Para aliviar la angustia vulgar de tanta prosa,
hoy quisiera un pequeño milagro intrascendente,
uno de esos milagros que nunca ve la gente,
pues su diario portento parece poca cosa...
Hoy apenas te pido, Señor humildemente,
abrir una ventana y encontrar una rosa
(J. A. Buesa)
(Para mi amiga M. Eugenia. Que siempre encuentres rosas en tu camino y que no tengan espinas)
¿Sabes la anécdota que cuentan de Santa Teresa de Jesús?
Recogía rosas en el jardín de uno de los conventos para ponerlas en el sagrario y se clavó una espina.
-Así trato yo a mis amigos - Oyó que le decía la voz del Señor.
- Por eso tienes tan pocos- Le contesto ella
No importa las espinas. Otros ni siquiera encuentran rosas para su altar.