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~Magnolia era una niña joven de 14 años de edad. Era una niña, repleta de sueños y aspiraciones, humilde, astuta, generosa y amante de los animales y la naturaleza. Tenía algo extraordinario, un lunar inmenso en el cuello, con forma de hoja, color verde. Magnolia estaba en las mismas condiciones que una flor cuando no le dan mantenimiento, marchita. Su madre se llamaba Aurora y su padre Paolo. La familia Perroni pertenecía a la clase alta, muy distinguida y conservadora. Además eran muy rigurosos y cuestionaban todo lo que hacía y decía Magnolia. Vivían en una gran mansión ubicada en Valtelina, Italia. Todos los días, excepto los domingos, Magnolia era obligada a cumplir con la misma rutina que emprendía igualmente desde la mañana hasta caer la noche. Se levantaba a las 7:00 am para desayunar, tomar lecciones de piano y arpa, más tarde caligrafía, el almuerzo, matemáticas, ballet y pintura, leía un libro y se iba a la cama. Magnolia no tenía voz y voto en su hogar. Muy pronto su habitación se transformaría en un caudaloso río, debido a las lágrimas que constantemente expulsaban sus ojos. Magnolia era hija única y siempre estaba sola. No tenía amigos, ya que solo se le permitía visitar el jardín, y su educación era ejecutada en casa. Muchas veces sentía que no encajaba, que la cigüeña se equivocó de puerta. Además varias veces Magnolia sentía mucha curiosidad, porque ella era totalmente distinta a sus padres, en el sentido del físico. Magnolia deseaba ser libre y poder tomar sus propias decisiones, debido a que sus padres pensaban sólo en ellos, pocas veces estaban en la casa y cuando regresaban de sus viajes de diversión, no le daban importancia a Magnolia, como si ella fuera un mueble de los muchos que se encontraban en su enorme casa. Magnolia lo tenía todo, materialmente pero no había ni una chispa de afecto hacia ella de parte de sus padres. Cuando Magnolia sentía que su corazón se marchitaba, iba a su lugar favorito, el jardín. Ese era el único lugar donde podía escapar de lo que ella llamaba “mundo abrumador”. Salía tarde por las noches al jardín, para sentir el viento en sus pies, escuchar los sonidos elocuentes de la noche y observar la majestuosa y luminosa luna. Magnolia se refugiaba en sus sueños, su mejor amiga era la imaginación llena de esperanza. Esperanza para fantasear con una mejor vida llena de felicidad. Magnolia adoraba a los animales y a la plantas, anhelaba con vivir en una pequeña y humilde choza en el bosque, cerca de un riachuelo y rodeada de flores hermosas y bellos animales. Una noche sus padres decidieron llamarla para comentarle algo que según ellos cambiaría sus vidas. En cuanto le dijeron la devastadora noticia, por primera vez Magnolia sintió una inmensa felicidad, que no podía ocultar mostrando su hermosa sonrisa. Sus padres le dijeron que la iban a dejar en un orfanato, que no la querían y que no tenía caso seguirla manteniendo, ya que era un estorbo y nunca fue planeado que ella llagara al mundo. ¿Quién sentiría felicidad después de esas devastadoras palabras? Una joven ignorada y rechazada sin ningún tipo de afecto como Magnolia lo sentiría. En ese mismo instante, Magnolia corrió felizmente al jardín para despedirse de los animales y de las flores, ya que partiría el día siguiente. Magnolia estaba tiste, pero la felicidad opacaba a la tristeza, ya que de una vez por todas iba a abandonar la casa donde paso los peores momentos nostálgicos de su vida. En la mañana siguiente, Magnolia fue llevada al orfanato, cuando por fin llegó a su nueva casa se percató que todos los niños que allí habitaban estaban tristes. Magnolia pensó por un instante y se dijo a ella misma “no vuelvo a vivir un infierno”. Desde el momento que sus pies tocaron esa casa Magnolia era conocida como lucecita, ya que logró que los niños expresaran optimismo y alegría. Las monjas de la casa decían que ella era la forma perfecta para describir la felicidad, con sus ojos brillantes y su enorme sonrisa. Pasaron cuatro años y Magnolia cumplió la mayoría de edad y llego el tiempo de que abandonara la casa hogar. Luchó como una guerrera, por salir adelante, además por fin cumplió su sueño, se mudó en una pequeña y humilde choza en el bosque cerca de un riachuelo “ por fin soy libre” decía ilusionadamente a cada minuto. En el bosque Magnolia pasó los mejores momentos de su vida. Magnolia decidió abrir una academia de ballet y con el tiempo logró ser muy prestigiosa, le puso por nombre “Felícita”. Luego se percató que tenía un sexto sentido por ayudar a las personas y dar consejos, por las experiencias que tuvo en el pasado. Decidió ser psicóloga y tuvo gran éxito en ese ámbito, todos conocían sobre ella, incluso escribió un libro acerca de la tolerancia. Al pasar los años Magnolia encontró un gran compañero, se casó y tuvo dos hijos, una niña llamada violeta y un lindo niño al que llamo Mario. Algo curioso fue que se mudo a la casa donde creció con el corazón marchito, pero esta vez iba a ser diferente. Su hogar estaba infundido de amor y alegría. Un misterioso señor iba a revelar un secreto tras dos notas musicales ¡din dun!; Era el timbre de la puerta, cuando Magnolia abrió era un señor que curiosamente tenía el mismo lunar que Magnolia tenía en forma de hoja en el cuello. El señor muy asombrado, le dijo que tenía que comentarle algo muy importante. El misterioso señor le informó calmadamente que él era su verdadero padre. Magnolia estaba súper impresionada. El señor le explicó que cuando su madre dio a luz, la enfermera cometió un error y cambió a dos bebés, a Magnolia y a la legítima hija de los Perroni. Magnolia asombrada corrió velozmente hacia la casita del bosque y lloro durante horas y horas, lo único que se presentaba en su pensamiento era, que si la cigüeña la hubiera dejado en la puerta correcta, hubiera tenido una infancia mejor, rodeada de cariño y dulzura por parte de sus verdaderos padres, además no hubiera sufrido tanto. Sin embargo, Magnolia habló con su padre, no había a quien perdonar, pues nadie tuvo la culpa, además creció llena de sueños y aspiraciones que la mantuvieron fuerte y decidida. Lo importante fue que floreció gracias a la felicidad y esperanza.
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