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MÓNICA MIA - 8

Capítulo 8
“El Mendigo”

Domingo y me levanto tarde por no haber podido conciliar el sueño hasta tarde.
Salgo de mi cuarto y Naty se abraza de mis pantalones – Papito... se fueron.
- No está ningún “patito” todos se fueron.
Joaquín – Bueno Naty creo que la vida es así. Ella se fue con su amor. A nosotros nos queda seguir buscando.
Naty – Pero por qué tu “patito” se fue llorando. ¿Eh?
Joaquín – Bueno eso si me desconcierta... pero vamos a olvidarnos de ellas... ¿Si?
Naty – Yo no quiero olvidarme. Yo las quiero y ya no están....
Rompe a llorar mi bebita. Yo la alzo y trato de calmarla. Es inútil... sigue llorando desconsolada.
Suena el teléfono...
Beatriz – Señor Joaquín, la señora Cristina al teléfono.
Tomo el teléfono – Hola Cristina soy Joaquín... dime ¿Qué se te ofrece?
Cristina – No sé si Mónica te comentó que ayer fuimos ella, yo y el fulano Ricardo al abogado para que cediera por escrito la custodia de Cristina Alejandra. Para poner su firma ese desgraciado quiere otra cantidad igual al cheque que le diste...
Joaquín - ¡¿CÓMO?!
Cristina – Sí, el quiere...
Joaquín – ¡Un momento! Dime si Mónica estuvo contigo todo el tiempo.
Cristina – ¡Pero por supuesto! Después del abogado vinimos a casa y estuvimos discutiendo de dónde sacaríamos tanto dinero. Se hizo tarde y José la acompañó a tomar un taxi.
Joaquín – ¡Ay Dios mío! Yo pensé que ella y él... bueno tú ya sabes. Mira Cristina si aparece por allí no dejes que se vaya. Voy para allá.
Cristina – ¿Cómo que si aparece por aquí?... ¿Qué pasó?
Joaquín – Ella se fue. Yo no la dejé explicarse. Me sentía herido. No quería escucharla. No dejes que se vaya.
Busco las llaves del coche y salgo a casa de Cristina.
Llego hasta su apartamento y al abrir la puerta Cristina me dice que llamó para despedirse. Que se va al interior del país donde su abuela.
Joaquín – Pero en qué se va... avión, autobús, tren... ¿En qué se va?
Cristina – No me dijo pero en avión no creo. Ella les tiene miedo.
Joaquín – ¿La abuela donde vive?
Cristina – En Rawson.
Joaquín – Eso es al sur. Llama a la estación del ferrocarril Roca y pregunta si hoy salen trenes para Rawson y a qué hora.
Mientras tanto yo llamo por el celular a la terminal de autobuses.
Hay un autobús que sale a la 11:45 a.m. y un tren a las 12:30 p.m.
Voy a la terminal de autobuses. Hay tránsito... me retraso.
Al fin llego a la terminal. Estaciono y corro a la ventanilla – Señor, podría decirme de donde sale el autobús para Rawson.
El de la taquilla – Mire amigo ese autobús ya partió.
Joaquín – Señor, ¿Qué ruta toma?
Me explica. Salgo corriendo al coche.
Enfilo hacia la autopista. Voy por el canal rápido pero todos parecen tortugas. Los autobuses suelen ir a bastante velocidad. Debo hacer algo si quiero alcanzarlo.
Tomo el canal del “hombrillo” y con la bocina sonando... acelero y acelero.
Veo como a cuatrocientos metros el autobús. Voy por el “hombrillo” a 180 km/h... disminuyo. Voy cambiando de canal. Me le pongo a la par. Le hago señas al chofer para que se detenga. No me hace caso. Me pego detrás de él.
Diez minutos después veo que se acerca a una estación de peaje. Me adelanto y me coloco a su frente y comienzo a frenar lentamente obligándolo a detenerse.
El chofer abre la puerta y me dice - ¿Qué le pasa está loco o qué?
No le contesto. Subo y reviso el autobús... ellas no están.
Corro al carro... miro la hora son las 12:15 p.m. el tren sale en quince minutos.
Me regreso rumbo a la estación de ferrocarril. Nuevamente el tránsito me impide el paso. Los semáforos tardan siglos en dar el verde. Veo dos patrullas motorizadas en el semáforo. Me pongo a la par y les digo que necesito llegar a la estación, que es una cuestión de “amor o muerte”. Ven mi cara de desesperación... se ríen y hacen un gesto con un dedo dando vueltas a la altura de la sien.
No voy a llegar... son las 12:23 p.m.
Aparecen las patrullas uno de ellos levanta su visera y me guiña un ojo. Se ponen a mi frente y echan a andar sus sirenas. Uno acelera hasta el próximo semáforo y cruza la motocicleta deteniendo el tránsito. Paso sin problemas. Repiten la maniobra una y otra vez.
Llego a la estación. Son las 12:32 p.m. Averiguo por la cartelera de cual andarivel sale el tren. Corro, me tropiezo con mil pasajeros. El tren ya arranco. Alcanzo a ver el último vagón. Corro todo lo que puedo. Recuerdo mi entrenamiento de atleta “correr en puntas de pié... No respirar”... estiro mi mano para asirme... se acaba el área peatonal y vuelo hasta caer sobre la grava sucia de hollín y aceite quemado.
