Un día el benevolente tiempo se detuvo a petición de los continentes que se hallaban esparcidos sobre la faz de la tierra. Y así por un espacio indefinido, la tierra quedó paralizada con todos sus habitantes en ella. La vieja Europa encendió un cigarrillo y preparó té y sirvió torta de chocolate a sus congéneres, los otros cuatro continentes. Al poco tiempo América , Asia, África y la joven Oceanía se sentaron a dialogar.
- ¡ Ay, por fin descanso un rato!- dijo la afanosa Europa, quejumbrosa por sus años.
- Estas vieja ya, se te nota en el semblante, aunque a decir verdad, estas muy bien conservada- dijo América con una risita.
- A pesar de mis años, y de la dura vida que he llevado, siempre he tenido la fortaleza para continuar, y fíjate, la mayoría de mis hijos viven muy bien. He luchado mucho por ello –
- Es cierto- añadió la anciana Asia- Muchos de tus hijos hoy disfrutan de tus largos desvelos y sufrimientos. Pero debes reconocer que tú también has hecho sufrir a tus vecinos- Mira a América, por ejemplo, le invadiste el terreno y la obligaste a ser como tú. ¡Y dígame la pobre África! ¡No sólo la invadiste sino que robaste muchos de sus hijos para trabajar en la invadida América!¡A mí también me has molestado con tus ambiciones y curiosidad!
- ¿Hasta cuando me vas a recriminar cosas a cuenta de que eres anciana? ¡Ya lo hecho, hecho está!- respondió la enfadada Europa.
- Es cierto mucho lo que dice la abuelita- Dice la espontánea América- Pero no te tengo rencor- Mira, yo reconozco que de ti adopté muchas malas mañas, soporté el saqueo de mis riquezas y el abuso a mis hijos. Pero como yo soy todo amor, lo que yo veo es lo bueno que me diste. Fíjate, me entregaste tu historia, tus libros, tus costumbres, tus hijos y tu credo. De lo que le robaste a África me quedó la pasión , el disfrute, el color, el trabajo duro. Y con mis hijos legítimos, que son todo sumisión y naturalidad, logré reunir en mí los más bellos matices de colores, credos, intelecto y música, creando una amalgama de cosas bellas que jamás otro lugar ha poseído. En mí están todas ustedes presentes, y eso se ve en el rostro amable de mis hijos. Yo soy así, soy una esponja, una madre en cuyos tibios brazos todo, absolutamente todo cabe- Culminó orgullosa América.
- Sí, pero aún con todo lo que has dicho aún me siento feliz de ser como soy- Replicó la vieja Europa-
- Y te aplaudo, porque ciertamente eres privilegiada entre nosotras, aunque no dejo de creer que yo soy la más venturosa, por lo que ya he dicho-
- ¡Quiero ser cómo tu!- exclamó Oceanía dirigiéndose a América, emocionada por sus palabras-
- ¡ Yo sé que así lo quieres! He visto que eres joven y emprendedora, además te respaldan las riquezas que recibiste de Europa- Poco a poco has ido superando sus vicios y hoy en día eres una tierra envidiable. Pero tus hijos legítimos aún deben seguir luchando por el respeto a su identidad-
- ¡Mis hijos legítimos son tan hermosos! ¡Qué lastima que Europa no lo haya creído así, por eso los odió siempre! Pero aparte de mis hijos – agregó Oceanía- me gusta adoptar hijos de otras latitudes. Quiero que muchos me disfruten y me embellezcan aún más de lo que ya soy. ¡Pero eso sí! ¡A mí me gusta el orden y que toda ley se cumpla! Para mí es importante que todo marche muy bien.
- ¡Allí salió la niñita fanfarrona!- dijo Europa de mala gana- Bueno, quise hacer todo para que fueras como yo, pero tus hijos son orgullosos y reclaman sus derechos. Sabía que esto pasaría-
- Bueno, es innegable que al menos mi perfeccionismo y orden lo heredé de ti. Eso te lo agradezco.
- ¡Que manera de hablar tienen ustedes! Óiganme a mí, que soy anciana.-interrumpió Asia. América no para de hablar de su amor, Europa de su superioridad, Oceanía de su desarrollo, y África de...¡África, no has hablado nada!
- Es que no estoy de muchos ánimos. La verdad que oírles hablar así me da envidia. Además , mi raquitismo no me deja reaccionar rápidamente a sus comentarios. Yo soy la más desfavorecida de ustedes, y sin embargo sus ojos siempre están puestos sobre mí. No conformes con que mis hijos sufran mi salvaje e inhóspita naturaleza, me los han robado para forzarlos al trabajo, y luego les han negado sus bondades. En todos lados me los desprecian, sin saber que ellos le han dado color y sabor a la tierra. Quisiera hacer más por mis hijos, pero ustedes saben cómo soy yo, por eso pasan tanta hambre y miseria. Además están muy divididos entre ellos mismos.¡ No sé cuantas lenguas y culturas y naciones hay en mí! ¡Son tan diversos mis hijos!.-Y luego dijo con sus lánguidos ojos a Europa- ¿ Me podrías dar otro pedacito de torta y más té, por favor?
Es cierto lo que dices– reconoció América ante África- Pero no te aflijas, los tiempos van cambiando, y seguro que las cosas mejorarán para tus hijos.
- ¿Ya hablaron todas? – preguntó Asia- Si ustedes me escucharan a mí, que soy vieja, entenderían que lo más importante de todo está en la búsqueda sincera de Dios. Mis hijos se han encargado de mostrar los caminos que conducen a él. Claro, hay un grupito que se ha dedicado a hacerlo de manera violenta, cosa que no comparto. Pero les digo: En el espíritu está la verdadera riqueza-
Los continentes se miraron unos a otros, y sonrieron al oír a la anciana.
- Abuelita, usted tiene razón, pero disculpe por interrumpirla, el tiempo nos está avisando que es hora de terminar la charla-
- Ay, estos muchachos nunca oyen a los viejos. Esta bien, Ayúdenme a levantarme que me duele la cintura.- dijo la anciana entre quejas.
- Esta bien, abuelita, venga por aquí.
Y así los cuatro continentes, después de despedirse se volvieron a colocar en sus sempiternos lugares y en un cerrar de ojos, el tiempo echó a andar una vez más.