Camina frenético de un lado hacia otro. Va y viene por el reducido espacio de su apartamento. Sus pasos no tienen sentido. Mira el reloj. Son las siete y treinta. Se acerca la hora y el nerviosismo ha hecho sus estragos, sobre la mesita de centro, un cenicero da cuenta de su estado emocional. Se asoma a la ventana y mira sin ver la calle. El pensamiento lo traslada a unos meses atrás…
_ Voy a buscarte una esposa_
_ ¡Oh no abuela! ¿Otra vez?_
_ Pero hijo, tienes que casarte. Ya es tiempo_ la voz de la anciana suena persuasiva.
_ Hay que darle tiempo al tiempo. Estoy muy joven y… además aún no encuentro a la mujer perfecta- responde el nieto con un dejo de ironía.
_ Perfecta o no, te buscaré una esposa. Aprovecharé este viaje a Italia, ya verás_ decide la abuela.
_ De acuerdo, de acuerdo_ responde el joven, tratando de llevarle la corriente y continúa… _ pero quiero que sea una modelo, veinte años, cara de muñeca y… en Italia hay montones así ¿Verdad?
La abuela no responde de inmediato, sólo deja escapar una suave risa a través de la línea telefónica. Luego dice:
_ Por supuesto que hay montones de italianas así y tú la tendrás como la deseas. Será la mujer que mereces ¡Te lo prometo! _ de nuevo ríe con malicia y corta la comunicación.
Daniel Santiago lo tomó en broma, un capricho más de la abuela, que insistía en que ya era hora de sentar cabeza. El era su único nieto y ella estaba ansiosa por verlo casado y con un montón de hijos corriendo por la casa. No quería morir sin haber solucionado este problema familiar, como decía cada vez que regresaba de viaje.
A partir de aquel día, las llamadas telefónicas de Doña Bárbara, su abuela, se hicieron más frecuentes y él le siguió el juego, como el denominaba el afán de la señora. Le presentaba jóvenes por teléfono, por Internet, le enviaba fotografías, pero Daniel Santiago le ponía peros a todas: que es muy delgada, que muy obesa, que no le gusta el cabello, que es muy baja de estatura, que es muy adulta, que es muy joven. La abuela se impacientaba a medida que transcurría el tiempo, su nieto le exigía algo nuevo; el largo del cabello, el color de los ojos, medidas perfectas y se reía, se burlaba del interés de Doña Bárbara. Pero ella firme en las promesas le cumplió. Esta noche llegaba de Italia y traía para su nieto la mujer perfecta.
Daniel Santiago corta sus pensamientos y se retira de la ventana. Consulta de nuevo la hora en su reloj. Los minutos se le hacen eternos. Va hasta su habitación, se mira en el espejo y se compone el cabello, ensaya una sonrisa. Repara en su camisa y por quinta vez decide cambiarla. Maldice el momento en que acató la orden de esperarlas en su apartamento. La espera se está convirtiendo en una agonía y siente que se asfixia. Regresa al salón principal.
Llaman a la puerta y se apresura a abrirla. Son sus amigos. No responde al saludo y con un ademán los invita a entrar. Ellos conocedores del momento que vive, comprenden su actitud. Es lógica, piensan, hoy llega la abuela y con ella llega la muchacha italiana que conquistó su corazón.
Los amigos sirven bebidas fuertes y le ofrecen una copa a Daniel santiago, que de un solo trago lo ingiere y pide que le sirvan de nuevo_ para calmar los nervios_ se disculpa sonriendo.
En la mesa, en una esquina del salón, desde un portarretrato, Gina sonríe. Es hermosa, tal vez demasiado. Su vestido de baño de color amarillo, contrasta con su piel dorada. Daniel Santiago la mira fascinado. Recuerda el momento en que recibió la fotografía. Lo impactó la mirada de esos ojos azules, que prometían todo y al mismo tiempo nada, sin embargo; aunque le pareció la mujer más hermosa del mundo, pronto la olvido y la fotografía pasó a formar parte de su colección de fotos y postales que tenía archivadas en un cajón de su escritorio. Pensó que no valía la pena perder el tiempo, soñando con las tonterías de la abuela; otras mujeres, más cercanas y reales demandaban su atención y su amor.
La vida continuó para él con la misma rutina de siempre. Sus innumerables conquistas llenaban todo su tiempo y su espacio, creándole conflictos afectivos que no le dejaban tomar la vida en serio. Era un Don Juan sin preocupaciones de ninguna índole.
Pero todo en demasía cansa y a Daniel santiago Uribe Restrepo, el cansancio le fue llegando lentamente y empezó a llenarse de hastío.
