-¿Dónde estuviste todo este tiempo?-, pregunté, mas ya sabía la respuesta,
- Buscándote, pero como siempre, no me esperaste... -
Y así fue de nuevo. Cuando su alma habló a la mía, sin decir una palabra supe quién era. Llevaba vidas buscándolo mas nunca aprendía a esperar y reaccionando por impulso continuaba mi trayecto, dejándole atrás por creer que me engañaba a mi misma creyendo que existía.
Mas un día me detuve, abrí los ojos del alma y estaba allí, ante mí. Le miré incrédula, así mismo me miraron. Le sometí a un riguroso análisis existencial el cual luego me apliqué a mí, porque señores, si no era él es que estaba mal, era yo. Él también me sometió a dolorosas y despiadadas pruebas en su afán de hacerme entender que me equivocaba. Pruebas a las cuáles él también se sometió. ¿Resultado? El que conocíamos desde la primera palabra. Pero la moneda ya estaba echada y otra vez, luego de haberme encontrado, llegaba tarde. ¿Qué hacer? Confirmar. ¿ Y si confirmamos... qué haremos después?
Me parece que aquí nos faltó saber cuáles eran las "pruebas", para entender el desenlace. Saludos.