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La plumas de un mago

En las tardes del verano los trajes de la gente se apretaban con el sudor de sus cuerpos. Las mujeres se veían más engañosas y sensuales que sirenas. Mis ojos asombrados no dejaban de observar y apreciar el extraño mundo como si fuera la primera vez. Me detuve y me dije si soñaba, escribía o pensaba… No tenía la certeza, así que, siempre contrariado, fui a buscar a un amigo que hacía mucho estaba muerto. Llegué al cementerio en donde reposaban sus restos y, ante su lápida llena de flores resecas le hice una pregunta: ¿Compañero, estoy vivo…? De pronto, una pluma cayó sobre mis pies como si fuera una palomita blanca, y luego, se elevó por los aires hasta llegar a la parte más alta de un árbol. Sentí un impulso y la seguí como un niño, y observé que se había estancado en una de las ramas. Escalé el viejo árbol hasta llegar a su parte más alta. La vi cerca de mis manos y toqué la pluma, me sentí contento, y antes de soltarla, la miré con ternura… Y, quién sabe si fui un tonto, le hice una pregunta: ¿Compañero, estoy vivo…? La pluma volvió a escaparse de mis manos y salió volando por los aires como un ave asustado.

Bajé del árbol, y mientras retornaba hacia mi casa vi que mucha gente caminaba apurada por llegar a sus sitios, hogares, reuniones, no sé, pero se notaba que el lugar hacia donde marchaban les daría lo que buscaban. Sentí nuevamente el impulso y seguí al azar a cualquiera de ellos, uno, cualquiera... Sin darse cuenta “mi compañero”, bajamos y subimos calles, muchas escaleras, y cuando llegamos a uno de los tantos callejones, el sujeto me miró de frente y preguntó ¿el por qué le seguía? No lo sé, le dije, no sé en verdad compañero, pero te he escogido a ti entre todos porque no tengo a nadie mas a quien seguir, hablar, ni decir nada de nada… ¿Deseas escucharme compañero? El tipo se acercó con una mirada amigable y comprensible. Era alto, vestía elegante, y tenía en las manos un bello maletín, esos de cuero negro brillante. Cuando estuvo frente a mí, sacó de su maletín un cuaderno, un lapicero y me lo dio. Le iba hacer mi pregunta, pero el tipo me dijo algo que nunca olvidaré: Escribe, compañero. Pero… ¿adónde y a quién…? No me dijo nada pero vi que del cielo caía una pluma que empezó a seguirle como si fuera una paloma…

Caminé hasta llegar a una banca y justo empezó a llover, pero eso no impidió que le escribiera. Le dije muchas cosas, y sin darme cuenta la mañana llegó. Aún estaba medio mojado, pero había escrito durante toda la noche, y el cuaderno estaba lleno de mis letras. Me paré, y vi durmiendo debajo de la banca en que yo escribí a un vagabundo cubierto de cartones y plásticos. Me agaché hasta llegar a sentir su respiración. Traté de despertarlo pues quería darle algo especial, algo que suponía le iba a encantar. No despertó. Estaba ebrio, pero aún así le dejé bajo uno de sus cartones mi cuaderno relleno de todos mis sentimientos escritos y metidos en la sombra del recuerdo de una noche lluviosa y colmada de magia.

Me alejé del vago y la banca, y mientras caminaba rumbo hacia cualquier lado, sentí un hambre feroz. Fui hacia una vieja frutera, y cuando estuve delante de ella le rogué que me regalara algo para comer, aunque sea fruta podrida. La señora sonrió de oreja a oreja y, para mi sorpresa, me obsequió una docena de bananas, ricas bananas de color amarillo así como el Sol del verano. Gracias, le dije. Me miró a los ojos como nadie lo había hecho antes, algo así como una diosa, al menos así me pareció. De pronto vi que una pluma de color blanco salía volando de sus canosos cabellos como si fuera una paloma. Sonreí pues supe que no soñaba, no pensaba, no escribía… No, nada de eso, nada de eso… Entonces, escuché la vieja voz de mi compañero saliendo de algún lugar dentro de mí, o de afuera, no tenía certeza. Me dijo que viva, que yo viva, y que viva porque había una razón, una magia en casa paso que daba por la vida.



Lince, febrero de 2006
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 16043
  • Fecha: 25-02-2006
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 4.72
  • Votos: 60
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3892
  • Valoración:
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