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... Mientras caminaba en dirección al Ala Sur de las instalaciones, iba bendiciendo
mentalmente el descubrimiento de la Crionizaciòn y su actual uso. El Teniente sabia
que en el área de crionización se guardaban muestras de sangre, orina, saliva y otros
fluidos corporales de todos los militares que permanecían en activo o habían dejado de
perteneces a la escuela militar en un plazo inferior a nueve años.
El ala sur era una sección de máxima seguridad, aparte de contener el almacén de
sustancias criogenizadas, estaban los laboratorios de genética, nanotecnología y una
pequeña sala donde se llevaba a cabo algunos experimentos con productos radiactivos.
El Teniente tras entrar en el ala sur notó una gran presencia de agentes de seguridad
custodiando los diferentes departamentos. El joven se encamino por el pasillo de la
derecha el cual tenía varios letreros que indicaban cómo llegar a la zona de
crionización. La vigilancia por cámaras era latente en esa sección, así que Howard
procuró apurarse lo máximo. Una vez alcanzado su destino, se paró delante de dos
imponentes guardias armados con dos ametralladoras semiautomáticas.
-Un momento por favor, identifíquese – dijo el guardia de la derecha con cara de pocos
amigos.
-Soy el Teniente Howard, tengo acceso SBS (Sistema de BioSeguridad) – prosiguió el
Teniente mostrándole su identidad, en la que se podía ver impreso el símbolo de
peligro biológico internacional en un color amarillo intenso.
-Vengo a recopilar unos datos y a realizar unas verificaciones para un proyecto que
estamos llevando a cabo en el laboratorio de biotecnología – dijo Howard con unas
palabras tranquilas.
-Adelante señor, que tenga un buen día – contestó el guardia de la derecha.
En lo referente a la sección del Ala Sur, solo tenían acceso un limitado número de
personas, a las cuales el Teniente Howard pertenecía. Pasó su tarjeta de Bioseguridad e
introdujo la correspondiente clave, cuando la pequeña luz verde se encendió, entonces
procedió a poner uno de sus ojos en paralelo con el lector de retina y seguidamente se
abrió la puerta. Una vez dentro de la sección de crionizacion, sacó una lista que llevaba
en el bolsillo con los nombres de los nueve soldados y se dirigió a buscar sus
correspondientes muestras de sangre. Las muestras estaban colocadas por orden
alfabético, por lo que no le fue muy difícil localizarlas. Procuraba ponerse de espaldas a
la cámara cuando iba a extraer alguna muestra, podía ser acusado de robo por lo que
estaba haciendo, lo que implicaba su correspondiente suspensión de empleo e incluso,
si el tribunal militar lo consideraba oportuno, podría ser mandado a la cárcel.
Cuando Howard cogió la ultima muestra de sangre, cerró el pequeño cajón hermético
que poseía el armario e introdujo la muestra en el bolsillo del interior de su chaqueta
militar, la que a continuación cerró por medio de los cinco botones que tenía.
Cuando le Teniente Howard salió de la sección de crionizacion se frotó las manos para
entrar un poquito en calor y se dirigió rápidamente al laboratorio. El joven militar
imaginó que nadie lo habría visto coger las muestras, de lo contrario ya habría saltado
alguna alarma.
Howard llegó la laboratorio, por así decirlo, su casa, en el cual pasaba mas de doce
horas diarias, incluido algunos fines de semana. Era un hombre apasionado por la
ciencia y le gustaba su trabajo, únicamente solía faltar al trabajo cuando tenía alguna
cita familiar o algún otro tipo de compromiso de carácter especial
Antes de ponerse a trabajar se dio una pequeña vuelta por el laboratorio, se acerco a la
zona donde trabajaba el Dr. Martin, la cual estaba ordenada y limpia, eso quería decir
que su compañero había terminado la jornada por hoy, así que tenia vía libre para
empezar con los análisis. Al regresar a su zona de trabajo, echó un rápido vistazo a
Silvana y Zacarías, el ejemplar macho estaba dormido, probablemente producido por la
excitación hormonal después de las sucesivas descargas que tubo que propinarle, en
cambio Silvana seguía intranquila, caminando de un lado para el otro en el interior de
su jaula.
Sacó las diferentes muestras de sangre y empezó a realizar todo tipo de análisis, desde
cromatografías, comprobación del ADN… para finalmente llegar a la conclusión de que
las nueve muestras de sangre poseían todas el mismo tipo de Gen, concretamente el
X63Z21 en la cadena numero 12, por lo que Howard empezó a sentirse excitado y a la
vez aterrado, sus investigaciones le estaban diciendo que la Fixina sólo atacaba a
aquellas personas que tuvieran este Gen. Sabía que era un porcentaje muy bajo de la
población el que lo poseía, pero eran suficientes personas como para retirar del
mercado inmediatamente su producción.
El Teniente sabia que debía investigar más, tenía algo, pero no era lo suficiente, ni
siquiera sabía como habían reaccionado los soldados al estar expuestos a la Fixina, ni
cual sería su situación actual. Así que cogió el informe que había sustraído del almacén
de datos, le echó un rápido vistazo y salió rápidamente del laboratorio.
El joven Howard salió apresuradamente del pabellón B7 que era donde actualmente
trabajaba. Sus investigaciones le habían llevado más tiempo del que el creía que le
llevaría, por lo que al salir era totalmente de noche, los focos del patio iluminaban la
imponente estatua de Fran Ronalson, el Teniente atravesó el patio en dirección al
parking principal donde descansaba su Ford Mustang color burdeos del 68, tras montar
en el coche comprobó que tenia gasolina suficiente para recorrer los trescientos
cincuenta kilómetros que le separaban de su destino, así que arranco el motor y no
perdió ni un segundo mas.
Empezado el amanecer, aparecieron las primeras ráfagas de sol y al joven militar ya
solo le quedaban 11 kilómetros para llegar a su destino. El paisaje era bastante árido y
daba la sensación de que iba a ser un día muy caluroso.
Tras tener que dar un par de vueltas, por fin dio con la casa del ex soldado Mark, era
una pequeña granja convertida en hogar, podía verse el cercado hecho de madera que
rodeaba todo el terreno. Howard aparcó su Ford delante de la entrada principal y se
apeo del coche. El sol le estaba dando directamente en los ojos, por lo que tubo que
ponerse sus gafas de sol. Caminó hasta llegar a las pequeñas escaleras que conducían a
la puerta principal. La casa estaba totalmente fabricada de madera y pintada en un
color salmón que ya se le notaba el paso del tiempo. El Teniente se dispuso delante de
la puerta, carraspeo un par de veces para aclararse la voz y llamó al timbre que sonó de
forma automática. Pasados veinte segundos una chica rubia abrió la puerta...
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