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Parte 1:Cuando ocurren cosas y estas son algo más que habladurías, cuando te das cuenta de que eso que provoca el terror más cerval está más cerca de lo que pensabas, ya nunca vuelves a ser el mismo. Para algunos puede que sea una tranquilidad, saber que en cierto modo hay algo al otro lado, pero la mayoría piensan con angustia si serán ellos aquellos que queden vagando por un mundo que ya no les pertenece.
Vivo en una aldea donde apenas hay dos bares y comercios, muy cerca de una ciudad bruja, la cuna de leyendas llamad Toledo. Sin duda algo hay en esa ciudad y sus alrededores que hace que los sucesos más extraordinarios y a veces terroríficos se produzcan tan a menudo en sus tierras. Yo no era más que un niño cuando me contaron que mi abuelo había muerto, de un día para otro, a mí me dijeron que de un “accidente. Sin embargo nadie sabía o quería decirme cuál y no fue hasta una noche en la que mi padre se encontraba especialmente taciturno en la que me llamó para decírmelo. Me dijo: “Hijo, te cuento esto para que tu nunca cometas el mismo error que tu abuelo y sepas que hay líneas que jamás se deben cruzar. Es algo muy duro pero grábalo en tu mente para siempre. Te voy a contar cómo murió tu abuelo”. Y entonces me contó esta historia que me ha hecho más de una noche tener pesadillas y girarme sin saber cuando camino solo en plena noche.
Había un niño extraño en mi aldea, nosotros los demás jóvenes sentíamos un rechazo instintivo hacia el, a pesar de que nunca le habíamos hecho hacer algo malo. Sin embargo, en sus grandes ojos que casi nunca pestañeaban había algo oscuro, quizá locura o simplemente soledad. Ese niño se llamaba Federico y era el último y séptimo hijo de una familia pobre que vivía en una de las últimas casas.
Poco a poco empezó a correr el rumor de que Federico tenía ciertos poderes anormales ocultos, y por su aura todo el mundo empezó a creer que en verdad así era. Ya nunca sabremos si aquellos era o no pura superstición, pero el miedo de la gente empezó a crecer y muchos decían que si se revelaban alguna vez los poderes de Federico, la ruina caería sobre toda la aldea. Cada vez se veía menos a Federico por las calles, y solo algunos paseantes lo veían a veces por el bosque o en la llanura, a veces parado y mirando a la nada y otras caminando distraído pero con paso firme con un saco lleno, nadie sabía con qué, hacia algún lugar.
Yo no lo sabía, pero había varias personas en el pueblo que practicaban a veces ritos mágicos para contactar con el más allá e incluso satánicos, y el maestro y dirigente de todos ellos era mi propio abuelo. Cuando lo supe entendí porqué a veces se iba en plena noche y llegaba cuando casi se hacía de día las veces que los visitaba, porqué mi madre siempre lo miraba con desconfianza y nunca quería que saliera a pasar la noche en la cabaña donde vivía. Entendí demasiadas cosas…
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