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La otra mosca

~La mosca que tenía en frente le miraba fijamente a los ojos en tanto ella permanecía quieta, esperando atenta algún movimiento de su parte.
De tras de ese insecto había un gran jarrón de cristal con hermosas rosas de distintos tonos de rojo, húmedas aún, como si recién hubiesen sido arrancadas  para ser dejadas cuidadosamente en ese lugar. Diminutas gotas de agua se arrastraban lentas sobre sus hojas y en la distancia, parecían lágrimas cristalinas reflejando las ventanas luminosas de aquella habitación.
Pero la mosca que tenía en frente mantenía esa misma actitud de sigilo , como si también estuviera esperando algún movimiento y como si también estuviera mirando un jarrón de cristal con hermosas rosas rojas.
Hasta el techo de madera donde dormía un momento antes había llegado el aroma intenso e irresistible del pan recién horneado que reposaba sobre la mesa. Casi sin ninguna reflexión se había dejado caer sobre ellos para saciar su apetito siempre voraz y fue entonces cuando se dio cuenta de la presencia de esa otra mosca que le miraba fijamente sobre otros apetitosos panes recién horneados.
Luego de un rato de no sacarle la vista de encima avanzó muy despacio hasta ella, parando de vez en cuando para frotar sus patas delanteras,  pero el otro insecto hacía lo mismo, repitiendo cada uno de uno sus movimientos hasta en los mas mínimos detalles.
Cuando por fin estuvo en frente intentó establecer contacto físico pero  advirtió que una enorme barrera fría le separaba de ella.
Escudriñó cada detalle de los ojos que le miraban y le parecieron hermosos. Se maravilló con el tornasol que reflejaban sus alas con la luz que por alguna ventana se escabullía y no dejó de sorprenderse con cada detalle de ese cuerpo diminuto que tenía en frente. Todo en él era perfecto y armonioso.
Entonces tímidamente apoyó sus patas delanteras sobre esa barrera fría y del otro lado, la otra mosca hizo exactamente lo mismo.
Todo iba bien hasta que algo comenzó a oscurecer el lugar y con pavor vio como un gran objeto se abalanzaba sobre ese indefenso ser detrás de la barrera. Intentó advertirle agitando rápidamente las alas pero del otro lado ella también parecía advertirle lo mismo. Entonces un ruido sordo y violento acompañó el golpe de las hojas de un diario contra el espejo.
Luego, con con un rociador la mucama mojó el espejo y  con un trozo de papel retiró los restos de lo que quedó de una pequeña mosca maravillada ante la presencia de un universo de panes recién horneados y de rosas rojas , humedecidas con lágrimas cristalinas y arrancadas de algún jardín invisible....
 

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