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La leyenda de la princesa imaginaria

Había una vez una princesa de un reino imaginario, rodeada de flores, cristales, árboles, y un verde de un paraíso imaginario, cuentan que esa princesa un buen día despertó de los sueños que le hicieron vivir, siempre rodeada de oro y gemas preciosas, entonces, ella, se dijo a si misma:
- Mi vida no es vida, por que no veo la luna, y las estrellas se me ocultan cuando mas las necesito.
Fue entonces que al abrir sus ojos de noche descubrió que la noche tenía la magia de saber de ella, y que al caer el sol su alma se liberaba; azorada por sus descubrimientos siguió escudriñando dentro de si misma, como tratando de encontrar, en algún lugar una razón mas valedera para ser ella misma, sin que los reyes le indicaran los caminos que debía a diario recorrer, y con quienes debía ella, por su condición de nobleza, pasar sus horas de soledad.
Esas horas de soledad, ella se sumergía en si misma, cerraba sus ojos y leía sus propios sueños, descubrió, en esos sueños, que había un mundo afuera de todo lo que ella había visto, así salió a caminar un buen día, cargaba en sus alforjas todos y cada uno de sus desmesurados sueños, así caminó... caminó... Y caminó...
Al cabo de un tiempo, donde solo ella paraba cuando el sol se ocultaba en la noche, espacio de tiempo en que se tiraba mirando el cielo y respetando la magnitud y el silencio del cielo soñaba, sin saber bien en que, o por que tenía esos sueños, pasó cerca de una flor, y admiró su belleza, y se sentó a ver la flor, acercándose mas para poder admirar tanta belleza, que ella jamás había podido admirar en el reino de sus progenitores, la flor tenía brillo propio, y vio que en determinados momentos sus ojos adquirían estrellas refulgentes, entonces, pensó:
- Por que mágico poder esta flor brilla, y mis ojos tienen estrellas, si no estoy llorando?
Pensó, entonces, que aún era territorio del sol esa parte del día, pero no sentía el calor del febo, pero tampoco tenía frío, fue entonces que levantó su vista al cielo, y descubrió que su cara se mojaba, y sus ojos adquirían mas aprisa esas estrellas, así la bella princesa descubrió a su mejor compañera a partir de ese día: la LLUVIA.-
Cuando hubo acabado el aguacero, y el sol secó sus prendas volvió a emprender su camino, llevándose esa flor que tanto la había cautivado, la llamo la LUZ DE CRISTAL, la cual sería otra de sus fieles compañeras a los largo de su derrotero caminar en pos de descubrir el mundo que nunca le habían mostrado, el mundo del cual la había sobreprotegido los monarcas de su reino de delirios y locuras sin fin.
Había días en que la princesa se sentía cansada de su largo caminar, y aunque sus píes no le dolían sentía en si, había veces en que giraba su cabeza y rememoraba los años pasados en el reino del revés, entonces sus ojos arrojaban alguna lágrima y ella las secaba, volvía a girar y seguía su peregrinar, siempre preguntándose que era lo que le llevaba a seguir en pos de esa aventura de vida.
Así fue pasando por pueblos, donde los plebeyos admiraban su belleza, se inclinaban ante ella, y la colmaban de miles de obsequios, tratando de que ella regresara al reino; la bella princesa, se detenía, disfrutaba de esos momentos, calmaba su sed, su apetito, y después, sin despedirse, en silencio, antes de la salida del sol, volvía a encaminarse, siempre siguiendo algo... Algo? Es en ese momento en que se sienta a la sombra de un árbol cargado de frutos, custodiado por una serpiente adornada, la cual la miraba fijamente, como admirando no solo su belleza, sino también su inocencia.
La princesa se sentó, había aprendido que por su condición de noble, no le temía a nada, la serpiente, presurosa, se le acercó y le dijo:
- Oye, de donde vienes? Para adonde vas? Que es lo que buscas?
Esas preguntas repercutieron en la mente de la princesa, y realmente ella se preguntó absolutamente lo mismo que le preguntó la pícara serpiente, sin poder en su interior encontrar las respuestas, así pasó el día, llego la noche con sus estrellas, sintió hambre, y miro al árbol cargado de frutos, y recordó que sus padres siempre le dijeron que de los árboles custodiados por las serpientes jamás debería comer. Entonces su hambre creció, y creció, y la serpiente le dijo:
- Bella princesa, sientes hambre, come de este árbol y serás doblemente satisfecha.
Ella, le respondió a la serpiente:
- Como doblemente satisfecha?
