Noche de luna llena, a la orilla de un arroyo en el bosque.
Pedro: Solos tú y yo amada mía,
frente a las plateadas
aguas de la noche fría.
Ana: Solos tú y yo amado,
reclinar mi cabeza en tu pecho
me es de gran agrado.
Pedro: Ver las lejanas estrellas,
lejanas en tiempo y espacio,
nuestro amor fluye despacio
y en tus ojos las veo a ellas.
Ana: lo que observas en la mirada
sólo son constelaciones del pasado,
hoy se han manifestado
por ser tu amada.
Pedro: tanto amor en un cuerpo
en un instante de tiempo,
tanto amor, tanto cielo,
ángel de largo pelo.
Narrador: Al escuchar el último verso, Ana entra
en las aguas del arroyo.
Ana: He aquí las aguas del leteo
que hacen olvidar al que las bebe,
soy un ángel guardián de Teo,
bébelas si quieres que te lleve.
Narrador: Pedro bebió las aguas y fué purificado.
Olvidó su vida terrena y ante el señor
fué llevado; pero por nadie fué
jamás recordado.
FIN.