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Categoría: Misterios

La máscara de cárnaval

Era una bella noche de carnaval, algunos grupos ataviados con trajes de fiesta, escondidos los rostros detrás de los más variados antifaces y máscaras, reian y daban tumbos, al parecer demasiado llenos de alcohol como para caminar derechos. La gente charlaba desinhibida , animados por el ambiente festivo que se respiraba por todos lados, algunos se burlaban de sus compañeros, otros hacían tonterias o cantaban.

Una joven andó a paso rápido y se refugió en una pequeña tienda, que hubiera pasado totalmente desapercibida , de no ser por unas letras luminosas en donde se leía: "se alquilan disfraces".
Su interior en sí era oscuro y amontonados en sus estanterias, miles de trajes de las más diversas índoles. La jóven visitante no podía apartar su mirada de aquellas cosas maravillosas.
Entonces descubrió en un rincón, un maniquí de una mujer vestida muy elegantemente, su cara estaba tapada por una máscara muy hermosa que la dejó sin aliento, se imaginó por un momento luciendo uno de aquellos trajes de gala y e entristeció; ella desde siempre habia sido una persona muy poco agraciada físicamente, cuando era niña se quemó media cara y esa parte tenía una horrible cicatriz de piel y carne arrugada. Pensó bajando la mirada, que ella nunca podría compararse con el rostro que se veía en aquella máscara.
- ¿Qué desea, señorita?
Una voz cascada por los años la sobresaltó y al girarse se vió cara a cara con un anciano de larga barba blanca.
Ella intentó taparse el rostro lo mejor que pudo con la capa con capucha que llevaba y señaló la máscara, éste asintió sonriendo:
- Una buena elección, esta pieza lleva aquí desde hace mucho tiempo y nadie se habia fijado en ella.
Al quitársela al maniquí, su sorpresa fué enorme al ver que la auténtica cara del maniquí estaba no tenía facciones.
La chica se puso la máscara y con ella sobre su piel se sintió protegida, le dió al vendedor algunas monedas y salió al frio de la noche.
Mientras caminaba, unos chiquillos disfrazados de monstruos la saludaron alegremente y oyó mientras se alejaban persiguiéndose, que uno le decía a otro:
- ¿Habeis visto que señora más guapa?¡parece una princesa!
La chica primero se sintió agradecida,¡jamás nadie le había dicho algo semejante! al contrario, estaba acostumbrada al rechazo de todos a su alrededor cuando veían su deformidad, pero luego se dió cuenta que lo que habían visto no era su cara, era la máscara, su falso disfraz. En realidad ella era la misma, con su horrenda cicatriz, sus labios hinchados y su corazón roto.
Ese sentimiento de amargura que siempre la había acompañado volvió a resurgir en su interior, provocándole mucha tristeza.
De repente, alguien la cogió por el brazo y ella se giró para mirarle a través de las lágrimas, que afortunadamente nadie podía ver a traves de la máscara. Era una figura masculina y varias se sumaron a su alrededor.
- Señorita, estan dando una fiesta en aquella mansión, ¿quiere venir?
Ella se sintió confundida y como no respondiera, se vió arrastrada hacia el interior de una enorme casa donde no paraban de entrar y salir gente.
Una vez allí el grupo que la había acompañado se dispersó y se mantuvo en un rincón, desconcertada de ver tanta gente, oyendo la música que interpretaba una orquesta, hasta que otra figura, disfrazada con un traje militar de época le trajo una copa de champañ. En seguida entablaron conversación, le explicó que aquella era su casa, pero que pensaba marcharse de la ciudad porque detestaba aquel ambiente tan hipócrita a su alrededor y que por esa causa hacía aquella fiesta de despedida para toda la gente rica de la ciudad que quisiera pasar un rato agradable. Se marcharía y emprendería una nueva vida.
Ella se sinceró, le dijo que ella vivia a las afueras y que no solia hacer mucha vida social, pero que le atrajo el ambiente festivo.
- Sí, es verdad que el carnaval es algo mágico y atrae de una forma extraña.
Estuvieron mucho rato bailando y hasta le presentó a algunas personas, a todos cautivó por su caracter dulce e ingenuo.
