí­ se vio perdida no sabía inglés sólo francés.
De pronto se fijó en un joven africano, pensó que podrí­a hablar francés, efectivamente la pudo ayudar, él también hablaba inglés.
Conectó con la azafata y después de muchos ruegos la pudieron meter en otro vuelo, pero no la inscribieron en la lista de pasajeros.
Tomó rumbo a Washington.
Genoveva la esperaba con su ramo de flores para obsequiarla.
Todos los vuelos llegaban y Raquel no aparecí­a, preguntaban a las compañías y no figuraba en ningún vuelo Genoveva preocupada pensó en un secuestro y se fue a la policí­a, para que indagaran, la llamaban al móvil
estaba desconectado.
Los hijos de Raquel preguntaban por su madre todos preocupados.
Genoveva se fue a su casa y no paraba de llamar a todos los sitios por teléfono.
Mientras Raquel llegó a Washington y se vio sola otra vez con el mismo problema el idioma.
De pronto vio bajar de un avión a un opuesto piloto se le acerca y le dice la única palabra que sabí­a de inglés (hello) el joven le dice en su poquito español que sabí­a ¿española? Raquel le explicó lo que le sucedí­a,él muy amable la llevó a recepción y empezó a llamar por teléfono a la casa de Genoveva pero no paraban de comunicar.
Una de esas veces que lo volvieron a intentar, pudo ponerse en contacto con Genoveva, ella sintió
una alegrí­a inmensa al ver que Raquel estaba bien.
Le dijo que no se fuera del aeropuerto que pronto la recogerí­a.
No pudo llevarles las flores pues se habí­an marchitado, pero no le importaba lo principal era que a Raquel no le habí­a pasado nada.
Pasó tres meses inolvidables que era lo máximo que podí­a quedarse.
Le enseñaron cosas maravillosas, jamás hubiera pensado verlas.
A su recreso tuvo más suerte, Washington Parí­s hasta Alicante, terminó el viaje feliz ya tení­a cosas para contar a sus hijos.
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
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