Una noche regresó temprano a su apartamento. Estaba física y mentalmente cansado. Decidió estar solo y disfrutar de esa soledad. Bebió varias copas de licor, mientras escuchaba una suave música que le llegó al corazón. Comenzó a hacer un balance de su vida y concluyó que estaba muy solo afectivamente. Por su memoria fueron pasando las mujeres que creía amar, pero ninguna de ellas se quedó aposentada en su alma. Todas pasaron furtivamente a ser tan sólo un recuerdo. Sus pensamientos lo fueron adormeciendo y el repique del teléfono le llegó como de otro mundo. Un cansancio infinito le impidió responder a la llamada y se durmió profundamente. Dos horas más tarde, el teléfono volvió a sonar despertándolo. Al responder lo hizo con malhumor. Al otro lado de la línea su abuela preguntó:
_ Hola hijo ¿Estás de malhumor? ¿Qué te sucede?_
_ ¡Oh abuela! Que alegría siento al escucharte. Discúlpame, estaba dormido y…_
_ No te preocupes, mi amor, te comprendo. A veces nos sucede…
¿Cómo has estado?
_ ¡Muy bien abue! Como siempre, llevando esta vida a ratitos_
_ ¿Y de tus amores? Cómo van esas conquistas, espero que ya hayas conseguido una linda novia
_ Igual que siempre, montones de chicas peleándose por mí, ja, ja, ja _ la risa sonó fingida y no pasó desapercibida para Doña Bárbara.
_No pareces muy convencido de lo que dices ¿Acaso estás empezando a cambiar tu modo de pensar?
_ ¡Jamás cambiaré! ¿Sabes doña Barbarita? El matrimonio no se hizo para mí, estoy totalmente convencido de ello. Sólo se casan quienes están locos, ja, ja, ja_ terminó con una estridente carcajada.
_ Por favor, no te rías de algo tan serio y no me llames barbarita, sabes que odio que me digas así_ Guardó silencio por unos instantes para luego preguntar con un tono de voz muy triste_ ¿Entonces dónde quedan mis esperanzas?
_ ¡Ay abuelita! Déjate de tonterías. Cuando decida casarme, seré yo mismo quién elija la mujer que me lleve al altar. Todas esas chicas que has querido meterme por los ojos, no han sido más que brujas deseosas de mi dinero, o mejor dicho tu dinero. Olvídate, ya no quiero que hagas más intentos, porque a la final todo será inútil_
_ Está bien Daniel santiago Uribe Restrepo, si ese es tu deseo, no insistiré más y conste que hoy te llamaba para que hablaras con Gina.
_ Espera, no cortes todavía la comunicación ¿Quién es Gina?_
_Gina es la mujer que considero que reúne todas tus exigencias. Hace unas semanas te envié una fotografía de ella_
_ Perdóname abuelita, me has enviado tantas fotos, que no recuerdo cual de todas puede ser la tal Gina._
_ Ella es una hermosa joven vestida con un traje de baño amarillo, ¿La recuerdas? Está frente al mar_ El cerebro de Daniel trabaja aceleradamente y recordó a la que consideró la muchacha más linda del mundo.
_ ¡Por supuesto! Ya la recuerdo… ¿Está ahí contigo?_
_ Ese era el objetivo de mi llamada. Pero como has dicho que ya no te interesa que yo…_ no la dejó continuar, interrumpiéndola dijo:
_ Discúlpame abuelita ¿Puedes pasarla para…? _ no alcanzó a terminar la frase cuando escuchó la voz de Gina_
_ ¡Hola!- Tenía un acento suave y delicado que se introdujo en su cerebro de inmediato, creándole una extraña sensación de satisfacción-
_ Hola Gina, que placer siento al escucharte_
_También lo es para mí. Hace tiempo que deseaba hablarte, pero sólo hasta ahora tengo esta oportunidad. Espero no ser inoportuna.
_ ¡Oh no! Llegas en el preciso momento que…_ no quiso continuar. No quería ponerse en evidencia.
La conversación se extendió por espacio de dos horas. Al cortar la comunicación se apresuró a buscar la fotografía de la joven que lo había impresionado hondamente. Cuando por fin se acostó a dormir su último pensamiento fue para la mujer de los ojos azules, que según pensó, haría el milagro de cambiar su vida.
Los días transcurrieron vertiginosamente. La comunicación entre los dos era constante. El intercambio de fotografías, postales y cartas, se convirtió en una pasión. Al cabo de seis meses la amistad le dio paso al amor, así se lo confesó, orgullosamente, a la abuela.
_ Estoy locamente enamorado de Gina.
_ ¡Magnífico! Era lo que desea escuchar. Al fin logré lo que me propuse, encontrar la mujer perfecta para alguien tan exigente como tú. Ahora si podrás casarte ¿Verdad?
_ Pues no sé abue, aún no se lo he propuesto. Considero que lo más correcto es que yo viaje a Italia y lo haga personalmente.
_ No te apresures. Habla con Gina, proponle matrimonio, si acepta, yo viajaré con ella. Sería muy conveniente que pasen juntos una temporada para que se conozcan mejor. Luego regresamos a esta ciudad y puedes escoger donde casarte, hay lugares hermosos y muy románticos.
