En la intrincada zona vegetal de un territorio salvaje pastaban cinco venados a la luz del día, debido a la escasez de pasto tierno en el sitio donde estaban, los cinco venados pensaron cruzar el cauce del río para disfrutar el verde alimento que brotaba en el otro lado. Su instinto les hizo recordar que en ese río habitaba un cocodrilo, hambriento y voraz que seguramente estaba esperando el mínimo descuido para saciar su apetito. Los cinco venados vacilaron un rato, para decidirse por cual lado entrarían al río y cruzar su cauce en estampida. Pero no había decisión, ante el temor de que uno de la manada muriera, decidieron separarse y entrar cada uno de manera individual, lo cual a la postre se tradujo en la muerte segura para cada uno de ellos.
Trabajar en equipo para lograr el éxito a expensas del sacrificio de cualquiera de sus miembros, siempre será menos riesgoso que emprender solo el camino sin tener con quien compartir el triunfo o la derrota.
A mi me encantan los cuentos breves de Alejandro Díaz Valero, siempre limpios y siempre cargados de buenas intenciones.