A mis hijos:
Y un día sbaemos que está dentro nuestro.
Y de pronto todo parece más bello.
Y nos encontramos las menos cruzadas,
sobre nuestro vientre, para protegerlo.
De soslayo, a veces, nos vemos pasar
tras de los critales de cualquiere espejo.
Y nos regiocija que se note tanto!
Y que el mundo sepa que es sólo nuestro.
En noches de ensueño, pobladas de lunas,
lunas que se gastan y crecen adentro,
inventamos nombres, canciones de cuna,
y a veces también, escribimos versos.
Y al llegar la última, la luna quebrada,
justo en ese día se quiebra el mieterio.
Entonces con perlas de un dolor distinto,
porque mientras duele, nos está naciendo...
Y de pronto el llanto: tibio, pequeñito,
hace que los ojos se mojen de nuevo.
Porque tras del llanto que alegra el oído,
y ahí escondido, en los ojos nuestros,
el mundo nos canta nuevas armonías,
en un pentagrama de amor y de sueños.
De pronto ese grito que grita la vida,
nos dice que el hijo
ya está junto al pecho!