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La madre de Zuck

-Iokai Satsu Shibumi-san-



Tengo el presentimiento de que hoy no llevaré a mi pequeño Zuck a beber agua fresca del lago. Quizá sea debido al instinto de madre; O tal vez sea por lo que llaman “instinto animal”. Estoy tan cansada...
Que extraño resulta verlo todo tan oscuro en plena mañana; sobre todo, con el día tan magnífico que lucía hace tan sólo unos minutos.

Estaba junto con Zuck, los dos acurrucaditos, cuando nos ha sorprendido la salida del sol y nos ha despertado. El, ha levantado su graciosa cabecita para ver amanecer, y creo que hoy, se ha dado cuenta por vez primera de la presencia de ésa gran bola que subía al cielo para luego bajar por el lado opuesto. Se refugiaba en mí, pero sin dejar de mirar al sol con curiosidad; Como si esperase alguna sorpresa, hasta que éste le ha cegado. Y después sacudía la cabeza, como para espantar su momentánea ceguera.

Creo que me quedaré aquí un ratito más. No importa que vengan Los Seres. Ahora estoy bien; no siento dolor como antes. Ya no me duele el cuello, ni tampoco siento la astilla que se me ha incrustado en el ojo al caer. Aunque sí noto la humedad en el cuello, y huelo un extraño olor dulzón. Pensándolo con detenimiento, la humedad la siento en toda la parte del cuerpo que tengo pegada al suelo. Debe de tratarse de éste liquido rojo que todo lo impregna.

¡Que valiente ha sido Zuck! Enseguida se ha dado cuenta de que venían Los Seres, y ha corrido a mi lado. Como hice yo aquella vez junto a mi madre; con la diferencia de que él, en ningún momento ha bajado el rabo. Parecía la llama blanca de una vela encendida. Y veloz, muy veloz. Ha crecido muy deprisa y lo he pasado tan bien en su compañía, que apenas lo he notado.

Yo estaba aterrorizada, pero me ha dado tiempo de pensar en su seguridad, y he dejado que me adelantase; para así, cuando no me viera, correr en la dirección opuesta. De ésta forma, llamaría la atención de Los Seres; y así él, mas lento que yo, podría escapar.





Mi madre se habría sentido orgullosa si hubiese visto mi carrera.
Creo que esta vez he corrido mejor que nunca. ¡Qué elegancia y qué saltos más espectaculares! Y la velocidad. En algunos momentos, he creído adelantar al mismísimo viento. Ha sido maravilloso.
Aunque, eso sí: tengo que reconocer que jamás terminé tan cansada como lo estoy ahora. Sé a ciencia cierta que es de día; pero el ojo que no tengo junto al suelo, y que es el único que ve, está observando pequeñas lucecitas que se asemejan a las estrellas. Descansaré un poco más, para después levantarme e irme caminando tranquilamente a buscar a Zuck; Ya debe estar empezando a preocuparse.

No me explico cómo, pero de alguna forma sé que si cruzas el río, los perros de Los Seres te pierden el rastro. Tampoco creo que corriendo me llegasen a alcanzar, pero son tan persistentes y molestos, que lo mejor es despistarlos. Así que después de estar dando saltos de un lado a otro para que Los Seres se fijasen en mí, y lograr que Zuck ganase terreno, decidí correr hacia el río. Tenía mucho miedo; pero eso no quita el hecho de que tuviera que pensar. Yo sé que el río es demasiado ancho para cruzarlo de un salto. Sobre todo si las piernas traseras se clavan en el barro de la orilla; Luego, debería buscar una roca para saltar sobre ella utilizándola de trampolín; y dándome todo el impulso del que fueran capaces mis piernas, intentar alcanzar la otra orilla. Los escandalosos perros jamás podrían cruzar al otro lado, y yo me habría marchado tranquilamente; caminando sin prisas, con mi rabo levantado, y posiblemente riéndome. Era un buen plan.

