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Categoría: Terror

Los últimos de Almócita V

Un temblor se apoderó de las dos hermanas. Ellas estaban ya sacando una terrible conclusión: Manuel había vencido al final.
Amalia, en realidad, se debatía entre el miedo y la duda. Si la presencia de aquellos dos guardias suponía la salida de Almócita pensaba que traía algo bueno. De todos modos esto significaba que tenían que enfrentarse a un futuro incierto.
Antonia, como siempre intentó tranquilizar a su hermana.
- No te asustes, Amalia. Recuerda que si seguimos unidas venceremos.
Amalia guardaba silencio. El temblor de sus manos era visible. Ella misma abrió la puerta casi sin respiración.
Los guardias civiles saludaron militarmente llevando su mano hacia el tricornio. Amalia los invitó a pasar. Entraron en la casa y se descubrieron la cabeza. Uno de ellos llevaba un grueso bigote, parecía el mayor de los dos. Miró a las dos hermanas detenidamente y sonrió.
-Buenos días. Veo que no estáis acostumbradas a recibir visitas en este lugar. ¿No es así?
Amalia contestó con la cabeza. Antonia, aparentemente en calma habló:
-Pues no es muy normal que venga nadie por aquí. Pensábamos que el mundo se había olvidado de nosotras.
-Bueno, eso es casi verdad – respondió el guardia del bigote – nadie se habría acordado de vosotras de no ser por lo que nos trae aquí.
Amalia estaba a punto de estallar. El temblor que se había apoderado de su cuerpo le hacía que tuviera dificultad para respirar. El guardia del bigote la miró con aquella dudosa sonrisa.
-Debes estar tranquila chiquilla. Yo sé que no estás acostumbrada a ver a nadie pero tampoco es para tener miedo. A no ser que hayas hecho algo malo.
Antonia tomó la palabra para desviar hacia ella la atención del guardia.
-Posiblemente no habrán desayunado. Si quieren les vamos a preparar un café.
-Déjalo, tenemos mucho camino que andar de vuelta y no quiero perder mucho tiempo. Hemos venido aquí a traeros una mala noticia y espero que la sepáis afrontar con entereza.
Amalia sentía cómo su corazón latía con una fuerza increíble. El guardia continuó:
-Vais a tener que abandonar esta casa y este pueblo.
Amalia no pudo evitar empezar a llorar.
-Yo sé que tiene que ser duro para vosotras cambiar de vida y dejar este lugar que, sin duda, estará cargado de recuerdos. Pero las necesidades imponen a veces tomar este tipo de decisiones.
Ahora las dos hermanas estaban completamente confundidas. En silencio miraban con atención al guardia civil para llegar a entender de qué les hablaba realmente.
-Ya habréis sufrido vosotras mismas las consecuencias de la última sequía. Y como sabéis por aquí pasa un río. Por eso las autoridades han decidido construir un pantano. Lo han estado pensando mucho, os lo aseguro. Han tardado en decidirse porque es inevitable que este pueblo quede inundado. Por eso tendréis que dejar este lugar tan apacible y cambiar de vida.
Al oír estas cosas cambió el rostro de Amalia. De repente le parecía que estaba soñando. Antonia estaba confusa.
-Pero ¿a dónde vamos a ir? No tenemos nada más que esta casa y estas tierras.-Preguntó Antonia.
-Se os facilitará un piso en la ciudad y recibiréis una indemnización. Además se os pagará el precio de las tierras. Por otro lado, esto no significa que tengáis que marcharos inmediatamente. El pantano tardará varios años en construirse. Tenéis tiempo para ir desalojando la casa y para mudaros a vuestro nuevo hogar. Si tenéis algún familiar en el cementerio sabed que se trasladarán todos los cadáveres al cementerio del pueblo más cercano y podréis ir allí a rezarle. Bueno nos despedimos que tenemos un largo camino que recorrer.
Salieron los guardias civiles y volvieron a saludar después de ponerse el tricornio.
Las dos hermanas se quedaron mirándose cara a cara. Estaban confusas pero alegres. Sus temores se habían alejado. Estaban tan olvidadas del mundo que nadie sospechaba lo que había sucedido en Almócita.
Amalia no tenía duda de qué hacer:
-Vamos a preparar el equipaje ahora mismo. Antonia, no quiero quedarme aquí ni un minuto más.
Se pusieron manos a la obra, prepararon las maletas con lo imprescindible. Entre las cosas que iban a llevarse estaba una foto de Angélica. En ella sonreía. Parecía que miraba a sus hijas con satisfacción. Amalia abrazó la foto de su madre y dejó que unas lágrimas corrieran por sus mejillas.
-Hemos vencido, Antonia. Hemos vencido. Ella ha estado siempre ayudándonos a superar esto.

Así, el pantano de Almócita, cubre ahora lo que había sido un pueblo pequeño. Sólo el agua sabe todo el misterio que se esconde en sus profundidades. Dos personas empezaron a vivir de verdad gracias a él.
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
gilcha5
invitado-gilcha5 16-10-2003 00:00:00

porfavor no pierdas tu tiempo leyendo este cuento pedorro.

Crystal I
invitado-Crystal I 21-07-2003 00:00:00

En fin no tengo más que hacer que reiterarte mi enhorabuena por un cuento tan bueno aunque lo de comerse al padre me parecio casi excesivo. Espero poder seguir leyendo cosas tuyas

Angel L. Blanco
invitado-Angel L. Blanco 11-07-2003 00:00:00

felicidades celedonio, un gran final para un magnifico relato.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 07-07-2003 00:00:00

¿La mataron, a su madre? Me pregunto intrigado. ¡No lo sabe ni su padre! El cuento sí, acabado.

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