La serpiente, entonces desplegó su astucia y rápidamente le replicó:
- Tu no sabes ni quien eres, ni donde vas, y mucho menos que es lo que quieres no? Pues bien al comer de este árbol conocerás en parte esas respuestas, y además verás que tus ojos verán las cosas como son en realidad.
La princesa sintió, entonces, la curiosidad por saber esas respuestas que la habían atormentado durante mucho tiempo, ahí descubrió que su interior siempre se había preguntado esas cosas, y que ella, ciega por sus pares, jamás había evacuado esos interrogantes. Entonces, tomó la fruta que mas a mano tenía y le pegó un mordiscón sin pensarlo dos veces siquiera, y así comió, comió hasta que el sueño le venció.
Cuando despertó de ese sueño, productor de su opípara comida, vio la noche, y en el firmamento un brillo singular, se quedó largo rato admirando ese objeto brillante, cautivada totalmente por el.
Así fue pasando la noche, y llegó el día, y descubrió que el árbol no estaba, y mucho menos la serpiente, entonces pensó que lo había soñado, y que tal vez ese brillo también era fruto de sus sueños, miró a su alrededor y vio, entonces, que todo tenía color, que todo tenía vida, que los insectos emitían sonidos y que los animales podían conversar con ella, y que le saludaban de una manera cordial, sin las formalidades que su rango principesco le conferían.
De repente recordó el objeto, y pensó donde era que estaba situado, así emprendió el camino siguiendo la ruta de ese objeto, pues pensó que en algún momento volvería a verlo, y estaría mas cerca de el.
En su caminar llegó a un arroyo cristalino, y bebió presurosa el agua, cuando hubiere acabado de hacerlo, la princesa pudo ver su rostro reflejado en el agua del arroyo, y pudo ver como peces multicolores le saludaban y le sonreían cómplices. Largo rato se quedo admirando tanta belleza en silencio... Hasta que unos sonidos de risitas a sus espaldas atrajeron su atención, giró sobre si misma, rodando en la hierba, y apoyando su cabeza en sus codos sonrió admirando a las ardillas como jugaban.
Las ardillas, pícaras, se le acercaron despacio, y haciéndole una reverencia burlona le dijeron:
- Oh! Bella princesa, vemos que tus ojos han aprendido a mirar las cosas desde el punto de la objetividad, y la realidad de tu mente.
La princesa azorada ante las palabras y los gestos de las graciosas ardillitas, sonrió y les dijo:
- que mundo es este?
Las ardillas dijeron:
- Este es tu mundo princesa, es el mundo donde las cosas caminan la gente ríe, el sol brilla, la noche tiene sus estrellas, y cada cosa tiene su tamaño, sin importar su procedencia o linaje.
Ahí la princesa descubrió que era real lo que las ardillas decían, las cosas tenían distinto tamaño, y nadie la reverenciaba ya, pensó entonces en el árbol, la serpiente y los frutos consumidos. Y recordó al objeto brillante, entonces preguntó:
- Dime diminuto ser sin linaje, que es el objeto que en la noche brilla de una manera muy especial sin ser la cautivante luna, y que me atrae de manera singular.
La ardilla mas chica le respondió:
- Ah! Princesa que nunca has visto mas allá de tu nariz, y hoy ves el horizonte y descubres nuevos caminos, y ese objeto del que hablas, esa es tu ESTRELLA POLAR, esa estrella marca tu camino, tu rumbo, y te llevará a conocer un mundo, un lugar y el amor.
La princesa atónita se quedó pensando largamente, no comprendía, amor? Que era eso? Jamás había oído hablar de el. Acaso era un lugar prohibido? Acaso era un reino? Entonces preguntó:
- Amor? Si puede tu responderme que es eso, puedo asegurarte la mitad de mi reino.
La ardilla rió a carcajadas, y burlonamente le dijo:
- Princesa del mundo del revés, no te das cuenta de que tu reino jamás existió? Que era una fábula? El amor? El amor es la vida niña, y la vida es amar, soñar, dormir y despertar en un lugar del planeta, donde los pensamientos se juntan con los sentimientos, y donde el tiempo no cuenta, sigue tu estrella polar y conocerás al amor de una manera muy especial. Pero solo una cosa he de decirte, el amor tiene facetas propias, vida propia, y no se maneja, el amor es locura, ambición, es necesidad, es placer, pero también es dolor, es llanto, es desesperación, y el amor, ten esto presente, nunca muere, por que el amor para morir no debe tener alma, y el alma nunca muere, amarás con el alma, y serás amada de igual manera.