Decididamente, iba a utilizarlo. Además, ahora que lo pienso, era el único plan posible. Tenía la obligación de hacerlo si quería salvarme, y tan sólo tenía que encontrar una roca. Urgía una piedra. Un tronco. Una rama. ¡Algo! Los perros se acercaban peligrosamente mientras yo buscaba mi trampolín. Un trampolín a la vida; pero no lo encontraba. No encontraba nada desde donde tomar impulso y saltar al otro lado; Por encima del río, y también por encima de mis propios miedos y temores.

Entonces la vi. Rodeada de verde hierva, alzándose majestuosa sobre la maleza. La vi. Era blanca como la nieve. Lisa. Era la roca perfecta.
Tenía la altura justa para darme el impulso necesario; y además, penetraba un poco en el agua, con lo cual me hacía la distancia mas corta. Diríase que la habían puesto allí para mí. Que la razón de ser de toda la historia de la tierra, había sido crear esa roca y dejarla allí para cuando llegase el momento en el que yo tuviera que efectuar mi salto. La roca. La misma roca que ahora, se ve reflejada en mis ojos.





¿Dónde estará Zuck ahora?. Seguro que muy lejos; Es muy listo. Es un buen cervatillo y con el tiempo, seguramente se hará mas fuerte incluso que su padre. Será el jefe de su propia manada y tendrá una inmensa cornamenta, tan grande como las ramas un de árbol. En los inviernos subirá a las montañas; levantará su gran cabeza; Estirará su imponente cuello dirigiéndose al valle, y hará oír su voz estridente y atronadora, como el choque de dos montañas. Y la llevará el viento. Y su eco se oirá de desfiladero en desfiladero. Y de valle en valle. Y de monte en monte. Y de bosque en bosque. Y todos los animales de la tierra sabrán que El Gran Zuck está aquí. Y le rendirán pleitesía como el rey de los ciervos que será.
El eco de su voz... El eco... El eco... pero... creo que estoy soñando despierta, Quizá esté delirando. No debo quedarme dormida. Tan sólo descansar un poco, pero sin dormir. Sé que no debo dormir.

Hace un momento, cuando me dirigía hacia la roca, corría calculando al milímetro como efectuaría mi gran salto; Allí, apoyaría las patas delanteras, aquí las traseras... con un par de brincos más, estaría sobre la peña y saltaría sin dificultad.

Fue entonces cuando oí el trueno. ¿Cómo podía escucharse un trueno en un día tan azul y despejado? Apenas tuve tiempo de pensar en eso, pues inmediatamente después, sentí una fuerte punzada de dolor en el cuello, seguida de una quemazón casi insoportable; tanto, que me hizo trastabillar y caer al suelo. Fue al caer, cuando me debí clavar la astilla en el ojo. Quise levantarme y no lo conseguí. Ahora, simplemente no quiero. Ya no me duele nada; sólo quiero descansar un poco. Desde que caí los perros no ladran.
Están ahí, mirándome fijamente de forma obsesiva. Completamente inmóviles. Como hipnotizados. Dos de ellos están en una posición estúpida, cual estatuas de piedra con una pata delantera levantada y mirándome como si yo fuese la única cierva del mundo; es más, como si yo fuese lo único que existe.
¿Porqué no me atacan? Con toda seguridad, aun me temen. Saben que una de mis feroces cozes podría abrirle la cabeza a cualquiera de ellos. Pero me siento tan débil...

¿Y sus dueños? ¿Cómo serán Los Seres? He visto alguno, de lejos, a lo largo de mi vida. Siempre deben estar irritados, puesto que caminan sobre sus dos patas traseras, como el oso cuando se enfada. O incluso el padre de Zuck, cuando se disponía a luchar por defender sus pertenencias. Deben de albergar mucha maldad en su interior; si no fuera así, ¿Por qué habrían de huir todos y cada uno de los animales cuando detectamos su presencia?
¿Cuál, si no, es el motivo para que todos los animales les teman?
Todos menos yo, claro. Yo no les temo. Ya no. Creo que he alcanzado un nivel superior. ¿Porqué habría de temerles? ¿Qué daño me pueden hacer?





