Pata ti qué es más poderosa: ¿la inteligencia, la razón o la compasión? le dijo un día un sabio a otro sabio.

Sin duda mi buen amigo la inteligencia es la más poderosa de todas ellas. Sin inteligencia no atendemos a razones, si no razonamos no podemos distinguir la lógica del corazón y sin corazón no poseemos compasión.

No estoy de acuerdo le contestó el otro sabio, yo pienso que la compasión es más poderosa que el resto. Sin compasión no podemos perdonar, sin perdonar no podemos comprender, sin comprender no podemos razonar y si no razonamos es porque no tenemos inteligencia.

Estando ambos sabios en esta discusión vieron a lo lejos a una buena mujer que se acercaba con paso lento por un camino, le seguía detrás un hombre haciendo todo tipo de aspavientos por su lento caminar.

Los sabios pudieron ver que aquella mujer, que de sobra se estaba enterando de la burla que le hacían, sin embargo sonreía y con su pausado ánimo al caminar no alteraba su gesto. Al pasar junto a los dos sabios les dedicó una bonita sonrisa y un saludo cordial y proseguió su camino. Los sabios apreciaron como detrás de ella aquel hombre proseguía con sus burlas intentando e intentando provocar, sin conseguir que aquella mujer se alterara por tal mofa.

De repente la buena mujer se dio la vuelta en mitad del camino y sin mirar al hombre que le hacía burlas se dirigió a preguntarles a los sabios que había dejado más atrás:
¿por favor pueden indicarme qué camino he de tomar para no atravesar aquel desfiladero que se ve a lo lejos?
Los sabios se quedaron pensativos mirando a la mujer y le dijeron: puede atravesar ese bosque que queda a la izquierda pero es un camino lleno de zarzas y espinos que da mucha más vuelta y viendo que su caminar es lento no se lo podemos aconsejar, pues se llenaría de heridas y rozaduras. También puede tomar el camino de la derecha, es una cuesta hacia arriba muy larga, este camino es también penoso y tampoco se lo aconsejamos, se le haría de noche mientras atraviesa la montaña.
Oh, no se preocupen soy precavida, siempre llevo en mi bolsa una capa, así que tomaré mejor el camino del bosque.
¿Porque no quiere atravesar el desfiladero?, es el camino más corto y fácil, le insistió uno de los sabios a aquella mujer.

Es un camino peligroso, -dijo ella- hace unos años mientras iba por él me cayó una gran piedra sobre una de mis piernas y ese es el motivo por el que ahora camino tan despacio, me duele al andar.

Y diciendo esto añadió en voz alta mirando a todos los presentes: muchas gracias seguiré mejor el camino del bosque ya que es el más adecuado para mis circunstancias.

Los dos sabios vieron alejarse a la mujer, seguida por el hombre que de nuevo reanudó sus burlas ya que ella ya no le miraba. Uno de los sabios entonces pensó: esta mujer es inteligente, sabe que ese hombre le va haciendo burlas y por eso ha dado en voz alta una perfecta excusa para poder elegir irse por un camino espinoso y que el hombre que le sigue, que no lleva ninguna protección, se pinche con tantas zarzas que termine abandonando su empeño en tanta burla.

El otro sabio en cambio meditó: esta mujer es compasiva sabe que el hombre que le va haciendo burla podría sufrir el mismo accidente que sufrió ella y no desea que a él, a pesar de que se burle tanto, le suceda algo tan malo, tomará el camino del bosque, se protegerá con su capa pero le indicará al hombre que se vaya por la montaña para que no se lastime por no llevar protección y así se librará de él pero sin que nadie sufra ningún daño.

Los sabios se quedaron entonces mirando hacia las dos personas que se alejaban de ellos camino del bosque.

Pero cual no sería su sorpresa cuando vieron que aquella mujer unos pocos metros más allá se detuvo, sacó de su bolsa una capa y volviéndose hacia el hombre le dijo:
Tome, vamos a entrar en un bosque, a partir de aquí el camino será espinoso, prótejase bien, no vaya a lastimarse con tanta zarza.

Asombrados por tal proceder ambos sabios no pudieron evitar salir corriendo detrás de aquella mujer. Al llegar junto a los dos caminantes, uno de los sabios dijo con la voz entrecortada pero lleno de entusiasmo: ¡asombroso! ¡qué inteligente es usted buena mujer!, a la maldad de este hombre responde con tanta bondad que anula la mezquindad de su mal proceder, así el hombre viéndose vencido abandonará su burla, le devolverá su capa y le dejará en paz.
La mujer callada le miró a los ojos, no dijo nada.

Entonces el otro sabio exclamó: yo sé que no lo ha hecho por inteligencia sino por compasión, ¿no es asi? ¡Qué compasiva es usted buena mujer! a pesar de la burla no quiere que ese hombre se lastime, se compadece de él y por eso le ofrece su capa, se sacrificará unos metros adentrándose en el bosque con él y pinchándose con las zarzas, luego lo perderá en una parte frondosa y regresará para atravesar el camino de la montaña, sabiendo que él ya no le sigue, pero que tampoco se hará ningún daño en su nuevo camino.

La mujer miró a los dos sabios y a aquel hombre que con la capa en la mano aún no entendía el porqué de aquel gesto y con la voz templada les dijo:

Pues no, la verdad es que mi única razón es esta:
este hombre lleva siguiéndome durante todo el camino, no sé sus motivos pero tras esta larga caminata ya he comprendido que no va a cesar en su empeño, así que he pensado que protegiéndole con mi capa, suavizaré su burla y entonces sé que curará mis heridas, cuando yo me lastime con esas zarzas.


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Si no tienes una buena razón para burlarte de alguien eres un necio y si crees tener una buena razón para burlarte es que no tienes compasión.

La razón por la que hacemos las cosas es lo más poderoso de este mundo.