En una isla pequeña, pero hermosa, existía una aldea. En una casa pequeña cerca del puerto de pescadores, vivía la protagonista de mi cuento. Eran bellos esos días para esta jovencita, porque por esta época, los bailes de la aldea estaban a pedir de boca. Claro, a ella le gustaba bailar mucho. Lo único malo de esos tiempos, eran las lluvias fuertes que caían. “Llovía hasta gatos” decían los pobladores. Su casita estaba siempre lejos de los lugares de baile y fiesta; para llegar allí ella tenía que caminar varios kilómetros, y peor aún pasar por el lodo que se formaba en las tormentas de esos tiempos. Así, que ella caminaba por el lodo, llevando sus zapatitos de baile en una bolsa impermeable y caminaba, pues con los zapatos que usaba ordinariamente, porque: ¿qué más importante que un vestido y los zapatos de baile?. La música para ella era muy importante, la mayoría de valses se los conocía y bailaba con todo muchacho que la invitaba, pero ella deseaba más que todo bailar con alguien de quien se había enamorado. Se divertía superficialmente, porque las noches después de sus bailes, le confesaba a su almohada que aún no era feliz, porque el ser a quien ella amaba, no lo había visto en el baile. Justo cerca de su casa vivía el joven pescador de quien ella se había enamorado. Él la observaba mientras ella se iba rumbo a sus bailes. Él también se había enamorado de ella. Empero él no tenía el valor de acercarse a ella, porque no hallaba un motivo perfecto para hacerlo. Pasó unos meses, y llegó el mes en que las tormentas aumentaban en cantidad y en intensidad, así que por aquel tiempo un barco que llevaba acordeones fabricados en esta isla, se hundió, dejando “náufragos” a los acordeones. Justamente, ella estaba en casa después de uno de sus bailes, cuando ocurrió que el mar con sus movimientos tocaba una sinfonía hermosa, con los acordeones, era tan hermosa que la jovencita se enamoró de aquella melodía. Al día siguiente, los acordeones aparecieron destruidos en la playa, pero uno de ellos quedo a salvo. El acordeón intacto fue encontrado por el pescador joven. El joven vio que funcionaba, y decidió aprender a tocarlo, inspirado por la melodía que él también había escuchando la noche anterior y lo vio como motivo para tocarlo para la joven. En la isla, hacían buenos acordeones, pero no había persona que se dedicaran a tocar el acordeón, por eso mismo los exportaban. Pasó mucho tiempo, después de este hecho. Y al otro año, por la misma época, la nostalgia de la jovencita aumentaba. El joven, había aprendido a tocar hermosamente la melodía que había aprendido del mar. Y la jovencita, en sus confesiones a la almohada, se presentaba muy nostálgica por el amor esperado. De pronto empezó a escuchar la hermosa melodía de la cual se había enamorado, la escuchaba muchos, muchos días y su nostalgia le hacía pensar que era una alucinación de lo que escuchó un año antes. Un día le pareció muy raro todo esto y para salir de dudas, trato de ver quién la tocaba, porque se decía no estar loca de tanta nostalgia. Y se guió por sus oídos para hallar a la persona que tocaba la melodía, porque eso dedujo. Había luna llena alta, esa noche. Y cuando vio al fin al joven sentado sobre una piedra, tocando y llorando con los ojos cerrados, a unos metros de ella, se puso muy feliz y preguntó: _¿ Cómo, no puede ser real?_ Y al escuchar esto el joven, interrumpió su concierto, porque se vio descubierto por la persona a la cual él amaba. Se limpió los ojos que estaban llenos de lágrimas y trató de explicarse, pero sus palabras no se entendían por el temblar de sus labios. Y al fin dijo: _Me he enamorado de esta melodía, pero primero estoy enamorado de ti, así que decidí tocarte esta melodía en estos días, empero no salías de tu casa, no salías que en mi desesperación y por la hermosura de la melodía, lloraba_
Y ella, impresionada, empezó a reír y pronto derramó una lágrima de felicidad, y dijo:_ Yo también me había enamorado de esta melodía, y pensaba que nadie podía tocarla como lo hizo el mar esa vez; y ahora lloro porque estoy viendo que el ser a quien amo ha logrado con su amor, ganar a la inmensidad del mar_
Pronto los dos se vieron a los ojos, y después de haber confesado de esta forma su amor, se besaron y a la luz de la luna, tiraron el acordeón al mar, para que el mar toque otras melodías hermosas. Así, cada noche, en la casa donde ellos viven casados y muy felices, el mar les toca una linda melodía nueva, que por supuesto el oído de ellos no la escucha, sino más bien sus corazones que esta lleno del amor que se dan.
FIN
Chelo…