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La pequeña brujita

Llegó el verano y la alegría iluminó el rostro de la pequeña Isadora, a sus siete años solo aspiraba a jugar con niñas y niños de su edad, pero en aquel apartado lugar del bosque sus esperanzas se reducían a los campamentos de verano que año con año se instalaban cerca de su casa.

Su madre la bruja Amanda era una mujer muy malvada, enojona y además estaba un poco llenita por no decir gorda, pues se la pasaba sentada y todo el día le ordenaba que hiciera quehaceres que la pobre niña con sus escasos años no podía hacer aunque eso sí, era muy hacendosa. No podía recoger todo el tiradero que la abusiva madre hacía inventando fórmulas de hechicerías que no servían para nada, según el pensar de Isadora, pues si sirvieran de algo podría ya haber inventado algo que le ayudara con el mal carácter y la hiciera más limpia y educada y hasta una buena mascarilla no le caería mal.

En esos pensamientos entretenida estaba cuando escuchó una gran algarabía de gritos y sonidos, eran las voces de sus amigos que la llamaban.

Llegaron mis amigos –gritó Isadora- ahora vuelvo madre. Y salió corriendo seguida de Fermín su loro parlanchín.

Su loca carrera se vio interrumpida cuando cayó a un agujero que estaba cavado en la tierra y muy bien disimulado con hojas y ramas de árboles.

¡Mamá!, Otra vez mi mamá puso una trampa para los niños, esto es cada año no me gusta que mi mamá ponga trampas a mis amigos, siempre los trata mal y todo por su flojera quiere que cada año le dejen reluciente la casa. Ahora que soy más grande le voy a dar una buena lección. 

-Así iba pensando Isadora después de haber salido de aquel agujero cuando se encontró con sus amigos. Una vez que se saludaron y se abrazaron y se dieron regalos se pusieron a jugar hasta que se hizo de noche. 


Antes de irse Isadora les dijo a todos que su madre igual que cada año había cavado una fosa para que cayeran los niños y secuestrarlos por todo un día hasta que le limpiaran la casa y que a ella eso no le gustaba que no entendía porque su madre se comportaba de esa manera, pero que esta vez estaba decidida a no dejarla hacer mas maldades. Por ello les pidió dejaran el agujero igual como su madre lo tenía, pero que tuvieran mucho cuidado al pasar por ahí y que le ayudaran a cavar otro agujero más grande en donde su madre cupiera y así darle un buen escarmiento.

¡Vamos! Gritaron algunos niños, antes de que oscurezca.

Así que cavaron un hoyo por donde la mala mujer pasaba seguido, lo hicieron de dos metros de profundidad y lo disimularon muy bien tapándolo con ramas y hojas secas.

Pasaron algunos días y la bruja Amanda estaba impaciente porque no caía ningún sirviente en la trampa, desesperada ya con tanto desorden decidió salir a recoger plantas al claro del bosque para sus importantes inventos como decía la malvada.

El campo la hizo sentirse libre y relajada y empezó a cantar mientras caminaba sin fijarse, conocedora y dueña de aquella región como la palma de su mano, así había dicho en una reunión de brujas.

¡Qué bonita soy, qué bonita soy! Laralala laralala. ¡Haaaaaaaay……!

¡Pum! ¡Top ! ¡track ¡tic! ¡pass!

Cayó la bruja en la trampa y quedò tan desconcertada que no entendía que pasaba. Con la cabeza torcida y las patas hacia arriba, creía que el mundo se había vuelto al revés. Pero dándose cuenta de lo que pasaba se dijo – soy yo la que está al revés- y como pudo se dio vuelta y quedó sentada.

¡Un momento! Que sucede aquí, acaso es mi trampa ¡no! Mi trampa la puse cerca del campamento, entonces esto ¿qué es? Otra trampa, pero de ¿quién? Pero de quien, nadie entra en mis dominios sin mi consentimiento algo raro esta pasando aquí, eso lo averiguaré cuando salgo. Ahora lo que tengo que hacer es gritar para que me saquen.

¡ auxilio! ¡auxilio! Sáquenme de aquí, sáquenme de aquí. Isadora, Isadora.

Nada, silencio total, resignada se quedó pensativa esperando que alguien llegara a rescatarla y echando pestes contra aquel que hubiera puesto la trampa.

Mientras tanto niñas y niños seguían jugando y jugando sin sentir que pasaba el tiempo, hasta que Isadora se acordó de su mamá y creyó conveniente que antes de irse a su casa debía pasar a revisar la trampa.

Algo ha sucedido –pensó- al mirar en desorden las hojas y ramas. Acercándose gritó ¡hay alguien ahí! 

- Isadora, Isadora, hijita mía que bueno que viniste, sácame de aquí por favor, ya estaba creyendo que iba a pasar la noche aquí.