El tren se va y quedo con mis ropas rotas y bastante lastimado. Pero nada me duele tanto como el haberla perdido.
Vuelvo por esa área peatonal a paso lento... vencido. Noto que no puedo enfocar casi nada con mi vista. Veo todo borroso... son mis ojos llenos de lágrimas.
Me avergüenzo por llorar pero no puedo evitarlo.
Derrumbo mi humanidad en un asiento del salón principal... Cubro mi rostro con las sangrantes manos, los codos apoyados en las rodillas..
Me estoy muriendo maldita sea. Las lágrimas me hacen arder las heridas. ¿Por qué no quise escucharla?
Una vocecita me dice – Señor... tome esta moneda. Le dará suerte.
Me limpio las lágrimas y veo la manito de Ana María con una moneda (por mi aspecto harapiento y sucio me confundió con un mendigo). La levanto y la abrazo fuerte... fuerte y la meneo de un lado a otro. La beso y le pregunto por su madre. Ella me señala, con su dedito a la derecha y allí a veinte pasos está ella llamando y buscando a Ana María.
Tomo de la manito a la niña y me acerco a ella... lentamente. Ella me ve. Me detengo y nos miramos. Ella observa mi aspecto harapiento. Reanudo la marcha y me paro justo frente a ella. Me salen dos palabras – Te amo.
Se da media vuelta y dice – Eso es difícil de creer porque pensaste lo peor de mí.
Escucho sus sollozos.
Joaquín – No quise escucharte y ese fue mi error... no cometas el mismo.
Aparece un guardia de la estación – Señor, aquí no puede pedir limosnas a los pasajeros. Tiene que salir.
Joaquín - Escuche señor guardia ella es mi novia...
Mónica mira al guardia y le hace aquel gesto (con el dedo dando vueltas cerca de la sien)
Viene otro guardia y me sacan fuera de la estación.
Yo pegado al vidrio la contemplo... me mira y gira su cabeza para no verme. Se agacha, toma la maleta y con Cristina Alejandra en brazos y Verónica y Ana Maria a los lados comienza a caminar hacia el anden.
Me doy cuenta que el tren que corrí no era porque el de Rawson sufrió un retrazo de quince minutos y están anunciando su próxima partida.
Yo acompaño su caminar desplazándome por la extensa superficie vidriada. Golpeo el vidrio para llamar su atención pero es inútil.
La pierdo de vista entre la multitud. Corro a la puerta y otra vez los guardias – Señor, ya le hemos dicho que no puede pasar.
Joaquín – Pero por favor están en un error ...
No me escuchan y me sacan a empellones.
Los “genes” celtas que mis antepasados me heredaron “se activan” ... arremeto contra los guardias que ruedan por el suelo. Corro entre la gente buscándola.
Por fin la alcanzo la tomo por los hombros y le digo – Señora en esto me he convertido... en un mendigo. Un mendigo de su amor.
Mónica me mira con esos ojos verdes llenos de lágrimas.
Llegan otra vez los guardias.
Joaquín – Gracias por venir.
Y le pongo en sus brazos a la pequeñita.
Allí frente a frente le digo – Señora, una limosna de “amor” para este mendigo.
Ella me ve a los ojos nuevamente – Eres lo más insistente, lo más fastidioso, el más desgraciado... La tomo en mis brazos y la beso a prepotencia. Intenta resistirse por dos segundos. Continúo besándola. Echa un poco hacia atrás su cabeza y me mira por unos instantes. Cierra sus ojos y se entrega nuevamente a mis besos y me bebo sus lágrimas porque no para ...
Una vocesita - Siempre... siempre se están “saboreando”.
Lentamente voy alejando mis labios de los suyos.
Joaquín – Quiero que vuelvas a casa. Quiero que seas mi novia... ¿Qué dices?
Una señora que pasa - ¿Novia? Y con tantos hijos... deberías casarte aprovechado... ¡Pobre chica!
Mónica – ¡Ahmmmm!... Bueno... no se. Lo tendré que pensar señor mendigo.
Joaquín - ¡¿QUÉ?!
¡Ay! Patito... ¡Ayyyyyy! Patito...
(Continuará)
Datos del Cuento
  • Categoría: Románticos
  • Media: 6.34
  • Votos: 44
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Pau 2
invitado-Pau 2 06-08-2004 00:00:00

MÓNICA MÍA 8 ( JOAQUÍN LEDO ) No das un respiiiiro!!!Todavía aferrada al asiento por tanta velocidad y sin tragar siquiera...Adrenalina...y como corolario,las endorfinas del amor... Pau 2

zulema
invitado-zulema 10-01-2004 00:00:00

estoy a punto de llorar ,me emocionaste,mendigo,que lindo todo,te dejo sigo....zulema

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