Fue un domingo, donde sin adivinar siquiera que tratando de evadir mis penas y pesares, me encontraría contigo. Quien a partir de ese momento te has convertido en la parte más importante de mi corazón. El cual late con cada correo tuyo, con cada palabra escrita, con el susurro de tu expresiva voz y con la tierna mirada que siempre he visto en tus ojos...
Ese encuentro ha seguido en cada noche, noche para entregarnos mutuamente a este sentimiento de amor, de deseos ocultos y de esperanzas compartidas.
Las horas se vuelven días, compartiendo ilusiones, leemos todo mil veces, buscando intenciones y sólo dos pantallas llenas de sensaciones, son testigos de mil preguntas y conversaciones.
¿ Cómo puede ser así ? Nos preguntamos, sin todavía obtener una respuesta.
¿ Por qué tantas emociones ? Son sueños que fluyen en la noche callada, son corazones que hablan y se desvelan sin detener el tiempo, la magia nace y se convierte, la distancia no existe, sólo hay anhelos, sólo hay amor.
Invento de la ciencia que sin saber ni planearlo, regala a miles de corazones felicidad y esperanza, de encontrar el amor en cada sala, corazones que caminan en solitario vagar, buscando lo que necesitan...hasta poder encontrar la semilla que del amor nace... y no conoce fronteras, ni medios, ni nacionalidades.
Atrapados en este medio, se llevó a una realidad nuestro sueño: conocernos fue una prueba de que nuestras almas se conocían más que tú y yo...
Nuestras miradas se cruzaron y con ellas quedó mudo, el gemido que de nuestras voces quería escapar...
No hubo fronteras para impedir amarnos, aunque fuera con sólo nuestras miradas, con sólo nuestros labios que sin hablar decían tanto...
Desde entonces...es más intenso el deseo de estar juntos, de amarnos sin barreras, de agotar tantas ganas contenidas y tanta pasión engrandecida.
Te amo bebito y este relato es dedicado a ti, quien con tu presencia, le has dado brillo a mi vida.
Tu Lucero.


Dedicado a: Fernando Aliága.