Parece que alguien se está acercando hacia nosotros. Oigo y noto nítidas sus pisadas. Debe de ser porque tengo la oreja pegada al suelo; se escucha muy bien. De hecho, de haberlo sabido antes, hubiera utilizado esta técnica en mas de una ocasión. Debe de tratarse de dos Seres, puesto que oigo cuatro patas. No puede ser un cuadrúpedo, pues éstas pisadas son arrítmicas; carecen de nuestra cadencia natural.

Empiezo a distinguir su olor; es agrio y suave al mismo tiempo. Nunca pensé que un depredador tan temible pudiera desprender éste olor. Me imaginaba que sería parecido al del lobo, o el puma. O incluso al olor del león. Pero... ¡espera! Oigo sus voces, y parecen contentos. Me parece oír risas, a no ser que su voz sea similar a la de la hiena; Pero no lo creo. Se diría que están rebosantes de júbilo. Tal vez los hemos juzgado mal durante todo este tiempo, y no sean sus corazones tan negros y pequeños como creíamos.
Tal vez están alegres porque me han encontrado, y vienen en mi ayuda. Me quitarán la astilla del ojo, me curarán, y me llevarán junto a Zuck.
Si, tal vez lleguemos a ser buenos amigos. Ya no les temo.

¡Qué altos son! Claro; eso debe ser debido al apoyo único y constante sobre sus patas traseras. ¿Cómo pueden aguantar tanto tiempo sin caerse?
Si. Están muy felices; como me había parecido. El que parece mayor, le da pequeños golpecitos de felicitación al otro en la espalda. Será una demostración de la alegría que siente. No son tan malos; nuestros temores eran infundados.

Ahora, el que parece más joven, me señala con uno de sus dedos.
Debe ser tremendamente poderoso, pues sale un finísimo hilillo de humo del interior de su largo y hueco dedo negro y... ¡Otro trueno! Pero ya no me asustan. Ahora ya no me dan mie


* * *

NOTA DE AUTOR: En el final de éste relato, no existe ningún error de impresión.
Hay momentos, en el que al / a la protagonista de un relato puede faltarle, (según las
circunstancias de su propia historia, y aunque éstas sean o no imaginarias), tiempo material
para terminar un párrafo, o una palabra.
Incluso le puede faltar simplemente, para colocar un punto final.




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Iokai Satsu Shibumi-san (pseudónimo)



TODOS LOS DERECHOS DE ESTE RELATO ESTAN RESERVADOS POR EL AUTOR
Datos del Cuento
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2 comentarios. Página 1 de 1
invitado-"Samuèl sam" 19-06-2004 00:00:00

Voy aserte todo lo sincero del mundo shibumi, este cuento es precioso para mi gusto,muy sentimental,muy humano y muy inocente. Para mi perpestiva que tengo sobre ti es el comienzo de un "gran escritor". Shibumi no te riandas nunca que tienes madera de escritor,saca todo lo que tengas dentro y...ya veras el dia de mañana que vas a tener unos cuantos libros. Ya sabes tienes un fans mas de los q tienes jejeje. Un saludo xao ("samuèl sam")

Iokai Satsu Shibumi-san (El autor)
invitado-Iokai Satsu Shibumi-san (El autor) 09-06-2004 00:00:00

Me resulta extraño comprobar, que en mi relato original NO EXISTEN palabras como "hierVa", o "coZes". Por tres veces, he intentado corregirlo. Un mensaje me informa de que ya está actualizado, y me felicita. Pero continúan ahí los gazapos. Lo siento por los puristas ortográficos, pero no puedo ni debo pedir perdón, ya que éstos errores son ajenos a mí.

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