Estaba caminando por el cementerio de un pueblo pequeño, aburrida, Adrian y yo estabamos cazando por separado, no habia bebido sangre por tres dias. Y los escuchè:
- ¿Por què mejor no nos vamos?- decia un muchacho.
-¿Y perder la apuesta?- decia otro, me di cuento de que tenian una camara- las viejas andan diciendo que Ania y Adrian estan por aqui.
¡Que estupidez! Otro estupida apuesta, ¿los niños de ese pueblucho no tenian nada mejor que hacer?
-¿Què haces?- preguntò Adrian detras de mi.
- Miralos, hacen una apuesta, quieren sacarnos una foto. ¿estoy linda?- dije sin perder de vista a los niños, no tenian ningun encanto pero el hecho de que ellos me buscaran a mi era interesante.
- Siempre lo estàs.
Me acerquè con muchisima cautela por detràs de ellos, les pase la mano por el cabello y del susto saltaron y retrocedieron.
- ¡Atràs!- gritò el muchacho de la camara parecia el mas valiente, el otro casi se cagaba encima.
- ¡Uhh! ¿Què me va a hacer el señorito?
El muchacho sacò una cruz y me la puso en frente, estaban preparados, vi que Adrian se acercaba tras ellos y tomaba al otro muchacho. Yo le quite la cruz al muchachito y la camara tambièn, me la puse en la cara y me saque una foto.
- Toma- le tire la camara- dile a cada mocoso del pueblo que sobreviviste de milagro y que si vienen por una apuesta de nuevo me los comere a todos, tambièn dile a la familia de este niño que muriò en las manos de Adrian.
Adrian se llevò arrastrando al niño y de perderse en la oscuridad gritò:
-Mira lo que le hiciste a tu amigo- acto seguido lo matò. El muchacho estaba tieso de miedo.
-¿Sabes? - le dije- cambiè de opiniòn, mejor te arranco la cabeza y la dejo en la puerta de tu casa- sufriò el mismo destino del amigo. No habìa sido tan mala noche despuès de todo.
Al dia siguiente fue divertido ver a la gente gritando, llorando por los mocosos y maldiciendo mi nombre. Eso demuestra que solo de las desgracias aprende la gente. Escuche que el toque de queda empezaba a las 8 cuando el sol se ponia, se decia que el que saliera luego de esa hora moriria en mis manos. Era muy cierto.