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Categoría: Hechos Reales

Las campamochas

Anibal coleccionaba campamochas, desde una vez que en un viaje a tierras más cálidad fuera y viera caído un nido de campamochas, (Mantis Religiosas) en una caja de cristal confeccionada especialmente para que de ahí, del mismo nido, pudieran nacer sin pasar dificultades y sobretodo, no pasar fríos´pues son de tierra cálida.

La caja de vidrio que mandó a hacer, tenía múltiples divisiones ya que de cada nidito se espera el nacimiento de unas trescientas criaturitas. Criaturitas que para Anibal a sus once añitos eran como un juguete al que cuidara tanto pues aún a esa tierna edad estaba muy conciente que sus animalitos, aunque fueran solamente unos pequeñitos insectos, tenían vida.

La mañana del lunes, después del viaje de fin de semana, le era triste, ya que, aunque amaba ir a la escuela, debía dejar solos a sus recién nacidos retoños. En cada compartimento de la caja grande, con esmero y cuidado, había colocado hojas de algún árbol para que además de estar a la sombra, de tener dónde guarecerse, tuvieran algo que comer, pues de otra manera se podrín comer entre ellas.

Después de dejarlas así a buen resguardo, con un cristal grande haciendo las veces de cubierta para la caja de sus animalitos junto a la ventana de su habitación, partió pues otro lunes a su escuela con gran contento a platicarle a sus amiguitos lo bello que era ver nacer a sus crías y lo mucho que le entretenía ver por ellas, separarlas y alimentarlas. Estaba maravillado de sus grandes ojos, sus manitas en pose de oración junto con sus largos brazos, le sirven a este insecto carnívoro para poder atrapar a su presa, que en este caso podía ser un quintal de mosquitos cultivados de una naranja en descomposición o algún vegetal, que sé yo. Pero comida no les faltaba, hasta yo cooperaba.

La llegada del invierno, hizo que la posición del sol, o el de la Tierra, diera un giro y entrara directo por la ventana de la recámara y un día de escuela, después de hacer todos los ritos para los cuidados de sus muy queridos animalitos, ver que no les faltara agua, sus mosquitos y sus hojas grandes para cubrirse si acaso mucho sol les diera, regresó tal día de la escuela y en efecto, el sol había entrado tan fuerte y de tal manera que... algunos de los más pequeños que parecía habían desaparacido, estaban cubriéndose del rayo directo de éste, pero al estar tapada la caja de cristal, se hizo una especie de horno demasiado caliente.

Anibal, quien al pricipio sospechaba de una fuga masiva, alzando las hojas se pudo dar cuenta,que cómo escondidos estaban los pobrecitos. Más nada había ya por hacer. El calor excesivo muerte les había dado. Quizá murieron cocinados decía, pobrecitos. Tendré que ir este fin de semana a ver si tengo la suerte de encontrar otro nido, pues a estos les lloro porque los quería ya, y no hay derecho a que hayan muerto de tal manera, traeré otros y los cuidaré más para que no mueran.

Dicho esto secó sus lágrimas, se dispuso a limpiar la cara caja de cristal y a pensar en el fin de semana entrante y en el lugar indicado para encontrar a su nuevo nido de donde nacerían otra vez los animalitos. Y esto así fue, y le duró más el gusto, los cuidó por más tiempo y en cada cambio de piel, estaba atento, para que ninguno sufriera de asfixia al no poder sacar por entero la piel ya muerta.

Este cuento seguirá más adelante y a Anibal le hará muy feliz describir la vida de la Mantis, a él le parece muy interesante, esos brasitos retraidos, pegados a su pechito y su cabecita que da giros de 360 grados le impresionan de tal manera que los compara con el hombre trabajador, con el hombre que se alista para mirar a todos lados y tener mayor proyección en un futuro y a esos brazos los toma como ejemplo, pues son oportunidades y hay que estirarlos cuando éstas se presentan ya que a las oportunidades, se dice hay que tomarlas a la velocidad con que las Mantis estiran sus largos brazos antes de que se marche su presa, velozmente o se van.

Y aunque este cuento pretende tener una segunda parte, queda muy claro el carácter de un niño que ahora ya es un hombre exitoso, siempre alerta, siempre girando en torno para no desaprovechar oportunidades de trabajo, de amores, de todo; y eso, lo sacó de un ejemplo de un pequeño insecto, que la verdad no les son ni agradables a muchas personas, pero son una lección de lucha, de sobrevivencia y así hay que tomar de todo una experiencia, tal como lo hace Anibal.



Lara Elra Cira

Anibal no es el nombre real del chico que coleccionaba con tanto respeto a estos animalitos o insectos, pero no sabiendo si desea que se sepa de su afición a la naturaleza, me reservo el nombre de quien protagoniza dicho cuento. Cuento o hecho de una vida real, pero cuento porque soy yo quien lo cuenta y con todos los derechos reservados, con un grato recuerdo y con muchísimo amor por "Anibal". Hombre ahora de tanta nobleza, te comprendo, te quiero mucho y por sobretodo: ¡¡¡te felicito!!!
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 4.82
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
laura
invitado-laura 27-08-2003 00:00:00

La música es genial,¿de dónde la has sacado?me gustaría conseguirla.

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