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La roca de las doncellas

Esta historia sucedió una noche de San Juan hace mucho, mucho tiempo... Cuentan que Remigio Lantaño salía a pescar todos los días en su barca. Incluso en días de fiesta, como en los de San Juan, tenía que ir a pescar si quería comer y tener algo que festejar.

Al amanecer ya estaba en la salida de la ría. Delante se encontraba la conocida como 'Roca de las Doncellas', una gran roca que sobresalía en el mar y que debía su nombre a la creencia popular de que allí había hadas prisioneras.

Remigio sonreía mientras recordaba las historias que le contó su abuela cuando era pequeño sobre unas doncellas que solo podía salir de la roca el día de San Juan. Entonces él era un niño que tenía abuela y padres.

Mientras remaba creyó percibir un movimiento al pie de la roca. Y, cuando miró, una hermosa doncella de largos cabellos oscuros salía de ella y se dejaba acariciar por las olas mientras se peinaba. Pero, tal como la vio la doncella desapareció.

Otra muchacha apareció, esta vez era rubia y hacía lo mismo que la primera. Remigio, no resistió la tentación de desviar la barca cara la roca. Había algo que no entendía: ¿Cómo era posible que las muchachas desapareciesen?

Y mientras pensaba en esto, otra doncella, esta vez de pelo rojo, repetía lo mismo que las otras. Según le contó su abuela si se encontraba con una hada tenía que tener cuidado de no asustarlas. Decidió esconderse en la roca y observar pero, una hada de cabellos oscuros apareció cerca de él.

Mirándolo fijamente le dijo que se llamaba Sara y que lo conocía pues todos los días lo observaba pescando en el mar. También le explicó que vivía encerrada en la roca.

Mientras hablaba se abrió un túnel en la roca por el que las muchachas se metían y desaparecían. Sara estaba siendo atraída por él cuando Remigio recordó el consejo de su abuela: 'el que quiera retener a una hada debe situar su barca al pié de la roca y gritar muy fuerte el nombre de su amada…

Remigio no lo dudó. Montó en su barca , remó hasta ponerse debajo del extraño túnel luminoso y gritó fuertemente:

- Sara, Sara, ¡salta!

Los ojos de Sara se iluminaron de alegría y de un salto se metió en la barca. Remaron hacia el norte para alejarse de esa tierra. Remigio tenía miedo de que, otra noche de San Juan, Sara desapareciera y él no lo soportaría puesto que estaba muy enamorado. Así fue como comenzaron una nueva vida.  Solo una vez al año volvían los temores de Remigio: La noche de San Juan

Pero, nunca pasó nada porque como le dijo su abuela: 'las hadas que son capaces de amar, ganan el derecho a vivir una vida humana entera”.

Datos del Cuento
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