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La habitacion de la fantasia

Sofia, vivía con sus abuelos Juan y María en una casa muy grande a las afueras de la ciudad

. Allí tenia un bonito jardin, un huerto, conejos, gallinas y patos. 

Al llegar del colegio, le gustaba jugar con los animales y cuando estaba muy cansada de saltar y brincar, se recostaba en el cesped dejandose acariciar por la suave brisa que la primavera traia consigo. A veces, se quedaba muy quieta y callada intentando escuchar el sonido que hacia la hierba al crecer. Era feliz.

Sus abuelos la querían y mimaban, quizás, demasiado, pero claro, es lo que tienen los abuelos. Por las noches, dejaba descansar su cabecita en el regazo de su abuelo Juan mientras este, acariciaba los preciosos rizos de su cabello hasta quedarse dormida. Después, su abuela María, la tomaba en sus brazos y la llevaba hasta su cama y con un beso en la frente le decía con voz dulce: "Mi princesa, hasta mañana".

Había algo que a Sofía la tenia intrigada. Sus abuelos nunca la regañaban, ni la castigaban, lo único que su abuelo Juan le tenia terminantemente prohibido era entrar en la habitación de la buhardilla.

Un buen día, Sofia se encontraba jugando en el interior de la casa. Fuera hacia calor y no apetecía estar al Sol. Sus abuelos estaban en el huerto de la parte trasera de la casa regando, en otras ocasiones Sofia los ayudaba pero aquel día prefirió quedarse dentro. 
Tenia una pelotita rosa con la que se entretenía a tirarla y salir corriendo tras ella. La pelota botaba y botaba y ella saltaba y reia. De repente en un bote, la pelota fue tan alto que subió muy arriba, tan arriba, que rebotó en el techo, esta salió despedida de tal forma que casi golpea a Sofía en la cabeza. Sofia en un brusco movimiento consiguió evitarla.  
Mientras intentaba recoger la pelota, que seguia botando de un sitio a otro caprichosamente, escuchó algo, un fuerte golpe que provenia de la buhardilla que la dejó petrificada.

Muerta de miedo e intentando no acordarse de las advertencias de su abuelo Juan, Sofia subió los peldaños de las angostas escaleras lenta y cadenciosamente,  uno a uno. En varias ocasiones pensó darse la vuelta pero la curiosidad era muy fuerte. 

Llegó hasta la puerta y acercó la oreja a la misma. Silencio. No se oia absolutamente nada. Acerco su manita temblorosa al pomo y despacio, lo giró poco a poco. La puerta comenzó a abrirse muy despacio con un rechinar que a Sofia no le gustó demasiado. Dentro no se veia absolutamente nada. Primero un pie, despues el otro... estaba dentro. La puerta se cerró de forma brusca tras de si con un fuerte y violento golpe que sobresaltó a Sofía. 

Intentó calmarse y palpando con su pequeña manita las paredes encontró lo que parecia ser un interruptor que accionó rapidamente....

No podía creer lo que se abría ante sus ojos, cientos de libros apilados en estanterías rodeaban la habitación de pared a pared y desde el suelo al techo. Al principio pensó:

 - "Vaya cosa. ¿Por esto no queria mi abuelo que entrase aquí?"

Se acercó a una de las estanterías y cogió un libro, la cubierta estaba llena de polvo y se notaba antiguo. "La Isla del Tesoro". Sofía paso las páginas intentando encontrar algún dibujo, precisamente a ella, leer no era algo que le gustase demasiado. Al no encontrar nada que le gustase lo puso de nuevo en su sitio.

Comenzó a coger un libro y otro y otro. Procuraba colocarlos exactamente como los encontraba para que su abuelo Juan no sospechase. Pero algo pasó. Al colocar último libro que cogío, "Peter Pan" de nuevo se escuchó el brusco golpe pero esta vez lo notó cerca, muy cerca, tan cerca que el vello de la nuca se le erizó . Sofia dió un brinco hacia atras con tan mala suerte que tropezo con una estanteria situada en el centro de la estancia. Sofía cayo al suelo y la estanteria comenzo a balancearse adelante y atras. Rapidamente Sofia intento sujetarla pero no tenia fuerza suficiente y la estanteria cayó al suelo bruscamente.

