Había una vez un atractivo perro que era muy coqueto, que era maravillosamente gentil y que más que todo era el ser más sincero sobre el planeta tierra, por otro lado había un tigrillo que era muy respetuoso, algo celoso, un poco posesivo, un tanto criticón, pero que cuando amaba era el más entregado y fiel hombre de todos.
Una vez, una ratoncita se cruzó por el camino de estos dos adorables y muy diferentes animales, la ratoncita de esta historia, quedó absolutamente deslumbrada por la belleza y la atracción que ejercía sobre ella ese fantástico perro, así que decidió intentar construir una historia de amor, las cosas marchaban bien, hasta que se dio cuenta que su compañero no parecía darle mucha importancia al asunto, que no la visitaba y que además estaba muy poco pendiente de ella, solo se vieron 3 o 4 veces en el mes que estuvieron juntos, así que la ratoncita se cansó de esa indiferencia y decidió alejarse definitivamente, lo que ella no sabía, era que para el perro era muy complicado expresar todo lo que por ella sentía, pues no estaba acostumbrado a entregar su corazón por miedo a que lo lastimaran, la ratoncita que ignoraba eso no lo pensó dos veces para terminar con lo que ella consideraba era una farsa, pasado un tiempo, apareció nuestro tigrillo que al Principio no fue para la ratoncita nada más que otra especie, común y corriente, de un momento a otro y por una de las locuras de la vida, la ratoncita se cansó de su vida calmada y muy pensada y de siempre tener miedo de las consecuencias de sus actos, así que decidió aventurarse y aceptar la propuesta de noviazgo que le ofrecía el tigrillo, lo que comenzó como un experimento pronto se convirtió, en algo serio, el mismo día que la ratoncita aceptó al tigrillo, el perro, le pidió que volvieran, cosa que ella había esperado por mucho tiempo…