Tercera Parte
Pumka estaba cabalgando a lomos de Kafko y Punk en su hombro. Huían de la Gólgora. De repente, Pumka observó que una flecha se había clavado en el cuello de la Gólgora y calló muerta. Pumka se extrañó mucho quien era el que lanzó la flecha a aquel animal tan espantoso. Pumka se desmayó, y se despertó en un lugar extraño, fuera de aquel valle tenebroso. Se preguntaba donde estaba, pero lo que sabía era que no estaba sola. Allí, al lado de una yegua marrón, estaba un chico guapísimo. Tenía ojos azules y pelo negro y ondulado, pero le llegaba por los hombros. Debía tener catorce años. Pumka le preguntó:
- ¿Dónde estoy?
- En el Valle de Norhak. Mi nombre es Rodric, hijo de Roderic, soy príncipe de Nothingland. Tengo catorce años. Estoy aquí porque me gusta vivir aventuras junto a mi yegua, Tanna. ¿Podría venir contigo? Te guiaré y te protegeré de los malvados.
- Mi nombre es Pumka Scrull y tengo doce años, tres años menos que tu. Ahora tengo hambre – decía sacando pan y queso.
- Pumka, ¿Por qué comes esto?
- Es lo único que tengo.
- No te preocupes – dijo Rodric -, yo vengo bien preparado de comida. Usted guárdese eso, Pumka. Te voy a hacer tomates, salchichas y rico y crujiente beicon con un poco de patata. Tu ves a dar una vuelta.
Así lo hizo fue a dar una vuelta, y cuando volvió, se encontró un plato con salchichas, beicon, tomates fritos y una patata grande y dorada. Luego Rodric la dijo:
- Debes recuperar fuerzas. Es largo el camino. ¡Anda, come!
Pumka se puso a comer, y luego continuó con la misión. Punk se había subido a la cabeza de Kafko, y el caballo aun comía la hierva del suelo.
- ¿Adónde vas?-preguntó Rodric.
- Debo ir al Núcleo de Fuego, a coger la Piedra del Dragón y acabar de destruir a Dirthaun. Yo le derroté en mi tierra, Derkel. Pero no le maté.
- Por la mía hubo ningún problema, pero, hace tres días, lo arrasó todo. Ahora se está reconstruyendo. – luego se montó en su yegua. – Vamos, Tanna.
Pumka y Rodric cabalgaron con sus caballos y llegaron a la Explanada de los Vientos. Allí Rodric sacó su espada y advirtió a Pumka:
- ¡Debes vigilar! Aquí se esconden los Nómadas de la Muerte! Morguns, espectros, ni vivos ni muertos. Cuando ven alguien sólo, le matan. Tu arco es bueno, pero debes andar con cuidado.
- De acuerdo, Rodric.
Esa explanada siempre estaba oscura, y de la niebla salió un Morgun. Medía un metro ochenta e iba con un traje negro y encapuchado. Cogió a Rodric por el cuello y le tiró a una pared. Luego, Pumka sacó su arco y clavó una flecha en la cara al Morgun, y en un momento, mató al resto de Morguns. Luego acudió a Rodric, diciendo:
- ¡Vamos! ¡Despierta!
- Si – decía levantándose -. Eres muy valiente, gracias. – luego la miró -. Hay algo que debo decirte. Yo... yo... te quie... te quie... te quiero. Cuando te vi, me enamoré de ti.
- Gracias. Yo también te quiero, pero he de cumplir mi misión. Tu puedes acompañarme, pero tienes un poco de sangre en la frente.
Pumka sacó de su mochila una pomada y le puso un poco en la frente. Rodric la dio un beso en la boca y Pumka se puso colorada. Siguieron el viaje, a lomos de sus caballos. Después de cabalgar ciudades y ciudades, llegaron a los pies de una montaña de fuego, era el Firennucly, o cómo lo conocía, el Núcleo de Fuego. Pumka, antes de entrar, dijo unas cosas a Rodric:
- Ahora, quiero que me hagas tres favores. El primero: cuida de Punk y Kafko hasta que vuelva. Segundo: si he ganado, y no vuelvo, ven a buscarme. Y tercero: no pierdas la esperanza y espérame aquí.
- Por supuesto que lo haré. Cuidaré tus animales, que son muy fieles a ti. No pierdas tu la esperanza, todos dependemos de ti.
- ¡Adiós!
Después de darse un abrazo, Pumka se adentró al Núcleo de Fuego donde tendría que matar a Dirthaun y conseguir la Piedra del Dragón, que reconstruiría su país y los otros que fueron arrasados.

¡¡¡“No os perdáis el final, que es muy guay”!!!