Finalmente, un poco apartados ya, el chico le confesó que se habia enamorado de ella y quiso conocer su verdadero rostro,pero ella se apartó asustada.
¡No podia ser verdad! ¡ella nunca podría ser merecedora de su amor, ella no era hermosa! seguramente, cuando viera su cara quemada, se apartaría de ella con aprensión y no querría volver a saber nada de ella.
- No puedo enseñarte mi cara, no soy como la máscara que oculta mi cara.
- No me imnporta, conozo tu interior y sé que tu belleza es igual o sobrepasa la de esa máscara.
Pero ella tenía miedo y se alejó corriedo hacia el exterior.
Mientras corria iba pensando desesperada que aquello solo había sido un engaño, había creido por un momento que podía relacionarse con la gente normal, pero aquello no era para ella.
Llegó hasta la tienda donde había adquirido la máscara, queriendo devolverla, no quería vivir engañada por más tiempo, el corazón lo tenía roto y todo por culpa de ella.
Una vez allí la salió a recibir un matrimonio de mediana edad y cuando ella les dijo que quería hablar con el señor de barba blanca que se la vendió, ellos no supieron de qué hablaba, le dijeron que no habían recibido a nadie en toda la noche y que allí solamente estaban ellos dos.
- No puede ser, hace pocas horas que vine y me atendió un hombre muy mayor, el cual me vendió la máscara que llevo puesta, ¡por favor,tienen que creerme!
En éstas que entró el chico, pues la había seguido hasta allí.
- ¿Por qué te has marchado de esa manera?- ella se sintió acorralada y se sujetó la máscara con ambas manos.
- Tengo miedo de que me veas tal y como soy en realidad.- pero el chico sonrió:
- Puedo ver a traves de tí y tengo la seguridad de que no me sentiré decepcionado, a fin de cuentas, esto solamente es un trozo de plástico, vamos, ten confianza.
Pero ella negó aterrada y retrocedió unos pasos, finalmente la pared la detuvo sobresaltándola y el bello objeto que con tanto afán sostenía, cayó de su mano, mostrando a todos su auténtico rostro.
Ella cerró los ojos fuertemente esperando oir exclamaciones de horror, pero sin embargo, unos cálidos brazos la abrazaron y oyó:
- ¡Cariño! ¿ves como tenía yo razón? no habías de temer nada, eres realmente hermosa, igual como lo eres por dentro.
El hombre de la tienda le acercó un espejo y ella sin entender nada se vió reflejada en él.
En realidad su cara no había cambiado, seguia teniendo cicatrices, pero se dió cuenta que tanto el chico como el matrimonio, la miraban con naturalidad. Se pasó las temblorosas manos por la cicatriz de piel quemada y notó su familiar tacto, en ese momento sonrió, ya no había de temer más, la cicatriz no cambiaba nada, seguia siendo ella misma,pero algo le había devuelto el aplomo que le faltaba y la gente la aceptaba tal y como era.

Una suave voz, que reconoció al acto como la que en su momento le vendió aquella bonita máscara, se oyó en su cabeza:
" Por fin esta máscara ha cumplido con su destino"
Sonrió llena de felicidad y se fué con aquel chico hacia la salida, despidiéndose del matrimonio, afuera hacía mucho frio y estaba comenzando a nevar, pero ninguno de los dos enamorados lo notó, pues sentían un calorcillo muy agradable que les inundaba el corazón. Ninguno de ellos se dió cuenta de que álguien los observaba desde uno de los maniquies, qué casualidad, el que no tenía rostro, el que desde hace décadas había guardado una máscara misteriosa. Ésta vez, sin embargo, otra máscara había ocupado su lugar; la máscara del viejo señor de barbas.
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.54
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1 comentarios. Página 1 de 1
israelguillermomaciaslagunes
invitado-israelguillermomaciaslagunes 03-02-2003 00:00:00

en verdad muchas veces nos ponemos mascara o careta para ocultar nuestros defectos,pero si no afrontamos con valor lo que la vida nos da entoces ni con todas las mascarasdel mundo podremos afrontar con exito la trama dificilque es la vida.. felicidades al autor donde se encuentre. Veracruz, Ver a tres de Febrero del 2003.

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