Suéltalo ya. Susurra un angelito disfrazado de verdugo de la cruel realidad de la consciencia tranquila, de la verdad de hoja afilada en vez de hacha. Suéltalo ya, dilo como si el miedo nunca existiese, como si no le hicieses caso a tus temores que bajan del rostro a la corbata haciendo auto-stop al sudor. No hagas caso al silencio, él no tiene nada que decir, tú sí. Suéltalo ya, sal del armario. Pero no sé yo si esta es una forma de salir, o de tirarse de él hacia un abismo que muchos llaman futuro y otros libertad, pero que quieres que te diga, Ángel verdugo, yo lo veo algo oscuro. Silencio, quizás demasiado, mi padre clavando su mirada de circustancia, mis hermanos espectantes, mi madre, sonrisa angelical de bondad ilusa y orgullo filial. Llamo al valor bebiendo vino, y contesta el Ángel verdugo. Suéltalo ya. Soy gay. Suena el valor como suenan las palabras suicidas. Voz tímida y más silencio. Más miedo, más angustia viajando en sudor. Mirada seca de mi padre, como de poker de reinas, una sonrisa, Y que más da, hijo, te queremos igual. Incredulidad, sonrisa del santo alivio, abrazos. Y despierto. No puede ser, era un sueño, sólo eso. Igual en la realidad no es tan dificil. Habrá que intentarlo, Ángel verdugo
Este es muy buen relato y mas que un cuento es una poesia, por que me hace rememorar como me siento cada vez que mi familia condena un homoxesual, sin saber que hago parte de eso. Felicitaciones.