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Categoría: Terror

Llamada de la Muerte II

666. Ese era el número que aparecía en la pequeña pantalla de mi móvil. No sabía si se trataba de una broma pesada o si, por el contrario, me estaban llamando realmente desde el infierno. Sea lo que fuere, el caso es que apagué el teléfono y lo oculté en lo más profundo del cajón de la ropa interior.

Cada día me levantaba de la cama más aterrorizada que el día anterior, me sobrecogía en cuanto alguien pronunciaba mi nombre y desconfiaba de todos los rostros con los que me cruzaba por la calle. Porque cualquiera de ellos podría estar espiándome o reservándome alguna fatal jugarreta.

Opté consecuentemente, por dejar de salir con tanta asiduidad y permanecía horas enteras enclaustrada en mi cuarto, observándo cómo las agujas del reloj giraban y giraban sin que nada pudiera detenerlas. Era mi pasatiempo preferido: esperar a que ocurriese algo, a que llegara un desconocido que me librase por fin de ese martirio que estaba padeciendo. Esperaba a que la Muerte diese la cara.

Horas y horas, días y días, semanas y semanas, y nada anormal sucedía. La vida continuaba y yo me la estaba perdiendo por un temor, tal vez ficticio o tal vez no, pero que en cualquier caso, me estaba privando de mi libertad. Y fue entonces, cuando decidí cambiar de táctica. Me relajé y aposté por continuar adelante, seguir viviendo.

Fue un error.

Salí de casa única y exclusivamente para tirar la basura. Era de noche, pero el contenedor estaba a escasos metros de mi portal. Los suficientes.
Regresaba ya, cuando presentí algo a mis espaldas. Aligeré el paso, pero la sensación continuaba presente. Entonces me giré y me sobresalté al ver cómo un gato negro me observaba con atención. Yo debí asustarle también, dado que corrió a ocultarse bajo un coche.
"¡Qué tonta!", pensé.
Intenté continuar mi camino, pero algo me impidió hacerlo. Una barrera con forma humana me obstaculizaba el paso. Y digo con forma humana, porque aquello no era una persona. Su rostro flaco y delicado me sonreía maliciosamente, dejando al descubierto unos afilados dientes amarillos. Largo y cano era su cabello, que bailaba al débil son que la brisa nocturna tocaba. El ambiente pronto quedó embriagado de un amargo hedor a humedad y a mil extraños olores más, que me era imposible identificar.
Me quedé paralizada del terror, no podía apartar la mirada de aquellos diminutos ojos negros que me observaban.
Entonces sentí una fría y húmeda mano sobre mi pecho, justo a la altura del corazón. Al momento, una vorágine de imágenes atravesaron mi mente en cuestión de segundos antes de caer desplomada al suelo.

Desperté varios días después en la cama de un hospital. No recordaba nada, sólo lo que acabo de contar. Miles de preguntas quedarán sin respuesta, mares de dudas sin resolver. El caso es, que la llama de mi vida se iba poco a poco consumiendo y mi corazón, incomprensiblemente para los médicos, envejecía a pasos agigantados.
Por ello, tengo que dar las gracias a mi prima Raquel, la encargada de escribir esta historia cuando yo ya agonizaba en mi lecho.
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
  • Media: 5.62
  • Votos: 45
  • Envios: 2
  • Lecturas: 3251
  • Valoración:
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Comentarios


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5 comentarios. Página 1 de 1
star
invitado-star 31-07-2003 00:00:00

me pareces original pero necesitas un poco mas de creatividad literaria por que tus cuentos no tienes nada de terror solo podria decir de misterio aprende a escribir niña................

akora
invitado-akora 28-07-2003 00:00:00

estaría bien si se hubiera redactado correctamente. la historia es buena eso parece, pero los adjetivos y las califcaciones a las situaciones no son nada buenas.

María del Carmen Guzmán
invitado-María del Carmen Guzmán 24-07-2003 00:00:00

Muy bueno tu cuento. Sencillo y corto, pero sabiendo llevar al lector. Espero que sea sóo eso, un cuento, y que te encuentres bien de salud.

Ana I. Kavaniyas
invitado-Ana I. Kavaniyas 24-07-2003 00:00:00

... y seguiré dando el coñazo con nuevos cuentos, pese a quien le pese.

Lisandro Cruz
invitado-Lisandro Cruz 24-07-2003 00:00:00

A lo mejor quien te llamaba era el cobredor del telefono celular, y el que estaba detras tuyo era la cara de un acreedor, ponete al dia con las deudas, ya que si fuiste al hospital deberas pagar alli tambien.Buen cuento.

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