_ No sé, lo más conveniente creo que…
_ Ya te dije que no te preocupes. Conócela primero, luego decidirás lo que has de hacer, yo estoy con aquello de que: Ojos se ven, corazones no.
_ Abuela, que quieres decir ¿Acaso Gina no es la mujer perfecta?
_ Yo estoy convencida de que si lo es. Tú has sido muy exigente y te has burlado de todas las muchachas que te presente. Siempre te busqué la mejor, pero bueno… tú siempre menospreciaste mi interés y mi afán, ojala que en esta elección si haya acertado. Pienso que esta es la que mereces.
- No hables así por favor, me haces sentir mal. Sucede que las chicas que tu me presentabas no eran de mi agrado, feas, sonsas, ideáticas, interesadas. Ninguna estuvo a la altura de mi gusto, tan exquisito en cuanto a mujeres me refiero.
_ Quien no debe hablar así eres tú. Ellas eran excelentes niñas, educadas para formar un hogar. Nietas de mis mejores amigas, al despreciarlas me has puesto en un mal lugar. He notado que me esquivan, ya no quieren saber nada de mí.
_ ¡Ay abuela! No seas melodramática. Tú no necesitas para nada la amistad de esas viejas santurronas. A ti sólo debe preocuparte mi bienestar_ concluyó con ironía
_ Ellas fueron mis amigas desde siempre y me duele mucho que me hayan abandonado por tu culpa. No sólo las despreciaste, sino que también las hiciste víctimas de tus burlas.
_ Lo lamento mucho, pero tus amigas querían emparentar contigo, y yo era el eslabón para lograrlo. Les trunque sus sueños, porque no eran los míos.
Cuando Daniel Santiago comentó con su novia los planes propuestos por Doña Bárbara, Gina le manifestó su desacuerdo. Ella quería casarse en Colombia que era la patria de su amado. Esto agradó mucho al joven.
Días después conversaba de nuevo con su abuela:
_ ¿Cuando es tu regreso? Estoy ansioso por estrechar entre mis brazos a Gina. Pero lo mejor de todo será ver a mis amigos muertos de la envidia, al verme con esa mujer tan espectacular.
_ Pues te aseguro, mi querido nieto que todos hablarán mucho al ver a tu amada Gina ¡Seguro que sí!
_ No lo dudes abuela. Esta sociedad está carcomida por la envidia_ el tono de voz estaba pleno de orgullo.
_ Espéranos en una semana. Luego te avisaré del día y la hora exacta.
Bendijo a la abuela por haber encontrado para él, la mujer soñada. De su mente borró las Patricias, las Claudias, las Susanas. Su corazón lo llenó con una sola imagen, con un solo nombre: Gina Florelly
Hoy es el día más esperado. Es el día del encuentro. Reservó sus besos, todo su anhelo de hombre para la mujer con quien finalmente se casaría. La idea lo reconfortó, llenándolo de orgullo.
Un reloj en alguna parte marcó las ocho de la noche y corta sus pensamientos. Un automóvil se detiene frente al edificio de apartamentos. Son ellas, pensó, pero no se atreve a mirara por la ventana para confirmarlo. La emoción le impide dar un paso y se queda en el centro de la sala.
Los amigos salen apresurados a recibir a las dos mujeres que llegan atiborradas de equipaje. El tiempo se detiene para el hombre que ansioso espera a la muchacha italiana que llega para casarse con él.
Doña Bárbara es la primera en ingresa al salón, llega sola. Daniel Santiago mira más allá de ella.
_ ¿Y Gina? _ pregunta sorprendido al no ver a la joven.
_ Espera, no seas impaciente_ responde la abuela_ Ven a darme un beso de bienvenida_ el tono de la voz y la actitud de la abuela lo asustan. Al abrazarla escucha la risa de sus amigos.
_ ¿Por qué se ríen?_ repregunta mentalmente.
Intenta salir pero la anciana señora se lo impide. Al mirarla a los ojos se sorprende al ver la malicia con que le devuelve la mirada. Recuerda de pronto que ella siempre dice que la vida hay que tomarla con humor. Le llegan, entonces, las bromas crueles que solía hacer. Tuvo un mal presentimiento, sin embargo; se dice a sí mismo que ella no sería capaz de jugar con sus sentimientos. El es su único nieto, el heredero de toda la fortuna de la familia Uribe Restrepo.
Mira de nuevo hacia la puerta, en el momento justo en que se aproximan sus amigos y con ellos aparece Gina. Su asombro no tiene límites. No puede creer lo que está viendo. Asida por los brazos, traen una réplica de hule, en tamaño natural, de la cantante italiana Gina Florelly. La muñeca le sonríe desde el umbral de la puerta. Los amigos no saben qué hacer y la abuela en medio de un ataque de risa dice:
_ Querido nieto te presento a ¡La mujer perfecta!
Me gusto mucho y lo disfrute tambien, porque parece que fuera una historia increible y si es un cuento, mejor diria que es una fantasia de tu imajginacion