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LA INVASIÓN
Cuando llegaron los ?marcianos? el señor Buster se encontraba de reunión con los sindicalistas.
Muy pocos hombres discutían en el salón que se había ocupado para esa cuestión.
Era la dependencia que utilizaba para sus sesiones habituales el directorio de la empresa.
Se disputaba con fervor el ?precio? por el levantamiento de una huelga y los sindicalistas estaban presionando fuertemente a los empresarios.
Y los empresarios regateaban por el precio que pagarían por la coima.
Hubo una sorpresa generalizada con la llegada de los pequeños hombrecitos verdes.
Estos se sentaron con naturalidad sobre la mesa y observaron detenidamente a los hombres reunidos que miraron con sobresalto a los pequeños duendes.
Los gnomos solamente emitían sonidos para informar exhaustivamente sobre lo que oían y veían, eran unos informantes muy prolijos.
Y en este caso adoptaban poses irónicas y de claro reproche a representantes gremiales y a jefes de empresas que negociaban una huelga tan secretamente a espaldas de los interesados.
Algunos duendes movían la cabeza negativamente señalando su desagrado por lo que ocurría, otros demostraban su reproche apoyando el mentón sobre el puño y los había que apoyaban sus manos con los brazos en jarra sobre la cintura y miraban con desprecio a los reunidos.
Primero fue la sorpresa generalizada y siguió la acusación reciproca de las partes por romper la confidencialidad del encuentro.
La cantidad de dinero que obtenían los gremialistas por vender la huelga era personalmente muy tentadora.
Los ?marcianitos? lo divulgaron palabra por palabra y no hubo para los perjudicados forma alguna de que el periodismo no diera a conocer hasta el mínimo detalle esta sucia operación sindico-empresarial.
El señor Sanchez estaba con su sobrina de diez años de edad en un hotel exclusivo de La Recoleta en una velada muy reservada cuando aparecieron los duendes verdes.
Estos se sentaron alrededor de la cama y con gestos harto elocuentes repudiaban al hombre en su actitud.
La cuestión de los sindicalistas y del señor Sanchez eran cosas aisladas y valen únicamente como ejemplo.
Los misteriosos duendes verdes comenzaron a aparecer en muy distintas situaciones y al par que se hacían mas habituales producían un extraño nerviosismo en la gente, una obvia molestia y una ansiedad en aumento porque podían aparecer en cualquier momento y en cualquier circunstancia en situación muy comprometidas.
Los jefes chinos quedaron estupefactos cuando los pequeños ?marcianitos? verdes aparecieron con toda naturalidad en medio de una reunión que trataba del despliegue de armas estratégicas chinas en Asia.
Inútil fue el esfuerzo de los agentes de seguridad que pretendieron arrestarlos y muy resignados e impotentes se sintieron cuando comprobaron la impotencia de la fuerza.
Los políticos y militares que participaban de la reunión parloteaban desconcertados.
Se suponía imposible que los últimos valladares de la sofisticada inteligencia china fuera vulnerada por ridículos duendes ?verdes?.
Contemplaron una reunión secreta de los demócratas en Washington, y un encuentro secreto de la esposa del primer ministro de Canadá con su amante; todo obsequiado a la prensa detalladamente.
No se sabia de donde habían venido pero las apariciones se hicieron cada vez en mayor numero y los hombres todos, el mundo entero , se sintió vigilado y controlado.
Pero en realidad que eran estos seres?. Porque venían, para que venían y de donde ?.
Se supone que eran verdes porque la imagen de presuntos invasores en la imaginería popular era la de pequeños humanoides verdes.
Y el hecho de que hayan aparecido se estimaba que era por la proyección de nuestra conciencia y de nuestra sub-conciencia, también.
Solo se supone.
Eran intangibles y como todo lo que tenga tal propiedad eran intocables y volátiles. Carecían de temperatura y de olor y no respondían a la gravedad; eran incorpóreos.
Durante los encuentros de la gente por las cuestiones mas disímiles aparecían los ?marcianitos?.
Asuntos de negocios, sociales, sexuales, y de cualquier tipo eran objeto de las molestas visitas.
Y lo mas alarmante era que no se podía acabar con sus atrevidas, desubicadas y molestas presencias.
La aparición de estos nuevos ?personajes? en la vida de la humanidad se hizo un grave problema; la privacidad estaba perdida para la gente.
Como se los podía amenazar si no eran tangibles ni asibles?
Esta cuña terrible introducida para todos los momentos de nuestra existencia era agobiante e insoportable; podían aparecer con sus burlas en las situaciones mas privadas y comprometidas.
iY además eran muy buenos observadores y muy buenos informantes ; todo lo comentaban en todas partes, que era para lo único que emitían sonido.
Era evidente que las culpas eran grandes, porque jamás hubo un reproche tan severo a la conciencia .-
Y quiérase o no -los ?hombrecitos?, los ?marcianitos?, los ?pequeños duendes?, o como se los llame- , para bien o para mal habrían de quedarse por ahora entre nosotros.
¿ Hasta cuando ?
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