De repente las dos ardillas salieron corriendo, sin dejar que la princesa pudiere repreguntarles cualquier cosa, así la princesa se quedó pensativa.
- Estrella polar. Pensó...
- Locura, ambición, placer, necesidad... Dolor, llanto, desesperación... y no muere... demasiado complicado para mi se dijo.
Aún así se sentó a esperar que llegara la estrella, ya que no recordaba en su atención prestada a las ardillas, cual era el camino que debía seguir, había perdido la noción de los tiempos.
De repente el cielo se oscureció, y la princesa sintió frío, por que no veía las estrellas, y por ende a su estrella polar ansiada, abrazo fuertemente a su flor, y se cobijó en si misma, tratando de no pensar en el miedo que parecía surgirle desde adentro, le inquietaban las palabras de las ardillas, le inquietaba el amor. La tormenta, entonces, arreció, y la lluvia fue demasiado fuerte para ella, así que se preocupó por su única compañera de viaje, su flor...
Pasada la tormenta vio las estrellas relucir, y vio su estrella polar, sin perder tiempo, como desesperada, comenzó a caminar, y pensó:
- El amor es desesperación, acaso estoy comenzando a conocer al amor???
Corrió toda la noche, hasta que cayó rendida de cansancio, y entonces durmió. Al despertarse vio a un joven mirándola, y ella presurosa le preguntó:
- Tu eres el amor?
El Joven, admirando la belleza de la princesa, le respondió:
- El amor soy yo.
La Princesa entonces se arrojó en brazos del joven y entrego su mente a el. Así pasaron los días, las noches, y por las noches ella miraba su estrella polar y pensaba en las palabras de las ardillas, y se decía a si misma que solo conocía el dolor, no había placer, y menos desesperación, había perdido esas ganas. Así en la mañana la princesa antes de que todos despierten recomenzó su peregrinar. Caminó siguiendo la ruta que le indicaba la estrella, así llegó a el mar...
El aroma del agua salada inundó sus pulmones, la brisa alisó su cabello de oro, sacando sus rizos, se sentó en la arena, y meditó sobre la inmensidad de ese espejo de agua azulada, sobre la grandeza de la vida, y pensó en las palabras de las ardillas, y mientras oteaba el horizonte descubrió un velero, viejo y cansino ese velero se acercaba a las playas, y entonces recordó que no sabía cuanto hacía que había visto a alguien, ni cuanto hacía que no hablaba, así que trazó mentalmente la ruta del velero y se encamino presurosa, desesperadamente hacía donde se dirigía el velero.
- Desesperadamente pensó... El amor? No. Ella había conocido el amor, y el amor a ella solo le había dolido.
Aún así ella siguió corriendo, sintiendo que su pecho estallaba por alguna extraña razón, razón que, por supuesto, no entendía.
Así la noche cayó cuando llegó al velero atracado, se sentó a admirarlo, esperó pacientemente, y de repente, mientras miraba el velero, vio a un hombre mirando el cielo, corrió hasta el, y le dijo:
- Si me dices que miras con tanta magnificencia y éxtasis te regalo mi reino.
El hombre casi sin dejar de mirar sus ojos le dijo:
- Mi niña, la vida no es regalar reinos, sino crearlos, y para crear tu propio reino debes adquirir ante todo la pureza. Y miró esa estrella polar que algún día he de alcanzar.
La princesa se sorprendió al ver que un hombre podía buscar las mismas cosas que ella, aun viendo que ese hombre era ya un viejo lobo de mar, con la piel curtida por miles de aventuras dignas de un libro fabulesco. Ella presurosa se sentó a su lado, y sintió algo, se preguntó que era, era la NECESIDAD.
- Necesidad? Era una palabra nueva, que podía ella, que todo había tenido en bandejas de oro, de un hombre colmado de aventuras, de historias escabrosas, o de sueños de delirios?
Largo rato se quedaron en silencio, ambos mirando lo mismo, sin emitir sonido, en la noche solo ese silencio lo quebraban el sonido de la respiración de ambos, que, acaso por mera coincidencia, era al unísono. Así se quedaron hasta que el amaneces los sorprendió, sin querer abrazados, en silencio, sin mas movimiento que el bambolear del velero con la marea. De repente ella abrió sus ojos, y vio que había despertado, tal como las ardillas le habían dicho que era la vida, acaso ese era el amor esperado, con todos estos elementos, la princesa trató de ver mas allá del horizonte, y vio que no podía, que había nubarrones que le impedían poder satisfacer la necesidad imperiosa de poder ver ese horizonte, de tratar de saber exactamente donde estaba ubicada, en que lugar del planeta, y donde era que quedaba ese lugar del mundo, del que ella ya no quería salir. De repente se sintió sola, buscó el velero, y este no estaba, miro, corrió, gritó, lo llamó... Llamarlo??? Con que nombre??? Con que motivo???
