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Categoría: Fábulas

La estrella Steleta

Cuando anochece las estrellas salen al firmamento.
En todos los planetas de todas las recónditas galaxias ellas tienen su morada, por las mañanas ellas duermen y moran, al ir ya poniendo fin el dia ellas se despiertan y se empiezan a engalanar con sus mejores galas, son muy coquetas!.
Se peinan su destelleante pelo plateado, se pintan de purpurina brillante su carita redondita, todas quieren ser las más bellas.
Esta noche de otoño se presenta fresquita pero ellas ya están listas para salir de forma majestuosa...
Todas se situan en su lugar, en el lugar donde nacieron hace millones de años, y donde ellas dejarán de existir...
La Luna que les dió la vida, observa de forma cariñosa su colocación, ella las distribuyó por el firmamento de forma caprichosa y a su antojo, las mima y las cuida, las quiere con el amor más sincero, el amor de no pedir contrapartida, el amor más puro...
-¡Un momento!- dijo la Luna con sorpresa.
-¿Donde está Steleta?,¡no está en su lugar!-preguntó a todas las estrellas de su alrededor.
-No sabemos donde está, no la hemos visto salir hoy- respondieron extrañadas las estrellas.
-¿No oís?,si, escuchad con atención...- les dijo la Luna atónita.
Todas agudizaron los sentidos, y allá a lo lejos a años luz se oían sollozos.
Steleta lloraba de forma desconsolada...
-¿Que te sucede Steleta?, ¿porqué de tus llantos?- le preguntó la Luna con todo su cariño.
-Nadie me mira a mi- dijo entre sollozos Steleta.
-Nadie se fija en mi- hablaba con amargura y tristeza.
-¿Como dices? ¿a que te refieres?, no digas sandeces, ¡claro que te miran!- la Luna le reprochó de forma enérgica.
-¡Que no!, la gente cuando se hace de noche mira el firmamento y se maravilla de las estrellas que brillan más, les gusta ver las estrellas más grandes y brillantes. Yo soy pequeñita y nadie se fija en mi.- volvió a sollozar Steleta con más desesperación.
-Steleta, Steleta..- con voz dulce la Luna intentaba tranquilizar a la cada vez más desesperada Steleta.
-Vamos a ver...- siguió hablando con dulcura la Luna. -Escúchame un momento, no por tener más tamaño...o mejor posición en el firmamento se van a fijar más en ti. No por lucirte más vas a ser la más bella, no por pavonearte más vas a ser la más admirada.
Steleta empezó a escuchar con atención a la Luna.
-Mira Steleta, en nuestro interior hay algo tan hermoso y tan bello, algo tan grande y de fuerza tan sublime que desborda todos los sentidos.-
La Luna al percatarse que Steleta le seguía con suma atención prosiguió con el cariño más profundo.
- Esa majestuosidad de nuestro interior sólo la podemos transmitir y exteriorizar nosotros, sólo con nuestra voluntad, sólo con la pureza de nuestra esencia..., expande ese don, la fe en ti, en tú ser, en ese flujo vital que posees y verás que a pesar de ser la más pequeñita...eres la que transmite más, y serás la más admirada de todas las estrellas del firmamento.
Steleta dejó de llorar y miró a la Luna secándose las lágrimas.
- Si, mi Steleta- prosiguió la Luna con la dulzura más maravillosa. - Ves con ellas, ves con todas, muéstrate tal como eres, fluye, haz fluir tu ser...
El diálogo de los dos astros prosiguió toda la noche. Al anochecer siguiente, las estrellas se preparaban para salir, cada una se situó en el lugar de cada noche. La Luna estaba radiante, e irradiaba una mágica blancura especial, el mar reflejaba su vestido largo de cola...
Steleta se colocó en el lugar que durante millones de siglos había ocupado, pero algo era diferente, su presencia era magnánima, era algo indescriptible, todo el firmamento se cargó de algo tan bello..., todas las estrellas se fijaron en Steleta.
Una pareja de enamorados abrazados paseando por la orilla del mar fijaron su atención en Steleta, les recorrio tal pureza de amor que quisieron eternizar aquel momento y nunca salir de el.
Todo ser se fijó en la pequeña Steleta aquella noche y todas las noches por siempre...
Ella era tan feliz..., feliz de ser feliz, feliz de ver a todos felices, de irradiar la grandeza de su ser, de dar sin esperar recibir, de dar el amor más puro y sincero.
Steleta miró la Luna con eterno amor y agradecimiento, y pudo comprender que ella tenia el derecho y la obligación de estar ahí de sentir y hacer sentir. De brillar como nunca una estrella brilló.

Un beso nacido de la profundidad de mi ser, mi alma.

Delfy.
Datos del Cuento
  • Autor: Delfy
  • Código: 11910
  • Fecha: 26-11-2004
  • Categoría: Fábulas
  • Media: 5.32
  • Votos: 72
  • Envios: 8
  • Lecturas: 2386
  • Valoración:
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