~Eran las siete de la mañana cuando tomó la decisión. No había dormido en toda la noche, angustiado por lo que debería hacer a continuación, o quizá, porque ya no había nada más que hacer. Hacía ya bastante tiempo que el efecto del alcohol se le había pasado y lo único que atravesaba por su mente en ese eterno momento era como su familia, pero sobretodo su madre, habría de tomar esto.
Finalmente se decidió a salir a comprar las pastillas y cada paso que daba, cada lágrima que derramaba, cada recuerdo de su madre, tan tierna y sobre protectora, le partía el alma en pedazos. Ya debía tener acumuladas unas doscientas, así que cuando llegó a la farmacia, la primera que encontró abierta a esa hora después de vagar por la toda la 116, tan llena de vida, vida que se le escapaba, de la que ya se sentía ajeno, sólo tuvo que pedir un frasco más, para no levantar sospechas, además. El retorno fue aun más espantoso, más angustiante, porque sentía que ya tenía las horas, los minutos, los segundos, contados. Al entrar por la puerta del edificio se despidió del cielo azul, de la gente, esa misma que era razón de todo esto, de las nubes, de las montañas, del sol y la luna, que aunque era de día estaban juntos, como los amantes, de las estrellas que eran sus secuaces y de todo en general, tan bello, tan perfecto, pero a la vez tan lleno de soledad, de miedo y de odio.
Subió a su habitación y la dispuso para la partida, procuró no dejar evidencia alguna y por último quiso despedirse de sus padres, no de su hermano, tal vez de su amada, pero no hubiera contestado de igual forma, y como no tenía amigos, no creía en la amistad, pensaba que toda esa masa de gente, tan falsa, tan irreal, con valores tan espurios, no valía la pena, y aunque ellos lo consideraran su amigo, para él no eran más que una plaga de ratas vacías. No necesitó más que un termo lleno de agua y las más de doscientas pastillas para emprender su empresa, quería que todo fuera como un sueño (¿Una pesadilla tal vez?), así que habiendo terminado se dispuso a dormir, lo que no le tomó mucho tiempo debido a la fuerte dosis que recién había consumido.
Al rato se despertó en la misma habitación de donde había partido, extrañado, sin entender porque seguía allí, hasta que se vio a si mismo sentado en un sillón en frente de la cama donde él estaba, mirándolo (¿sé?) fijamente. Sentía que era su peor enemigo, lo odiaba más que nada y de no haber sido porque lo interrumpió lo hubiera matado a golpes allí mismo, ¿por qué? En realidad no lo sabía, sólo sentía en lo más profundo de su ser que le carcomía las entrañas del odio. Has cometido un grave error, pero te saldrás de esta - le dijo. Como ya lo sabes soy tu peor enemigo, tu antagonista por excelencia. Tú vivirás, serás feliz, como nunca imaginaste. Yo en cambio no lo logré, ahora vago por este infeliz mundo, más triste, más solo que antes y ahora no hay nada que pueda hacer. Suena confuso lo sé, pero en realidad nunca podrías comprender; el universo está constituido de una forma que el hombre, por la forma en que lo concibe, jamás podrá entenderlo, ni siquiera definirlo, tal vez cuando termine todo esto entiendas porque te detesto con tanta pasión.
De un momento a otro se despertó en una cama de la unidad de cuidados intensivos, vomitando sangre y viendo sombras, también estaba allí riendo a carcajadas su otro yo, acompañado de la muerte, su inseparable compañera y amante; una mujer hermosa que emanaba sexo de su cuerpo y que con su sola presencia el ambiente se tornaba algo pesado y sensual.
Una vez más perdió el conocimiento, pero esta vez se despertó en un lugar completamente distinto, era la misma unidad de cuidados intensivos, sólo que ahora no había sombras, ni sangre, ni dolor, ni su enemigo, ni siquiera aquella diva sexual que lo acompañaba, pero por encima de todo, por primera vez, no sentía tristeza, ni odio, ni que estuviera muerto, ahora amaba la vida y se sentía tranquilo. Se dio cuenta que en realidad nunca había estado solo y que valía la pena vivir, “pobre de mi si hubiera muerto” – pensó. Ya sabía por que su enemigo le tenía tanta envidia y odio.