- Acaso el amor viene y se va, preguntó.
- O acaso al amor se le debe retener, atar, amordazar???
- El amor no se maneja, recordó.
Sintió dolor, mucho dolor, y recordó nuevamente las palabras de las ardillas, y deseó incansablemente que ellas estuvieran ahí, para poder evacuar esos interrogantes que se le planteaban. Recordó también que las ardillas le habían dicho que el amor era dolor...
Casi sin darse cuenta despertó, y se dio cuenta de que estaba soñando, que ese lobo de mar estaba ahí, y que navegaban en el velero, bajo una noche de estrellas, con mar calmo; El hombre de mar, la miraba en silencio, fijamente a los ojos, y descubrió que no hablaban, pero ella entendía cada una de las palabras que el quería decirle, y ella hacía lo mismo, le hablaba con la mirada, y no era por pereza, era por la conjunción de dos almas.
- Se ama con el alma dijo, recordando a las ardillas.
Así pasaron minutos, horas, días... Y llegaron a una isla en medio de un mar gris, ella miraba todo en derredor, todo parecía como en su mundo anterior, todo era gris, ahí descubrió cual era su vida antes, y entonces decidió mirar con los ojos del lobo de mar, y vio todo de una manera en que lo podía aceptar, solo le importaba esa presencia magnifica, imponente que le daba una seguridad de si misma que nunca antes había tenido, ella lograba mirar dentro de si misma, y podía hacer correr las horas de su reloj natural, ella había aprendido a empezar a conocer al amor. Ahí recordó a la serpiente del árbol, recordó sus palabras primeras “Tú no sabes quien eres, ni donde vas, ni lo que buscaba...”
- Pues, primer punto aclarado, se quien soy, pensó.
- Donde voy? Que busco??? Se preguntó, puedo ver algo, puedo ver las equivocaciones mías, primero, las de los demás después, y busco al amor, tercer punto aclarado, musitó...
El tercer punto se le complicaba bastante, debía comprender los porqué de sus acciones para poder saber que la llevaba y hacía adonde la llevaba. Pensó largamente, miró en derredor, miró su interior, miró el cielo, que ahora era azul, y nada... No lograba encontrar que era lo que la llevaba a ese derrotero continuo de desesperaciones, solo podía saber que la desesperación era amor, era parte del amor, que había buscado al amor, y que lo había encontrado, pero aún debía saber adonde iba, entonces miró a los ojos de ese hombre taciturno, callado, y de repente se dio cuenta de que era locuaz el hombre, y miró a los ojos oscuros, y se dijo:
- Voy tras una quimera, o una utopía, el mar cambia de colores, el cielo también, pues será que la vida y e amor también lo hacen... Pero entonces las ardillas eran sabias, por que jamás le dijeron que el amor cambiaba (pero para mal de males de su retórica explayada tampoco le habían dicho que no cambiaba) Será entonces que el amor puede tener facetas diferentes según el estado del alma, se asocia al alma, por que se siente con el alma, filosofó baratamente.
Una quimera... Creación imaginaria del espíritu tomada como realidad, pero... este amor era real, podía tocarlo, podía sentirlo....
- Sentirlo??? Placer... Recordó...
Una vez mas su vida se veía de una manera diferente, sentía dolor, sentía desesperación, sentía placer, sentía necesidad de esa mirada etrusca, de ese lobo de mar...
- El amor tiene muchas cosas mas, el amor tiene vida propia, y mayormente es inmortal, el amor es algo que no siempre se encuentra, pues nadie sabe donde está, ni donde vive, ni de donde viene, ni cuando es el momento de sentirlo, el amor vive a flor de piel, el amor no piensa, ejecuta. El amor es mirar sin hablar y decir muchas cosas, el amor es reflejarse en la mirada del otro, el amor es sentir la piel erizarse al simple tacto del aliento. Dijo el hombre, sin que ella hubiera preguntado.
- La vida se compone de elementos especiales, donde el amor juega su papel mas preponderante, el amor la mayoría de las veces duele, y otras pocas es un placer inmenso, si sabes manejar el amor, nunca dolerá. Agregó el hombre cabizbajo.
