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Los sueños de Alonso

La familia de Alonso era muy humilde a pesar de que sus papás trabajaban mucho. Ellos intentaban ser felices cada día, procurando que en su hogar no faltaran las sonrisas y la alegría. 

Salían adelante gracias a la buena cabeza de su padre en materia económica y al ingenio de su madre elaborando platos suculentos a base de ingredientes sencillos y de sobras.
- Mamá ¿qué comemos hoy?
-Garbanzos.
- Buah...
- ¿Y mañana?
- Sopa de cocido.
- Pues vaya...

Alonso no tenía que volver a preguntar para saber que al día siguiente comerían croquetas de garbanzos. No valoraba el esfuerzo que sus padres por él y ya no disimulaba su cara de asco. Él quería tener una tele enorme que ocupase todo el salón de su casa, una videoconsola en su habitación y quería llevar todos los días deportivas de marca como los otros niños del cole . 

Pero lo único que podía hacer era soñar. De modo que todos los días, cuando llegaba del colegio se tiraba en la cama de su cuarto dejando volar su imaginación.

Y soñando, soñando... un día sus pies se desprendieron del suelo y le crecieron unas hermosas alas blancas para volar que le llevaron hasta unas pequeñas islas totalmente inexploradas donde practicó submarinismo rodeado de exóticos peces. Recorrió la gran muralla China de arriba abajo. Subió al Himalaya, al Everest y al Kilimanjaro. Se paseó entre los temibles reyes de la selva, vio a los flamantes hipopótamos chapoteando en el agua, a las esbeltas jirafas comiendo de las copas de los árboles, a los cocodrilos gozando del sol a orillas del río... Viajó alrededor del mundo y visitó Nôtre Dame y la Catedral de Santiago de Compostela. Observó de primera mano la grandeza de la Capilla Sixtina y se puso morado comiendo pizzas. En Nueva York, probó los deliciosos perritos calientes rebosantes de ketchup y también hamburguesas gigantescas…

Alonso continuó soñando todos los días, cada día más y más, sin darse cuenta de que mientras él no hacía nada, sus papás trabajaban durante muchas horas para que a él no le faltase un plato de comida caliente en la mesa. Y así pasaron días, meses y años. 

Tanto trabajaban los papás de Alonso que un día su mamá se puso muy enferma. Estuvo varios días en el hospital muy grave, pero finalmente mejoró y pudo volver a casa. Ese día todo cambió. 

Alonso decidió que iba a ayudar a sus padres trabajando él también y que a partir de ahora, todo el tiempo que tuviera libre no lo iba a malgastar soñando, sino que lo iba a aprovechar en estar junto a esas dos personas que tanto habían dado por él: su papá y su mamá.

Datos del Cuento
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