Nací para estar vivo. Sin embargo, cada instante que ocurre por mi conciencia tiene sabor a muerte. Muero y sé que no vivo. No soy pesimista ni existencialista, no, no soy esas cosas. Soy como soy, es decir, ignorante, una duda constante acerca de lo que soy, por eso me agrada escribir, expresarme para gritarme, escupirme a mi propia alma lo que siento en cada pétalo de la flor de mi realidad…

Mis padres hace mucho que están lejos, es decir, muertos. Soy joven, pero me siento viejo... No me gusta la amistad, la siento mediocre, algo así como el escondite de los sufridos. Yo sufro, pero lloro solo. Me agrada enterrarme en mis meditaciones pegado al cuarto de la soledad. Si tengo ganas de airearme, de ventilar mis reflexiones salgo a la calle a cualquier hora y, me meto en un café. Leo mucho, sobre todo las obras de DH Lawrence, hasta que amanezca y sé que, al menos, he parado un momento la fábrica del pensamiento, de las reflexiones sin sentido acerca de la vida y la muerte.

Hace años que no tengo pareja. Veo una chica y le temo. Me acobardo que me digan: "no". Es terrible sentirse rechazado, pero, así es el juego del amor. Por eso es que muchas veces, en vez de esclavizarme en el trabajo me meto en un burdel. Busco a la más joven y bella de todas, y le invito a que me acompañe durante todo el día y la noche. Gasto casi todo mi sueldo, pero, me olvido de toda dualidad. Siento que hago lo que más me agrada, es decir, me trago la bondad que escondo dentro de mí... Cuando llega la media noche agrada conversar con ella.

- ¿Cómo te llamas? – me pregunta al verme silencioso y tímido.

- Miguel... - le respondo - y... ¿tu?

- Alicia, por esta noche, mañana, no lo sé, pero, ¿importa mi nombre?

- Si, un poco. Me agrada ilusionarme, creer que eres la mujer de mi vida, que contigo voy a sentirme pleno, que dios te ha mandado para mí como si fueras Mágdala... Me gusta soñar despierto mientras vivo...

- Me causas risa chico, pero, me agrada tu locura... ¿Eres maricón?

- No, no lo soy. Me gustan las mujeres, y mucho, pero, para estar con una tengo que enamorarme... Es que, sin amor, no disfruto el instante, ni mi vida, nada… y, los recuerdos que entren en mis raíces serán agrios y vacíos...

- ¿Eres poeta?

- No, no lo soy. Escribo un poco, pero nada más... Algunos me dicen que escribo bien, pero, no les creo... Yo soy uno que es conciente de sí mismo, de la necesidad de expresarse, de su muerte, pero que anhela sentirse bien... ¿me entiendes?

- No, pero me agrada escucharte. Se nota que eres sincero... Me recuerdas al primer chico que estuve. Tenía algo así como lo tienes tú, algo en la mirada que moja mi alma... Me agrada sentirme tocada por la mirada de un extraño, y aún mejor si este me paga...
- ¿Deseas café?

- Si

Pido dos cafés al mesero y cuando nos lo trae... La sigo observando, e imagino que la chica tiene un corazón muy grande, así como el de una puta arrepentida... Por supuesto que su alma está mordisqueada de tanta desazón, pero aún late aquel corazón... como el de esos bebes que recién han salido del cascarón.

- Cuéntame tu vida - le pido

- No

Callamos, y me doy cuenta que ya no tengo nada más que decir. Pago la cuenta y le digo a la chica que la dejo. Ella me mira, y me regala una sonrisa muda, de esas que escupen burla. Se para de la silla y la veo alejarse por la calle, hasta que un auto se detiene, baja la ventana y hablan. Ella sube, y antes de que el auto parta, voltea para observarme por última vez... Levanto el brazo, diciéndole adiós. El auto parte y yo continúo caminando toda la noche. Y cuando amanece... Retorno a mi cuarto. Me baño y salgo rumbo a mi trabajo, con alguna excusa escondida bajo el brazo.

Durante toda la mañana pienso en la Mágdala, en mis sueños, en el latir de su corazón… y, en todas las cosas que pienso hacer por la noche...



Lima, junio del 2005