Hoy es lunes, y Guillermo considera improbable la idea de decirle hoy lo mucho que puede sentir a Silvia, la estudiante más guapa e inteligente del instituto.
Hace unos meses que Guillermo conoció a Silvia se presento de la manera más inocente y desde aquella vez cree ser su amigo, aunque ella no lo sabe. Más que mudo amor, Guillermo siente admiración por Silvia, la cree perfecta y hermosa lejos de sus posibilidades mediocres. Apenas se devuelven el saludo y Guillermo ya está sudando como un tonto y su ruina empieza cuando Silvia empieza a hablar con una delicada voz que él escucha atento como si se tratará de una lenta melodía sinfónica. Esta demás explicar que Guillermo, sin saber porque, está enamorado o embobado con Silvia, no hace más que escribir su nombre en papeles que avergonzado desecha cerca al tacho de la basura; muy a menudo Guillermo sueña con Silvia, se esfuerza por pensar en ella para que luego ella aparezca consciente en sus sueños.
En la hora de receso Guillermo práctico frente al espejo del baño lo que no le diría a la cara a Silvia jamás, o al menos hasta el viernes. Piensa que su proposición terminará en rechazó y es que el sólo se siente seguro nada más que cuando hace el rídiculo. Parece que Guilermo tendría que esperar hasta el día siguiente para después de un gran esfuerzó declarar su amor oculto por Silvia.
El martes parecía un buen día, pero un tedioso examén lo soprendió,Guillermo sabe muy bien lo mal que dejá una prueba a Silvia, se enfada con el primer idiota que se le cruze en el camino y él, por lo general, suele serlo. Tendría que esperar hasta el miércoles pero aunque fuera así que le diría, ha prácticado miles de horas frente al espejo y este siempre le respondió negativas. Guillermo piensa erroneámente que es una buena idea pedirle consejos al insoportable de Jesus Salcedo, un compañero de clases que se la pasa escribiendo cartas a chicas imaginarias, cartas que Guillermo lee mientras el tipo aquel va a devorar su octavo sandwich de pollo a la cafetería del lugar. Luego de entrar en razón Guillermo considera fatal tal decisión.
El Miércoles parece un buen día sino fuera porque Guillermo ese día práctica su deporte favorito: el futbol soccer. No, el no dejará de prácticarlo, además el amor puede esperar, total el anda esperando hace veinte años. Jueves al fín, la lluvia fría de esa mañana altera su preocupación, Guillermo piensa que las próximas horas serán decisivas para él y su futuro sentimental. Se arregló como siempre y mientras tomaba su desayuno de rigor miraba a la vez las noticias cuando la conductora mandaba a la tanda publicitaría, Guillermo estaba a punto de cambiar el canal cuando un comercial llamó mucho su atención, erá sobre una película española que el no pudo apreciar en el cine porque no lo dejarón entrar, dijerón que era menor y el sospechó que era el de menor número de neuronas. Guillermo había esperado tanto esa película que no tuvo más remedio que seguir postergando su declaración, pues ni bien acabarán las clases él correría como poseído a casa. Al terminar su taza de chocolate Guillermo pensó que el viernes es un buen día para enamorarse.
Viernes por fín, Guillermo durmió poco, hasta la madrugada se mantuvo despierto y prácticando su breve discurso con la pared pero a pesar de ello se levanto optimista y con mejor ánimos que en días anteriores: hoy es el día, se dijo. Se vistio esmeradamente, lustro sus botas y saco las telarañas de los agujetas, se lavó el cabello y luego de mucho pensarlo dibujo, con ayuda del peine, una raya al lado derecho de su cabeza. Ese día Guillermo llegó temprano a clases, tuvo que esperar un largo momento mientras el señor de la limpieza ordenaba su salón. El día pasó veloz y Guillermo supo que la espera desespera. Luego de escuchar el timbre de salida Guillermo guardo sus pocas cosas, aceléró el paso pues estaba decidido a no dejar pasara la esperada oportunidad, tenía que interceptar a Silvia y decirle lo extremadamente enamorado que estaba de ella, parecía fácil en teoría pero en la práctica Guillermo como en muchos proyectos fracasó.
Al salir pisoteando a todos y gritando permisos hasta a su propia sombra, Guilllermo alcanzó a ver a Silvia penso que el momento era el ideal pero la realidad reventó su globo ilusionado, pues luego de llegar jadeando muy cerca a las espaldas de Silvia pudo observar con pena y derrota en los ojos como esta abrazaba y besaba al cretino de Jesus Salcedo que si tuvo la suerte de enamorarse el viernes.
Si, yo estoy segura que cuando te sientes enamorado, ese es el día, ni lo postergues ni lo dilates. En realidad el cuento esta bien hecho, bah, como siempre, Jesús Salcedo hace lindos sus cuentos...