Cuenta esta historia,que en un antigüo monasterio,
cada vez que un discípulo después de un largo período de aprendizaje,quería consagrarse a monje,
debería pasar por la prueba de las manos ante el
gran sabio del templo.
La misma consistía en pararse frente a él,con am-
bas manos extendidas, y las palmas hacia arriba.
Luego,el anciano se acercaba y las tomaba por deba
jo entre las suyas; y así mirándolo le hacía dos
preguntas: ¿Díme tus miserias?,¿Díme tus virtudes?
De este modo,antes que el discípulo respondiera,el
maestro aprobaba o reprobaba al postulante.
Ya muy enfermo el anciano,debía legar a su sucesor
el secreto de su sabiduría,aplicada en cada elec-
ción.
El nuevo sabio,que regiría los destinos del monas-
terio le consulta:
-Gran Maestro,¿cómo haces para saber si un dis-
cípulo,está o no preparao para su consagración?
Entonces,le responde:
-Cuando hago esas dos preguntas,sólo aquel con
un corazón inocente,me seguirá mirando a los
ojos;sin importarle que vea sus miserias.
Y así,veo sus virtudes.
En cambio el otro, mirará fijamente sus dos ma-
nos,preocupado por si veré sus virtudes.
Y así, veo sus miserias.
Nita Moreno Paz.
Es uno de los más profundos y bonitos que he leido ultimamente Te felicito Fuerza y exitos Un abrazo Eliseo