La princesa no salía de su asombro, nunca había siquiera escuchado esas palabras, jamás nadie le había hablado de esa manera tan especial, por ello pregunto:
- Quien eres??? De que mundo extraño y ajeno al mío vienes??? Por que apareces cuando la locura... Dijo y pensó (la locura, rememoró a las ardillas).
Y no pudo seguir, estalló en llanto abruptamente, y entonces gritó al cielo, y su estrella polar apareció, en medio del la tarde, le iluminó los ojos, y pudo ver esas estrellas, las que en seguida recordó, metió su mano en el bolso y sacó a su amiga Luz de Cristal, a quien casi había olvidado, y ella, ahí seguía, brillando, y esperando su momento. Ahí volvió a recordar que el amor era llanto también...
El hombre, pensativo, con la tranquilidad de un ser de mil años encima, le respondió suavemente, casi susurrándole las palabras al oído:
- Soy yo, el mismo que buscaste y encontraste esa noche bajo la caricia de tu mejor amiga... La lluvia... Vengo del mundo de tus quimeras, he recorrido los mares del mundo tras de ti, mi mundo??? Mi mundo es una simple utopía donde las coordenadas de mi encastre son imperfectas, tal como han sido las tuyas, ambos tenemos una amiga... La soledad... Y dicen los sabios que de dos soledades se hace una compañía.
Eso había sido ella, una mera quimera, hasta ese momento en que logró explayarse con el corazón, y ese hombre que miraba fijamente sus ojos de una manera especial, abrió su corazón, y le entregó su alma y vivencia, dándole una seguridad que nunca antes había sentido, dándole el apoyo que durante toda su vida a gritos había pedido, y que nadie, nunca nadie, había escuchado. Su vida tenía un motivo...

Dicen que la quimera fue un animal mitológico que aterrorizó Licia, y ella era en parte un animal que buscaba incansablemente algo que nunca había tenido a mano, o algo que nunca le dijeron que existía realmente, y que nadie le explicó como manejarlo.
Pero la quimera en si es un peso que se lleva sobre las espaldas como algo que no se descubrió jamás, ese peso que la princesa llevaba en sus espaldas, era meramente el amor dormido, un amor puro, lleno de pasiones, cargado de actos y caricias que deslumbraban a quien se le acercara, y que cuando esos seres extraños veían dejaban llamando a recato contra su locura. Ahí descubre que es capaz de pensar por si misma, que es un ser que siente, sufre, ríe y llora según sienta su alma, lo etéreo superaba lo físico, volvió a filosofar... Ahí abrió sus ojos, buscó los del lobo de mar, tomo su mano y le invitó a caminar siguiendo esa ruta que les marcaba la estrella polar, ya segura de que el amor era algo palpable, y que su corazón amaba... Recordó una vez mas a las ardillas, mágicos duendes que le mostraron el camino a la felicidad, recordó a la serpiente, y tuvo las satisfacciones de las que ella le había hablado, miro el cielo, gris, sintió la lluvia en su cara, y abrazó al hombre, y descubrió que ese hombre ya no era de un mundo utópico, sino de un mundo real, como ella, beso entonces sus canas, tomo su mano y salieron a recorrer el camino de regreso al reino donde las cosas eran al revés para tratar de mostrarle a los demás, que el amor, vence y va mas allá de la vida misma, solo debe amarse con el alma antes que con el cuerpo o el cerebro.
Así la princesa descubrió que ella realmente había aprendido, a respetar, amar y perdonar.
Datos del Cuento
  • Categoría: Fábulas
  • Media: 5.75
  • Votos: 102
  • Envios: 33
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Ana Maria Alcaine L.
invitado-Ana Maria Alcaine L. 21-04-2004 00:00:00

ESTE ES EL TIPO DE CUENTOS QUE ME GUSTA LEER. LO ENCUENTRO UN POCO LARGO, PERO SI UNO TIENE EL TIEMPO DISPONIBLE LO LEE CON GUSTO. ESPERO SEGUIR LEYENDO CUENTOS DE ESTA CALIDAD.

kelly guerrero
invitado-kelly guerrero 02-04-2004 00:00:00

primero que todo quiero decir que no soy una experta critica ni nada por el estilo, solo se que ese cuento llega al alma de quien lo lee, pues de una u otra forma todos estamos en continua busqueda de algo;ademas itene unas formas mui poeticas de ilustrar un sentimiento. Lastima que quien lo escrivio no muestre su identidad, aunque igual no lo necesita.....espero que algun dia lea mi comentario. GRACIAS POR DELEITARNOS CON TU OBRA.

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