Fue todo un sueño, lo que siempre había esperado que fuera, fue.
Imaginaba que la primera vez que me enamorara sería de un chico dulce, sencillo y romántico. Y así un día tranquilamente sentada en un banco frente al mar, alguien dijo suavemente:
-Hay pocas cosas tan puras como este horizonte, pero pronto desaparecerá de nuestra vista...
- si, como todo hay que disfrutarlo ahora que lo podemos apreciar.
Fueron las únicas palabras que pudimos transmitirnos, pero era como si ya lo hubiéramos dicho todo. Yo sentía su olor, su respiración... Sabía todo lo que quería decir, y todo lo que él pensaba mientras juntos observábamos el sol esconderse bajo el mar.
Pareció pasar mucho tiempo, pero la verdad todo fue muy rápido; enseguida él se levantó y sola y un simple adiós, sin darme cuenta allí quedé yo sola...
Al día siguiente con ánimos y esperanzas de volverle a encontrar, volví al mismo lugar antes de la puesta de sol. Pero él no estaba. Quizá hasta aquel momento no me había dado cuenta de lo poco interesante que era observar un horizonte sin un ser a mi lado: Ahora pensaba en aquel extraño que tan solo con 2 palabras y su presencia había llenado mi corazón.
A cada momento pensaba en sus ojos color mar, en su pelo negro a mechones que tapaban parte de su rostro moreno...
No sé como, ni porque, pero lo cierto es que el destino quiso volver a ponerlo en mi camino. Y allí me lo encontré, sentado esta vez en la arena, mirando al mar después de una larga tormenta de verano.
Me acerqué a él y me senté a su lado:
-Sabía que volvería a verte, era todo lo que pedía a la vida .No se quien eres, ni siquiera se tu nombre, pero quería volverte a ver- Dijo con una gran dulzura.
Y así y con un beso empezó nuestra gran historia de amor, que aunque pasen muchos atardeceres y amanezcan muchos días, seguimos siendo la luz de nuestros de nuestra vida.