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Categoría: Metáforas

La loca de la casa

¿Querés que te cuente que hice hoy? Até a la loca de la casa... ¿Cómo que quien es? ¿No la conocés? ¿Nunca jugaste con ella? ¡NO! Eso si que no te lo creo... vos sos un mentiroso... todos jugamos con la loca de la casa... al menos una vez.
Hoy estaba terrible, realmente insoportable... no me dejaba en paz... mientras volvía de mi viaje, en el micro, no me dejaba leer... me interrumpía a cada rato. ¡Pero que mal educada...!
- ¡Calláte! Le pedía yo.
Y ella seguía, dale que dale con la misma cantinela. A veces cambiaba las palabras, pero sus mensajes siempre rondaban lo mismo.
- ¡Calláte por favor, no sigas hablándome, dejáme leer!
Y ella seguía y seguía, siempre con lo mismo. Entonces la até. Porque yo sé lo que pasa. Siempre sucede lo mismo. La loca de la casa - pobrecita, yo la llamo así, pero su nombre verdadero es Imaginación - da manija, - como a esos autos viejos, muy viejos a los que había que dar manija para que el motor arranque... ¿Los conociste? Mi papá tenía uno así cuando yo era muy chiquita -; bueno, te contaba, cuando ella da manija, yo arranco, ¡Enciendo el motor, aprieto el acelerador, y zaz! Salgo disparada. Con ella al lado, claro, es mi copiloto. Y como toda acompañante me guía por caminos nuevos, que nunca me atrevería a recorrer por ser desconocidos.
Pero después viene el problema. Porque en algún lugar, siempre escondido, atento, esperando... sigiloso, está el zorro gris... - ¡ay!, viste que manía la mía de poner motes, su nombre verdadero es Realidad - y el zorro gris al fin detiene mi andar alocado, y me dice, con mucha seriedad:
- ¿Dónde va Usted? ¿No se da cuenta de la velocidad que lleva?
o Eh, Humm, no sé, estaba charlando con ella, no me di cuenta – le respondo –Siga, pero con cuidado, piense por donde va. Piense en lo que hace.
- Si, señor, tendré cuidado.
Pero no bien nos alejamos Imaginación aprieta el acelerador por mí. Y salgo disparada nuevamente. Sin hacerle caso a Realidad. Es tan lindo el camino, tan excitante el recorrido, y tan fantástico el lugar donde ella me prometió que llegaríamos.... que sigo adelante.
Hasta que choco. Me lastimo. Y lloro. Y me desilusiono, porque no llego donde ella me prometió tantas veces que llegaría. Entonces aparece Realidad, y... bueno, tiene razón pensándolo bien. Yo no le hice caso, así que me pone una multa. Si, siempre me ligo una multa. Y el precio es alto, muy alto. El precio es la Soledad, el sentimiento de Derrota.
Por lo tanto, hoy la até. Está ahí, al lado mío porque es mi compañera, mi amiga. No la voy a separar de mí. Pero la até. Para que no me moleste por un buen rato. ¡ Que tanto! ¡Que aprenda a comportarse!
¿No te parece que hice bien?
Datos del Cuento
  • Categoría: Metáforas
  • Media: 5.83
  • Votos: 60
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