Esta era una niña que asiduamente iba a la escuela muy presurosa luego de ayudar a la madre preparar los tamalitos que venderian en la puerta de las escuelas, fueron casi 4 los años en que cargaba una mochila azul, el color ahora era casi plomizo, pero la suerte le llegaría un día se decía a sí misma y nutría la mente de su pequeña hermana con mimos y deseos de lograr un mundo mejor y prodigar a la madre de amor y no verla sufrir.
Esa mañana en que Raquel partía a la escuela como de costumbre besó a su madre en la mejilla
al llegar a la escuela fue detenida por una sombra clara y brillante y desde ella salió una voz que le dijo, hoy es tu día niña.
Ella al oirla quedó presa de alegría y retornó a casa saltando y corriendo, al llegar la madre le dijo por qué habría regresado de la escuela,la niña repuso que oyera una voz en el que se anunciaba que ese sería su día. Y así lo fue, porque al introducir la mano dentro de su mochila para vaciar los libros que contenía pudo palpar un barrote grande de metal, cual fuera su sorpresa que al extraerla su madre cayera desmayada.
Es orrrrrro, gritó y corrió a comunicar este hecho a todos los vecinos del barrio.
La madre en unos minustos pudo recobrar lucidez y pensó que no sería apropiado compartir el oro con todos pues así que quedarían tan pobres como antes pues todos es decir la gran mayoria del barrio San Juan lo eran.
Pero, ella que amaba a todos no dudó mas y fue a contarselo a todo el vecindario, pronto vinieron uno y otro para compartir. Ella estaba segura que alcanzaría para todos y así fue.
Aquel oro era maleable y parecía que fuese una masa de harina en cuanto ella retazeaba iba en aumento y no podía acabarse nunca.