- Pero ¡ mamá! ¿qué haces ahí abajo?
Me divierto no ves, deja decir tonterías y ve por una cuerda para que me saques. 

- Sabes que mamá, no te voy a sacar porque eres muy mala y ya se que cavaste otro hoyo para que cayeran mis amigos, pero ya lo tapamos y te vamos a dejar ahí hasta que prometas que vas a cambiar.

-Te lo prometo, te lo prometo, corre ve por la cuerda –dijo la bruja inmediatamente- pero sin ninguna intención de portarse bien.

- ¡Ah no! Mamá, veo que no estas convencida y no te puedo sacar y se sentó Isadora a la orilla de la fosa a esperar que su madre estuviera realmente arrepentida y no volviera a dañar a sus amigos.

- Te digo que ya me arrepentí y voy a cambiar –insistía la bruja- cansada de esperar y con ganas de salir y desquitarse dándole una buena tunda.

- Consigue la cuerda hijita y de paso me traes algo de comida y de beber ya hasta me dio hambre.

Al escuchar a su madre, le vino a la cabeza una gran idea a Isadora, iría por la cuerda y a la vez traería algo de beber, pero algo de beber para que su madre se hiciera buena.

Corrió a su casa y busco el libro de “hechicerías” como le llamaba su madre y leyó:

“cómo hacer que un a persona se vuelva buena y hasta bonita”

Hierva en un pocillo con agua las siguientes hierbas:

-    Una pizca de manzanilla para las espinillas
-    Una pizca de hierbabuena para que se haga buena
-    Una pizca de helecho para que se le quite lo contrahecho
-    Una pizca de lechuga para que se desaparezca la verruga
-    Una pizca de melón para que se le quite lo gritón
-    Una pizca de charales para los buenos modales
-    Una pizca de pescado para que se le olvide el pasado
-    Una pizca de dona para que se le quite lo mandona
-    Una pizca de toronja para que se le desaparezca la lonja
-    Una pizca de menta para que se le quite lo lenta
-    Una cabeza de ajo para que no le tema al trabajo
-    Y por último unas gotas de limón para que le ablande el corazón

Revuelva todo y déjelo hervir por cinco minutos sírvalo muy caliente para que se queme lengua y dientes y deje de ser impertinente.

Después de hacer aquel bebedizo secreto Isadora quemó todos los libros de su madre y llamó a sus amigos para que le ayudaran a asear la casa, ya que si su mamá olvidaba el pasado, para ella iba a ser fácil decirle que ella era una mujer muy buena y trabajadora y que siempre tenía la casa limpia. 

Entre todos limpiaron la casa y la dejaron reluciente. Isadora tomo la cuerda, la comida y bebida y se dirigieron a donde estaba su madre.

-    Isadora, Isadora, gritaba la madre desesperada ¡aah ¡ escuincla ya verás la que te espera cuando salga de aquí, que tanto haces que no vienes.

-    Ya vine mamita querida, haz de tener mucha sed, toma un poco de agua de limón y enseguida te sacamos.

-    primero quiero salir de aquí, y luego tomaré todo el agua que quiera.

-    ¡Ah! Si no tomas agua no te puedo sacar, me preocupa tu salud y en todo el día no has tomado nada y además me prometiste portarte bien y no lo estás haciendo. 

-    Pásame el agua y verás que si quiero cambiar

Decía la malvada mujer fingiendo la voz y además porque en verdad tenía mucha sed.

-    dices que es agua de limón, sabe a rayos creo que tomaste agua de lavar los trastes.
-    No mamá, es agua de limón pero como llevas tanto tiempo ahí, ya no encuentras el sabor. anda hasta que te la hayas terminado te sacamos.

La bruja tomo toda el agua e impacientes esperaban el cambio, pero la bruja se derrumbó y todos se asustaron, creyeron que había muerto. Pero tambaleándose se levanto y dijo:

-    hija que me pasó, que hago aquí.
-    De veras no te acuerdas mamá, caíste en una trampa.
-    no se que pasó pero sácame ya, tengo mucha hambre y estoy cansada luego me platicas lo que ocurrió.

Isadora y sus amigos no lo podían creer, la bruja hasta se veía más bonita pero aún así tenían mucha desconfianza, creían que estaba fingiendo. Pero la bruja volvió a decir.

-    por favor, hija no se que hago aquí, pero ayúdame a salir y en cuanto me recupere un poco, invitas a todos tus amiguitos a jugar y yo les prepararé el pastel de chocolate que tanto te gusta.

Esto agradó mucho a todos y se convencieron que todo había cambiado e inmediatamente la sacaron. Isadora abrazaba y besaba a su madre, por fin iba a tener una mamá normal y eso le daba mucho gusto y lo mejor de todo podía invitar a sus amigos y amigas a jugar sin ningún temor.

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