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El Tejado (Desde la Perspectiva de un Gato)

A temprana edad me trajeron aquí, un hogar de clase media, unos esposos muy arraigados a las tradiciones. Sus traviesos dos niños me halaban la cola y me bañaban con agua fría.
Me pusieron el nombre de Alfonso y me tiraron al patio con un perro que me odiaba. La comida nunca me faltó, aunque mi plato más apetecible eran las iguanas que caminaban por los árboles frutales. Todos estupefactos veian como operaba sobre su piel de la forma mas sigilosa para retirar siempre los organos que me resultaban repugnantes.

Como pude crecí, entre peleas callejeras y contratiempos, con un ojo infectado producto de un ataque de uñas que casi me deja ciego.

Desde el tejado veía la vida, escenas extrañas.El hijo del dueño incursionando con alguna mujer al cuarto. La fascinación de la señora de deambular desnuda por la casa, todo ello para posarse frente al espejo y actuar como si caminase, con pericia, sobre una pasarela.

Del cuarto de Oda, su hija menor, brotaba un horrible olor que la dejaba postrada, mirando sus cuadros como perdida en el tiempo. Pero lo que de verdad era amenazante era el idiota vecino lanzándome piedras, aunque fue allí, en una huida y después de correr sobre una decena de casas que le vi. Sus pelos eran como algodones, sus ojos azules. y a la luz desaparecer dejaba sus impresiones con la mirada penetrante.El dolor que sentia en el parpado desaparecia entonces.

Después de unos maullidos nerviosos nos sentamos a ver la luna. En la mañana fuimos al parque a comer del pasto, un remedio alucinante. Aquella gata me había demostrado que el éxito tenía dos clases de apetitos, pero muy dentro de mi reconocía que su hambre era otra. Halagos, adulaciones, caricias.

No regresé a la casa en tres días,fecha en que en dulces rituales rememoramos otras epocas.Tiempo de nuestras descendencias mas grandes,poderes que en el acercamiento revivia el candor de la seduccion felina,pero Pablo, el hijo de mi dueña, fue por mí y arruino todo lo que habiamos levantado. Desde luego tenía que llevar una vida ejemplar, pero no podía ser la misma que él conocía. Encerrado comencé a quejarme con maullidos insoportables, oriné toda la casa, no tuvieron más remedio que volver a soltarme.Mi agresion era evidente y aunque reflexionaba no podia evitar lo que sentia,era como que aquel instinto animal salvaje,me hacia rudo,en ese entonces no podia ser domesticado.

No había ido conscientemente, pero el destino tampoco podía ir eligiendo. Ella salió alegre, pero detrás le siguió el dueño que bajándose rascó mi espalda y me ofreció comida, aunque intui algo extrano demostre confianza,sino creia en su dueno no creeria en ella,estaba al tanto de como eran las gatas.Fue cuando de repente y En un costado,vi un ratón,corrí y me desplegué en esprintada veloz para capturarle, al hacerlo no lo maté de inmediato, para presumir delante de ella.Pero relamente los roederos ya no me llamaban la atencion,y cuando corri tuve miedo de que mis facultades de cazador hubiesen terminado por mi vida inactiva y holgazana,de todas formas me desentendi,Luego ambos preferimos el bocado de su amo.Primero nos observamos a los ojos y comprobamos con el olfato que era Salmon,lamentablemente perdimos el respeto tratando de arrebatarnos los pedazos mientras nos golpeabamos las patas.Alli me di cuenta de que nosotros los gatos no encajamos en ningun molde, al corto tiempo se dueno se la llevo,yo le pedi que se resistiera pero ella marchandose movia su cola como si nada.

No volví a verla,por más que trataba de hacerlos entender,pero nadie comprendía mi solicitud y me resigne entonces a considerarme un prisionero cuando mi familia al comprender mi actitud y desacato aplicaron las mismas medidas que el aplico con ella.Claro con mucha diplomacia y cordura como si nosotros no supuieramos de ello.

Afuera un gato negro de gran tamaño paseaba una media,rememoraba con una sonrisa algún apareamiento. Otra escondía sus crías en unos huecos improvisados que hacia con papel y me miraba nerviosa como si yo tuviese la intencion de arrebatarle sus hijo maullandome agresivamente.

Me llevaron de vuelta a la casa, me dieron alimento para gatos y me destinaron una pelota de goma para que todo el día me divirtiera. Mi cuerpo era un juguete, una textura aterciopelada la cual acariciar. Sus idiotas rostros me hacían muecas e imitaban con sus voces mi ronronear, yo tenía que parecer dócil y pasar por sus piernas acariciándolos.

El humano nos habia dado una condicion de vida muy comoda,por lo que siempre teniamos que adaptarnos a sus solicitudes.

De noche tenía que cazar algún roedor para que el jefe de la casa dejara la amenaza de matarme. Engordé en demasía de tanto dormir en un almohadón de plumas que me regalaron el día de mi cumpleaños. Al despertar solo recordaba el tejado, mi pasión nocturna prohibida, en donde podía ver tantas cosas. Desde una hermosa gata hasta una figura paranormal.

Animas desprendidas de los padres de mis amos. La muerte cuando venía por alguien de esta calle. En toda ocasión trataba de ahuyentarla por lo que hacíamos ruidos en conjunto. Los humanos solo pensaban en salir gritando para que nos calláramos.

Cuando la luna banaba el cielo nuestras fuerzas para los humanos eran actos desvergonzados y nos correteaban para encerrarnos,entonces eran ellos los que quedaban desprotegidos en un peligro latente.

Al fin y al cabo tendría que esperar, algún descuido llegaría para escapar y no regresar, mientras tanto seguiría robando de la cocina algo mas sabroso que aquel alimento químico que repugnaba.

Seguiría durmiendo en sus camas durante sus ausencias, mordiendo al bebé en la distracción para crearme algo de respeto.

Volvería al tejado, a esas noches donde no tenía que subir la cabeza para ver al mundo. Desde el suelo nuestra perspectiva es más vulnerable. Arriba tenemos las armas de nuestros misterios y nos volvemos peligrosos.
Datos del Cuento
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