La primer misión (no oficial).
“Primera parte”
Capítulo 1

Selva colombiana 4:30am.
Campamento del ELN (Ejército de Liberación Nacional, guerrilla colombiana).

Hay varias carpas y vehículos. Un centinela.

Si quiero tener una esperanza de liberar a los secuestrados tendré que matar al centinela sin hacer ruido.

Rozo con un arbusto y el centinela me escucha.

Avanza hacia donde estoy con su arma apuntando...- ¡Quién vive!
Se para delante de mi.
Me quedo petrificado.
Apunta su arma hacia otro lado y se aleja... - ¡Quien vive!
Mi uniforme de combate y el camuflaje de mi cara dieron resultado en aquella oscuridad.
Estoy bañado en sudor.

El queda detrás del árbol y no puede ver mis movimientos.
Saco el puñal y me acerco al árbol.
Me pego al tronco. El centinela está de espaldas... es mi oportunidad.
Mi respiración está muy agitada y mi corazón parece un maldito tambor. Pienso que me va a escuchar.

¡No puedo!
No quiero... todo mi ser se niega.

Yo no nací para esto... lo mío son las supercomputadoras.
¡Me voy!
En cuanto el centinela se aleje me iré.
Respiro más tranquilo pero...
Recuerdo que le di mi palabra a la señora Carmen.
Si me voy matarán a su hija Julieta.

Otra vez estoy en el maldito dilema, si me voy la matan pero yo no puedo matar.

El guardia prendió un cigarrillo.
Otra vez lo intento, puñal en mano.
Escucho cuando exhala el huno.
Otra vez mi respiración parece que va a delatarme.
Al acomodarme mi pierna hace un ruido como de una rama al romperse.

Salgo de atrás del árbol y me pego a un arbusto, rodilla en tierra.

El guardia llega... ¡Quien vive!
Si me muevo me verá, está prácticamente al lado mío.
¡Otra oportunidad!
Pero no puedo... no puedo Dios mío.

Mis pensamientos son interrumpidos por una “tarántula” que está en mi rodilla.
Si me muevo para sacarla el guardia me verá y estaré perdido.
Comienza a caminar por mi pierna lentamente.
El guardia sigue ahí.
Llega hasta la botonadura de mi bragueta y se mete.
Trata de abrirse paso entre el pantalón y mis genitales.
No sé si le gusta lo salado de mi transpiración porque siento como si me “tocara” con algo.
Trata de caminar y la siento en mis genitales... creo que tendré que casarme con ella.

El guardia sale de allí.
Perdí mi oportunidad de eliminarlo.
La maldita tarántula comienza a caminar otra vez.
Me bajo los pantalones y la saco con un revés de mi mano.

Me siento en un tronco.
Estoy bañado en sudor.
Mis dientes comienzan a sonar como castañuelas.
Comienzan a temblar mis piernas y mis manos.
Tengo que matar al centinela pero no puedo... algo dentro de mí se niega de plano.

Una idea se apodera de mi mente... ¡Soy un cobarde!
Tendré que vivir el resto de mi vida sabiendo que soy un cobarde... no me hagas esto Dios mío.

Siento el odio más intenso que se pueda contra mí mismo.
Me avergüenzo de mí ... me doy cuenta que estoy llorando.

¡Pero si es lo que me faltaba!
Llevo dos ametralladoras conmigo.
La de la mano izquierda con el selector “tiro a tiro”, la de la mano derecha en “automático”.
Me sentencio a muerte por cobarde... “¡Muere maldito cobarde!”
(continuará)