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Categoría: Románticos

El Columpio 3

(o la virginidad perdida)

Sí, otra vez allí en el parque.. Esta vez, espiaba los caminos que allí conducen, mientras el suave balanceo me procuraba ese dulce deleite, que me prometí, poder controlar. Estaba a punto de cumplir mis dieciochos años y me había casi comprometido conmigo misma de sentirme mujer.
En ese columpio, había sentido sensaciones difiles de explicar... Un placer casi mudo, acompañado por el susurro del viento y su calidez al penetrar entre mi falda los abismos aún vírgenes de mi ser. Esta vez para mi cumpleaños, quería que ese fantasma de canas blancas y de manos firmes, se convirtiera en la dulce realidad con que él, me hacía soñar.
Espiaba al vaiven de mi dulce reposo. Atisbando a lo lejos, observando con inquietud y al mismo tiempo ansiedad, me sentí observada. Fue una repentina sensación de miedo, de inquietud y de ansiedad. Naturalmente, el columpio me fijo en su silla. Retuve coquetamente mi falda, dando la impresión que nadie me miraba. Por fin salió de la sombra y comenzó a caminar hacia el lugar de mi columpio. Decididamente se agripó al juguete vecino y al momento de comenzar a balancearse me preguntó
—¿porqué tan solita?, acaso no te da miedo—
Era un hombre de unos 35 años, algunas canas adornaban ya el contorno de sus orejas. Inmensos ojos celestes y unas manos deliciosas.... todo lo vi dentro de una angustiante excitación. No pude ocultarlo y exclamé lo mas segura de mi misma,
—¡¿miedo?! Yo no—
—¿acaso usted lo tiene? Agregué de una voz más pausada y mirándole
divertidamente.
—No—, me dijo de su voz ronca y firme.
Y empezó a balancearse. Al momento de emparejar su vaiven al mio, me miró de sus ojos celestes y me dijo,
—eres sumamente hermosa, lo sabes ¿verdad?— agregó.
—alguna idea tengo, repuse— mientras reíamos
—sabes— me dijo, —me encantaría enamorarme de ti—
—Hazlo, le propuse, mirándole fijo a los ojos.
Tomó mi columpio y acercándolo al propio, me propinó un rico beso. Me resistí la fracción de segundos necesaria a una buena impresión y me dejé llevar: por el momento, por lo que buscaba, por ese sueño pronto a convertirse en relidad y por esas ansias que había despertado en mi el vaiven del columpio. Me encaramé decididamente a su columpio, y entre besos, suspiros y goces enormes dejé balanceando para siempre mi sensual virginidad. Ahora ella formaba parte de mi columpio. Cuando emprendí rumbo a casa, iba dichosa, esta vez balanceando mi cuerpo nuevo, de mujer.....
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.75
  • Votos: 51
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