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Categoría: Misterios

Las tres viejas vestidas de negro

Allí estaba el viejo Anacleto esperando con paciencia que Dios lo enviará a buscar. Ya no podía seguir sufriendo sobre aquella vieja e incómoda cama. Ya no podía seguir sufriendo la presencia de aquellas tres viejas vestidas de negro que espraban la hora para acompañarlo en el camino hacia el otro mundo.

No era justo, Dios no había sido justo con él. Diez años de enfermedad eran sufiente, prefería arder en las pailas del infierno que pasar un día más entre los vivos, cuando realmente ya había fallecido hacía tiempo.

El viejo reloj en la pared lo sacaba de quicio. Marcaba las 11:59. El reloj había dejado de caminar hacía ya cinco años. Se detuvo de momento y jamás volvió a marcar una nueva hora. Sin embargo, sabía, estaba seguro que de un momento a otro el viejo reloj volvería a funcionar. Lo supo cuando vio entrar a las tres viejas vestidas de negro unos minutos antes de que le diera un fuerte dolor en el pecho.¡Por fin Dios se acordó de él! No temía morir, la muerte jamás podría ser peor que aquella endemoniada enfermedad que lo consumía lentamente.

Las viejas sonreían sentadas en el viejo banco que él había construido cuando gozaba de salud. Eran idénticas las malditas viejas. Murmuraban y señalaban con sus flacos dedos la hora que marcaba el reloj.

El tic-tac se había adueñado del silencio y el viejo esperaba el punto final que no llegaba. Aquuel minuto parecía eterno. El reloj seguía marcando y las tres ancianas se inquietaban,de repente se pusieron de pies y se pusieron al frente del reloj. movieron sus cabezas al unísono y volvieron al banco.

El viejo tocía cada vez más fuerte, su pecho quería explotar, apenas podía respirar, sentía que sus pulmones colapsaban. Hizo un esfuerzo sobre humano para sentarse, pero sus fuerzas no le daban.

El silencio volvió a interrumpir el tic tac del reloj. La aguja que marcaba los segundos se había detenido de nuevo. El viejo se percató y dio un grito de dolor.¡NO Dios mío!¡Acaba con esta agonía! Las tres viejas vestidas de negro volvieron a levantarse, sus rostros inmutables mostraban coraje. no esperaría más.se irían y regresarían cuando el reloj volviera a caminar.

El viejo estaba sorprendido, quiso detener a las tres viejas vestidas de negro, pero sólo le quedaban calorías para poder expirar a la hora de la muerte.

El sol apareció de nuevo. Afuera cantaban los pájaros madrugadores y el perro Polito corría a una gallina que huía como alma que lleva el diablo. Otro día, una nueva espera.

El día volvió a morir. El viejo había sobrevivido una vez más, una vez más sintió el peso de la enfermedad, una vvez más se quejó de Dios, lo culpó de todos sus sufrimientos.

Logró fijar su mirada moribunda en el viejo reloj. Las agujar marcaban las 11:59 y 45 segundo.
Escuchó el ruido de la puerta y percibió la presencia de las tres viejas vestidas de luto. Volvieron a sentarse en el banco de la esquina. Esa noche parecían estar de buen humor y contentas. Una de ellas sacó un librito e hizo anatociones en el mismo. Escribía la hora exacta que marcaba el viejo indicador del tiempo.

Tan pronto terminó de escribir el reloj volvió a marcar el tiempo. sin embargo notó que la aguja que marcaba los segundos se mantenía detenida. sólo se escuchaba el sonido del tic-tac.

Afuera la luna se escondía detras de un inmensa nube negra. Las estrellas se escondieron y los insectos nocturnos rezaban por el viejo que parecía comenzaba a despedirse del mundo de los vivos.

El perro se acercó a la cama y escondió su rabo entre las patas, miró a las tres viejas vestidas de negro y dejó escapar un quejido.

Un pensamiento horrible se apoderó del viejo. Pudo ver en un instante su vida de maldad y de pecado. Cada escena se presentó claramente, escuchaba los gritos de su sobrina cuando abusó de ella cuando tenía diez años, pudo escuchar os gritos de sus hijos cuando la emprendía a golpe contra su esposa hasta dejarla casi muerta a causa de la golpiza, pudo ver los actos de brujería que había hecho contra sus vecinos, vio sus crímenes cometidos bajo la sombra de la noche y recordó con horror la noche en que sacrificó su mejor vaca e hizo un pacto con el diablo para adquirir el amor de Maria.

Ahora temblaba, ahora pedía perdón a gritos, ahora no deseaba morir, sólo clamaba por una oportunidad, quería vivir de otra forma, estaba arrepentido de sus pecados.

Las tres viejas volvieron a ponerse de pies. Se acercaron al lecho del moribundo. Sus ojos chocaron con la mirada de aquel infeliz, entonces una fuerte brisa entró al cuarto y el viejo reloj cayó al suelo. las agujas se habían desprendido.volvió el silencio. un chango entró al cuarto y se colocó en el pilar de la vieja cama.

Las viejas vestidas de negro se miraron y la más vieja de las tres exclamó:Volviste a escapar de notras!¡Te volveremos a visitar dentro de diez años más!
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
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