     - "¡Madre mía, como se entere mi abuelo!" Pensó Sofia.

Ni corta ni perezosa se dispuso a organizar el desorden. Con mucho, muchísimo trabajo puso derecha la estanteria, colocó una silla para poder llegar a los lugares mas altos y comenzó a coger un libro y otro para colocarlos en su sitio. Cada libro que cogia, lo hojeaba para comprobar que no habian sufrido ningún daño, al principio todo iba bien hasta que se encontró con una ilustración un tanto curiosa. 

    -"¡¿La caperucita roja colgada de una liana con Tarzan?!"

Miro la portada del libro para comprobar el título: "Tarzan". Cogió otro libro y hojeando las ilustraciones comprobó como Alicia ya no perseguia un conejo blanco si no que estaba dentro de la casita de chocolate de Hansel y Gretel y estos los vió en otro libro siendo perseguidos por los 40 ladrones de Alí Baba. Así libro tras libro todos los personajes de los cuentos habían cambiado de lugar, estaba todo desordenado, ninguno estaba en su libro.

    -"¡Dios Mio!, ¡¿pero que es lo que ha ocurrido aquí, ahora como arreglo     esto?!"

Estaba pensando como solucionar aquello cuando, de nuevo, sonó otra vez el ruido dentro de la habitación, si, aquel ruido que habia escuchado en otras dos ocasiones, pero esta vez, el el ruido venia acompañado de un quejido y sollozos. 

Sofia se levantó y empezo a buscar el origen del llanto. Cada vez el sonido se hacia mas cercano hasta que su vista reparó en un libro abierto caido en el suelo en cuya portada se leia "Peter Pan". Unas piernecitas asomaban por debajo del libro y se movian como intentando zafarse del peso que las oprimia. 

Sofia, temerosa pero decidida, levanto lentamente el libro y descubrio una personita pequeña, con alas a la espalda, orejitas puntiagudas y unos ojos enormes que la miraban curiosos de arriba a abajo. Vestia unos pantaloncitos verdes hasta la rodilla y llevaba un pequeño gorrito en forma de campanilla hacia abajo de color blanco.

Con una voz pequeña, muy pequeña dijo:

    - "Gracias, pensaba que no podria salir de ahí"

Sofia no sabia que hacer ni que decir, su tez se habia tornado blanca y sus piernas casi no podian sostenerla.

    -"¿Estas bien?" preguntó aquel extraño ser

    -"Si" respondió Sofia "¿Quien eres"? preguntó

    - "Soy Arthael, el guardian de los libros. Llevo en esta buhardilla muchos     años protegiendo las historias y cuentos que desgraciadamente cada vez     mas    estan cayendo en el olvido. Antes se leia mas. Ahora con la televisión,     los ordenadores, la radio, estas historias ya no se leen y podrian     desaparecer."

    "¿A ti te gusta leer?"

Sofia se quedó pensativa y respondio timidamente:

    - "Pues no demasiado, nunca me ha interesado la lectura, solo me gustaban     las ilustraciones de los libros y así, viendolas, me imaginaba la historia."

Arthael frunció el entrecejo y se dió media vuelta dándole la espalda.

    - "¿Que pasa?" Preguntó Sofia

    - "Por gente como tu se perderán los cuentos y todos los personajes de estos     desapareceran en el olvido para siempre. ¿¡No te das cuenta!?. Además,     ¡¿Que es todo este desastre?!"

Sofia le contó todo lo ocurrido y Arthael le propuso un trato. Arthael ayudaria a Sofia a arreglar todo el entuerto y a colocar los personajes de los cuentos en sus correspondientes lugares si ella prometia leer todos los dias un poco antes de acostarse.

Y así fue. A partir de ese día, Sofia leyó cada noche antes de acostarse para que los personajes de los cuentos no desapareciesen jamas.




                                                                                                                                                   Rafi Posadas

Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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