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Categoría: Terror

Los últimos de Almócita III

Amalia y su hermana entraron, a partir de entonces en una nueva situación. Está claro que una es la esperanza de la otra. Te puedes imaginar que en un rincón perdido tienes que sentirte apoyado por la única persona que hay contigo. Pero ¿Qué pasa cuando eso no es así? ¿Qué hacer cuando tienes la impresión de que tu única compañera es una loca? Pues bien, esta era la nueva situación. Ahora Antonia desconfiaba de Amalia, pensaba que su hermana estaba loca. No se encontraba a gusto con ella. No podía soportar sus continuos llantos, su silencio acusador, su sentimiento de culpa permanente... pero tampoco quería dejarla sola. No confiaba en ella.
Pero si nos fijamos en Amalia nos encontramos con algo parecido. Amalia estaba convencida de que su hermana era una desquiciada. Era monstruoso recordar como había ido convirtiendo al que fue su padre en pequeños trozos de carne, y todavía más aterrador con qué frialdad se lo había comido. Junto a ella tenía la sensación de estar al lado de una demente, capaz de cualquier cosa. Pero tampoco podía soportar la incertidumbre de saber qué hacía cuando estaba sola.
Amalia había tramado ya cual pudiera ser el desenlace de esta terrible situación. Faltaban ya pocos días para ir al cruce y esperar al molinero que les llevaba la harina. Irían las dos juntas, porque ya sabes que no se separaban una de la otra por desconfianza. Amalia aprovecharía para contarle al molinero todo lo que había pasado y le pediría que se la llevara de allí. Si tenía que pudrirse en la cárcel resultaría mejor que morirse lentamente en Almócita, junto a su hermana. Si todos la tendrían que odiar sería más llevadero el odio que el terror constante que estaba viviendo.
Por la noche reinaba el silencio en Almócita. Silencio sobrecogedor para Amalia, porque le recordaba la soledad tan desesperante que estaba viviendo. Tardaba mucho en dormirse y las horas le parecían eternas. Había noches que las había pasado enteras en blanco esperando a que amaneciera, y parecía que nunca iba a llegar el día. Pero ya hacía varios días que dormía algo. Tal vez la había tranquilizado la idea de escapar de allí de una vez.
Una de estas terribles noches se quedó dormida y soñó con Manuel. La miraba con odio y la insultaba:
- Maldita zorra. Ahora está claro que tu madre enfermó por tu culpa. No sólo eres una egoísta, eres también una asesina. Tu hermana y tú hicisteis que muriera mi pobre Angélica y ahora habéis terminado conmigo. Pero Dios hará justicia de estos crímenes. Recuerda sus mandamientos: “honrarás a tu padre y a tu madre”. Vosotras lo habéis quebrantado por las dos partes.
Se despertó horrorizada. Su pulso temblaba y estaba llorando. Tuvo que hacer un esfuerzo para convencerse de que todo era un sueño. Estaba empezando a tranquilizarse cuando algo le heló la sangre: en el que había sido dormitorio de su padre se escuchaban los ronquidos de siempre. De pronto parecía que nada hubiera cambiado. Pero eso no podía ser porque su padre estaba muerto.
Miró cómo su hermana dormía tranquilamente. Estaba muerta de miedo. Los ronquidos se escuchaban con toda claridad. Le habría gustado tener valor para ir a comprobar que allí no había nadie pero no lo tenía. Tampoco era capaz de despertar a su hermana. Así que pasó toda la noche en blanco, como ya estaba acostumbrada pero esta vez oyendo los ronquidos que la atormentaron tanto tiempo y que ahora la llenaban de terror. Si cualquier otra noche le había parecido interminable, esta noche mucho más. Los ronquidos se le iban metiendo en el sentido y parecían inundar toda la casa. Amalia, intentaba concentrarse en otra cosa, pensar en algo agradable, en la libertad que alcanzaría cuando se fuera a la ciudad... pero esos ronquidos estaban a punto de terminar con ella para siempre. ¿Sería que se estaba volviendo loca? No era de extrañar porque toda su existencia era una auténtica locura.
Por fin llegó el día. Amalia tenía mucha prisa por ir a buscar la harina. Antonia notaba que su hermana estaba muy nerviosa pero no le resultaba extraño. Estaba convencida de que se había vuelto loca. Lo único que esperaba era que cada día estuviera más desquiciada.
Volvieron a andar el camino por aquella vereda. Para Amalia esta vez el camino tenía un color especial. Lo estaba sintiendo como el camino hacia la libertad. Sentía por dentro una extraña felicidad. Iba mirando cada paso que daba como si nunca más fuera a volver a pisar por ahí.
Llegaron al cruce de los caminos mucho antes de lo habitual. Amalia había tenido una prisa fuera de lo común. Tuvieron que esperar un rato largo hasta que por fin vieron aparecer al molinero en su vieja furgoneta. Al llegar donde ellas estaban paró el vehículo y salió por la puerta. Antonia se acercó a él y hablaron tranquilamente de las cosas que pasaban en el mundo del que ellas vivían desconectadas. Amalia en cambio se había quedado muda, inmóvil sin atreverse a acercarse a él.
- ¿Qué te pasa Amalia? ¿No vienes a saludar a este hombre?
Amalia era incapaz de reaccionar. Porque su mente le estaba gastando una mala jugada. Ella no estaba viendo al molinero. Estaba viendo a su padre. Cerraba los ojos y volvía a abrirlos pero nada cambiaba. El hombre que ella veía era Manuel en persona. Tenía la cordura suficiente para comprender que era un engaño de su mente. Pero eso no impedía que se sintiera inundada por el pánico. En un momento aquel hombre la miró. En su mirada ella estaba viendo los reproches de siempre: mataste de sufrimientos a tu madre y después a tu padre. El temblor se apoderó de ella.
El regreso hasta Almócita fue desolador. Amalia volvía a andar por aquella vereda de la que se había ido despidiendo todo el camino. De nuevo volvería a su prisión y a su locura. Un futuro negro empezaba a apoderarse de su vida. Un futuro de locura, de ronquidos siniestros y de visiones de ultratumba, acompañada de su hermana en la que no confiaba. ¿Cuánto tiempo podría soportar algo así?
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Angel L. Blanco
invitado-Angel L. Blanco 27-06-2003 00:00:00

...... que a los espanoles con operacion triunfo. Estoy deseando que lo acabes pero a la vez quiero que continue.Escribe la continuacion rapido!!!!!!! y no me tengas en ascuas. un abrazo.

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