Sus labios, tan carnosos como siempre, pronunciaban palabras sin sentidos, dejando ver sus afilados dientes que eran mojados por su lengua suculenta. Sus risos rubios caían por su espalda, tocaban su pequeña cintura, como si largos brazos deformes la estuviecen abrazando. Sus ojos cristalinos sólo miraban a un lugar, y ni pestañeaban, no se movían.
Caminó hacia mí y de un abrazo me estrujó entre sus pechos abundantes y tras un beso mortal me dió la vida eterna.
La sangre escurría de su boca. Paseaba desde mi yugular hasta sus venas, en un viaje diabólico. Sus uñas me rozaban y cortaban el rostro. La pequeña figura de ella se apropiaba de mi.
Un paraíso oscuro me rodeaba. Mis pies tocaban el agua fría de un mar gigantesco... Ella aún me poseía.
Cerré los ojos fuertemente y busqué con mis manos su cabello, para tocarlo, sentirlo... creer en su propio aroma, el aroma a muerte.
Y abres los ojos solamente para saber que mas nunca los cerrarás. Que serás dueño del tiempo, caminarás por él y te apoderarás de muchas... ¡MUCHAS VIDAS!
Abres los ojos para ver que aquella mujer atractiva es un cadáver que no encuentra pudrirse.
Abres los ojos para mostrar su cristalinidad, para reflejar y provocar el temor y ser el Amo de la Eternidad.
Que poesia!!! la verdad es que me transporte a ese instante y fue maravilloso. Espero seguir leyendo tus escritos....