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Categoría: Cómicos

Peloduro

Ernesto Zañartu entregó la receta al dependiente de la farmacia para la preparación de un novedoso ungüento capilar, recién descubierto por su médico tratante, de un antiguo tratado de alquimia medieval.

La calvicie no tiene solución, era una afirmación contra la cual Zañartu luchaba día tras día, sin aceptarla como cierta, aunque genéticamente tanto su padre como su abuelo, a los 40 años ya eran calvos relucientes.

Ernesto se había convertido, por su propia voluntad, en un conejillo de indias humano, ensayando todas las vitaminas y hormonas disponibles en el mercado.
Su otrora cuero cabelludo, ahora brillante y liso como bola de billar, se convirtió en un campo experimental de rarísimos ungüentos preparados en base de hierbas, óxidos metálicos, tierras de colores, ojos de rana, escamas de pescado, sin conseguir más que una persistente irritación rojiza de la piel.

En la parte psicológica, le resultaba odiosa la familiaridad con que personas apenas conocidas se referían de él, como el Pelado Zañartu. Le parecía ridículo este apelativo y lo consideraba tan absurdo como dar el apodo de Peludo, a quien aún conservara su cabellera.

El químico farmacéutico prometió entregarle al día siguiente esta nueva pomada que combinaban raros ingredientes medievales, muy escasos en los tiempos actuales.

A los 3 días de la aplicación de esta nueva fórmula en su cansada calva, se produjo el milagro esperado por años. Un tímido y solitario pelo nació justo en la nuca, donde alguna vez hubo un rebelde remolino de cabellos.

Ernesto no podía más de alegría, parecía que el destino le sonreía y redobló la dosis de esta pócima mágica, con la esperanza de ver nacer más cabellos, aunque no salió más que uno, solitario, pero crecedor.

En las reuniones sociales era su tema de conversación obligado, algunos de sus calvos amigos sentían envidia por su hallazgo, pero a pesar de sus rogativas, Ernesto mantenía en secreto la composición de su fórmula mágica.

Al cabo de una semana, el pelo solitario había crecido algunos milímetros, aunque ahora lo notaba demasiado grueso. Extraña le pareció esta metamorfosis inesperada, pero aún mantenía intacta su esperanza de convertirse pronto en un auténtico "peludo".

Después de un mes, Pelín como lo llamaba cariñosamente, tenía unos 5 centímetros de alto, aunque por su contextura, grosor y dureza, se asemejaba más a un clavo que a una estructura capilar.

Su alegría inicial se convirtió en desazón por la rigidez que fue adquiriendo. Sus vanos intentos por alisarlo o peinarlo, no conmovían a Pelín que se mantenía erecto en su cabeza, cada vez más grueso, dando la impresión de un pequeño cohete a punto de despegar desde la nuca.

Ernesto ya sentía vergüenza de andar por la calle a cabeza descubierta, porque la gente se había percatado de esta rareza que asomaba impúdica en su calva lustrosa y comentaba en forma burlona:

Mira, Juanita, observa a ese pelado con un clavo en la cabeza...
Durante algunos días decidió usar una gorra para ocultarlo, pero la oscuridad y protección de los rayos solares, aceleraron su crecimiento.

Intentó poner de moda un antiguo sombrero calañé de su padre para esconder el fruto de sus desvelos, pero por las nuevas dimensiones alcanzadas por Pelín, el accesorio se bamboleaba errático apoyado en la punta del pelo, sin rozar siquiera su cabeza.

Un sombrero de copa alta, al estilo circense, podría ser la única alternativa para el ocultamiento del engendro, pero igual llamaría la atención este atuendo tan fuera de contexto.

Ernesto ya no salía de su casa por temor al ridículo, se sentía preso en ella, pero una idea dolorosa fue ganando terreno en su mente, como una forma de terminar con su calvario:

Deberé extirpar a Pelín de mi cabeza, tendré que sacrificar el esfuerzo de una vida entera, para volver a mi antigua condición de pelado común...
Varios días tardó en decidirse, hasta que una tarde tomó la resolución final, de ejecutar una eutanasia monocapilar.

Se fue al baño premunido de una batería de elementos cortantes para llevar a cabo la cirugía.

Su primer intento fue con una tijera para cortar lata, pero por la dureza del pelo sólo consiguió mellar el filo de la misma.
Frustrado por este intento fallido, tomó un enorme alicate y con ambas manos empezó a palanquearlo como si cortara un alambre, pero Pelín resistió inmutable todos sus esfuerzos.
Zañartu decidido a todo, utilizó una sierra de tungsteno para metales de gran dureza, pero la intensa vibración le produjo una hemorragia que lo obligó a detenerse y postergar el aborto terapéutico para el día siguiente.

Esa noche durmió intranquilo, horribles imágenes aparecían en medio del sueño, con alocadas ideas sobre como deshacerse de su unicornio capilar.
Al despertar, su problema parecía resuelto:

Si no lo puedo cortar, lo enterraré...


Se dirigió una vez más al baño, convertido ahora en pabellón quirúrgico y se paró frente a un inmenso espejo, para iniciar un nuevo intento depilatorio.

Con un pesado instrumento contundente empezó la operación final para enterrar el apéndice piloso en el interior de su cabeza.

Una lluvia de martillazos cayó inmisericorde sobre su objetivo, aunque algunos erraron su destino y dieron directo en la calva del infortunado Ernesto, provocándole un baño de sangre. Cuando ya parecía desistir de su intento, observó que el pelo se había enterrado algunos milímetros, así que con nuevos bríos y gran cuidado, preparó el golpe definitivo.

Un estremecedor alarido se escuchó en todo el vecindario, seguido de un silencio sepulcral.

En la noche, la espantosa noticia impactó a la audiencia del telediario:

"Un conocido hombre de negocios, encontró una horrible muerte en el interior de un baño, atravesado por un inmensa lanza que le perforó las entrañas desde los glúteos hasta la cabeza. La punta ligeramente retorcida asomaba en la región de la nuca del infortunado.

La Piraña
Datos del Cuento
  • Autor: La Piraña
  • Código: 1037
  • Fecha: 12-01-2003
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 4.94
  • Votos: 70
  • Envios: 1
  • Lecturas: 7965
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Javier
invitado-Javier 04-03-2003 00:00:00

que loko esta el que secribio este cuento tan raro había leido locuras pero esta de verdad se pasa de rara

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