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La inocencia de un cumpleañero

Hoy debería ser un día diferente para mí por ser mi cumpleaños, pero lamentablemente la visita al psicólogo del colegio lo daña totalmente. En verdad cuando incendie el colegio no pensaba incendiar también a la sociedad de padres y representantes, no tenia ninguna mala intención, solo era contra los profesores.
Busque por horas el cuarto del psicólogo y cuando lo encontré vi que valió la pena incendiar el colegio. No era un psicólogo sino una bella y voluptuosa psicóloga la que me esperaba con un cómodo diván.
Comencé por saludarle y a revisar cada rincón de su oficina hasta que sin querer rompí uno de sus premios. No sé por que la psicóloga la tomó conmigo y se exaspero tanto si en verdad rompí sin querer ese tal “Nóbel”.
Después de un rato de insultos y ya cansado de escucharla, simplemente me acosté en el diván y comencé a contarle lo que me sucedió en el día de ayer.
“Ayer fue un día como cualquier otro: me levanté desesperadamente por que el despertador había sonado hace una hora y yo todavía no estaba listo para ir a clases; Ya llevaba dos horas de retraso cuando pase la calle y llegue al colegio. Llegue justo para la clase de laboratorio de biología.
La primera hora de clase fue la mas entretenida, al profesor de biología se le quemó la bata tanto que rodó por todo el piso pidiendo a gritos que alguien lo ayudara a apagar el fuego. No sé por que el muy desgraciado la agarro conmigo si pateándolo yo pretendía ayudarlo y lo del litro de gas que se me cayo encima de su cuerpo fue sin ninguna mal intención.
Luego de esa clase la mañana se puso un poco pésima; me perdí de la caída del profesor de química en la que se rompió el cuello por estar pendiente de la niña a la que diluí cianuro en el refresco.
El día mejoro un poco cuando me suspendieron de clases por colocar una rata muerta en una repugnante hamburguesa de la cantina. No entiendo por que el niño estaba con la cara morada si solo le faltaba un pequeño pedazo parad quedar satisfecho.
Al pensar que hacer, me di cuenta que caminar hasta mi casa no era una opción, así que simplemente tome el primer auto que encontré en el estacionamiento.
El auto del director era más cómodo de lo que pensaba, lastima que no quedo nada cuando lo choque en la esquina del colegio, pero en realidad nadie se dio cuenta de que yo estaba allí hasta que probé la pistola de uno de los policías que estaban en el lugar del choque.
No entiendo por que los muy desgraciados policías me llevaron preso, si ese tipo ensangrentado se lanzó del edificio por sí solo.
Al montarme en una camioneta gigante de la policía me encontré con un montón de personas chéveres, pero habían algunos que creían que estaba enfermo por que a cada rato me ofrecían aspirinas que los ponía más chéveres aun y me decían que esto me iba a hacer mucho bien, pero yo les dije que en verdad yo no me sentía mal.
Al llegar a la comisaría, creo que los policías tenían mucho calor por que les daban la ropa a los tipos que tenían las armas. Un tipo que llevaba unas maticas de orégano que fumaba me dijo que me podía ir, por que ya ellos no me podían hacer nada.
Lo único que me extraño fue ese estruendoso sonido y el exceso de fuego que salía de la comisaría después de haber lanzado una granada de juguete que había encontrado allí.
Caminando hacia mi casa, me di cuenta que se hacia de noche y casualidad que pasando frente a un banco, vi a mi papá saliendo de allí con varios amigos y cada uno llevaba unas mascaras muy bonitas; Le pedí la cola pero me dijo que estaba apurado así que no me dio mas opción que seguir caminando.
Ya llegada la noche, llegué a mi casa, salude a mi mama y al amigo de ella que estaba desnudo en la cama. Cuando le pasé el látigo que me pidió, me dijo que fuera a ver a mi hermanito por que al parecer le habían golpeado en el fútbol. Le pregunte como lo sabia y ella me dijo que lo encontró sobandose fuertemente allí.”
La psicóloga que en verdad no me había prestado atención, no me dejó terminar el relato, sino que simplemente me golpeó en la mano y me botó de la oficina. No sé por que me insultó si la había golpeado en el trasero por que en verdad creí que tenia una mosca.
Cuando salí de la oficina de la psicóloga, había una fiesta muy buena por los pasillos del colegio, pero en verdad no sabría decir si era de navidad o de carnaval ya que los alumnos llevaban una pistolitas de agua que sonaban muy fuerte. Me quise unir a la diversión pero ninguno de los que portaba pistola me la quiso prestar, aunque le pude quitar una a un muchacho que estaba con una gran mancha de tomate en el pecho. Me aburrí al rato al ver que nadie mas se levantaba a jugar conmigo.
Me quise terminar de ir pero de nuevo me agarraron los policías que estaban fuera del colegio, aunque esta vez me metieron en un camión mucho mas grande que tenia todo tipo de pistolitas de agua y de laticas de refresco. Me robé algunas laticas y al quitarle a una un arito que tenia, se me cayó y rodó hasta donde estaban algunos policías. Me gusto mucho esos policías por que eran magos; Luego de que se me cayo la latica, se escondieron en una nube de humo y no apareció mas que unos pedazos de carne. En verdad me pareció muy bueno el truco.
Como mi casa queda al otro lado de un hospital y en ese momento no quería caminar mucho, decidí pasar por el hospital para llegar más rápido. Me alegre mucho al llegar allí ya que vi a varios de mis amigos, pero lo que más me extraño fue verlos escondidos bajo una sabana blanca. Me prepare para que todos me sorprendieran y me desearan un feliz cumpleaños, pero no se movían. Me fui de allí insultándolos por haber olvidado mi cumpleaños.
Al llegar a mi casa vi a mi mama con toda la cara moreteada. Le pregunte que le había pasado y me mando a callar y me dijo que no le llamara mama por que ella era virgen. Le pregunte a papa que pasaba pero no me respondió, solo me dijo que le ayudara a quitarse los guantes de boxeo.
Subí a mi habitación desilusionado. ¿Es posible que nadie haya recordado mi cumpleaños? La pregunta me dio vueltas en la cabeza hasta que encontré una un sobre con mi nombre al dorso. Creí por un momento que era una tarjeta de felicitación pero no era mas que un papel que decía algo de SIDA y de positivo.
Lo boté y el pensamiento de que no hubo alguien que haya recordado mi cumpleaños volvió a mi mente, aunque se me pasó un poco cuando note que mi gato tenia hambre y que los canarios de mi vecino se habían agotado, así que decidí buscar el pez de mi hermanito.
Al abrir la puerta de su cuarto me dio mucha alegría lo que vi: Era un pequeño papel con el dibujo de un regalo con mi nombre. Mi hermano me abrazó y me dijo que era lo único que me podía regalar. No había sentido tal emoción hasta este día. Le quería dar algo a cambio. Me revise los bolsillos y lo único que encontré era una latica de refresco de los policías. Se la di y le agradecí por haber recordado cumpleaños.
Al salir de la habitación la emoción de mi hermanito fue tal que en su habitación solo se escucho un ensordecedor sonido, aunque no se por que salía tanto fuego por debajo de la puerta.
Al llegar a mi habitación trate de recordar por que estaba tan triste este día... ¡ah si verdad, no se ve el canal porno!
Datos del Cuento
  • Autor: Dawarg
  • Código: 6835
  • Fecha: 29-01-2004
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 5.59
  • Votos: 75
  • Envios: 10
  • Lecturas: 3064
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