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Maricastaña y el enano malcarado

HACE MUCHÍSIMOS AÑOS, EN UN PAÍS MUY LEJANO, VIVÍAN TRES HERMANAS EN LA MISMA CASA. A LA MAYOR LA LLAMABAN MARIBRUNA PORQUE TENÍA EL PELO NEGRO COMO LAS CIRUELAS BRUNAS, A LA MEDIANA, MARITRIGUEÑA PORQUE TENÍA EL PELO DORADO COMO EL TRIGO MADURO Y A LA MENOR, MARICASTAÑA PORQUE TENÍA EL PELO DEL COLOR DE LAS CASATAÑAS. TAMBIÉN TENÍAN UNA YEGUA QUE ESTABA PREÑADA, PERO LA POBRE ERA VIEJA Y MURIÓ ANTES DEL PARTO. ENTONCES, LAS HEMANAS FUERON CORRIENDO A AVISAR AL VETERINARIO, Y EL VETERINARIO SACÓ AL POTRO VIVITO Y COLEANDO DEL VIENTRE DE SU MADRE.

DESPUÉS, PIDIERON AL CURTIDOR DEL PUEBLO QUE HICIERA UNAS ALFORJAS CON EL PELLEJO DE LA YEGUA, PARA PONÉRSELAS AL POTRO CUANDO CRECIERA Y, A PARTIR DE ENTONCES LAS TRES HERMANAS LO CRIARON, LE TOMARON MUCHO CARIÑO Y LO CUIDABAN MUY BIEN.

CERCA DE SU CASA, HABÍA UN BOSQUE DE ROBLES Y ENCINAS DONDE VIVÍA, DESDE HACÍA POCO, UN ENANO MALCARADO QUE ENCERRABA A QUIEN SE ENCONTRARA SI NO LE DECÍA UNA ADIVINANZA NUEVA QUE ÉL NO SUPIERA. 

UN DÍA DE PRIMAVERA, MARIBRUNA FUE AL BOSQUE A BUSCAR SETAS. AL LLEGAR A UN RIACHUELO, VIO EN EL CLARO DE LA OTRA ORILLA UN CORRO DE SETAS DE SAN JORGE QUE OLÍAN DE MARAVILLA. CRUZÓ Y EMPEZÓ A LLENAR LA CESTA, PERO DE PRONTO, APARECIÓ EL ENANO.

-¡CHIQUILLA! -DIJO EN VOZ CHILLONA Y DESAGRADABLE.

-¡AY, QUÉ SUSTO! -EXCLAMÓ ELLA. Y TANTO SE SOBRESALTÓ QUE SE LE CAYÓ LA CESTA DE SETAS AL SUELO.

 

-¡NO HAY SUSTO QUE VALGA!

-CONTESTÓ EL ENANO MALCARADO-.

¡DIME UNA ADIVINANZA NUEVA O TE QUEDAS EN MI CUEVA!

MARIBRUNA SE PUSO TAN NERVIOSA QUE SOLTÓ LA PRIMERA QUE SE LE VINO A LA BOCA:

 

SOY UNA ARQUITA HECHA DE CAL, TODOS ME SABEN ABRIR Y NADIE CERRAR:

 

-¡EL HUEVO, EL HUEVO! -CONTESTÓ EL ENANO-. ¡TE QUEDARÁS EN MI CUEVA HASTA QUE ME DIGAS UNA NUEVA!

Y LA POBRE MARIBRUNA SE ENCONTRÓ ENCERRADA EN UNA CUEVA SIN SABER CÓMO HABÍA LLEGADO HASTA ALLÍ.

ENTRE TANTO, SUS HERMANAS, AL VER QUE SE RETRASABA, EMPEZARON A PREOCUPARSE. DOS HORAS MÁS TARDE, MARITRIGUEÑA SE PUSO SU PAÑUELO DE FLORES EN LA CABEZA Y, MUY DECIDIDA, SE FUE A BUSCARLA AL BOSQUE MIENTRAS MARICASTAÑA, COMO ERA LA MENOS, SE QUEDABA EN CASA CON EL POTRO.

CUANDO MARITRIGUEÑA LLEGÓ AL RIACHUELO, TENÍA MUCHO CALOR Y SE ACERCÓ A LA ORILLA A REFRESCARSE. SE QUITÓ EL PAÑUELO DE LA CABEZA Y, EN ESE MOMENTO, EL INTENSO AROMA DE LAS SETAS DE SAN JORGE LE HIZO LEVANTAR LA NARIZ.

¡CUÁL NO SERÍA SU SORPRESA AL VER, EN MEDIO DEL CLARO DE LA OTRA ORILLA, EL CESTO DE SU HERMANA TIRADO EN EL SUELO!

RÁPIDAMENTE CRUZÓ AL OTRO LADO Y EMPEZÓ A LLAMARLA A GRITOS.

 

-¡MARIBRUNA! ¡MARIBRUNA!

-¡CHIQUILLA! -CONTESTÓ UNA VOZ CHILLONA Y DESAGRADABLE.

-¡AY, QUÉ SUSTO! -EXCLAMÓ MARITRIGUEÑA, TAN SOBRESALTADA QUE SE LE CAYÓ EL PAÑUELO DE LAS MANOS.

-¡NO HAY SUSTO QUE VALGA! -CONTESTÓ EL ENANO MALCARADO-.

DIME UNA ADIVINANZA NUEVA O TE QUEDAS EN MI CUEVA.

-¡AY, AY, AY! -SE LAMENTÓ MARITRIGUEÑA-. A VER SI ME ACUERDO DE UNA. ¡AH, SÍ! 

 

ORO PARECE, PLATA NO ES: ¡ADIVINA LO QUE ES!

 

-¡EL PLÁTANO! ¡EL PLÁTANO! -REPLICÓ EL ENANO DANDO SALTOS-.

TE DOY OTRA OPORTUNIDAD, PORQUE BUSCAS A UNA NIÑA QUE ES PRISIONERA MÍA. PERO TE LLEVARÉ A MI ESCONDRIJO SI NO ME DICES UN ACERTIJO.

-¡AY, QUE NO ME ACUERDO DE MÁS! -GIMIÓ MARITRIGUEÑA, NERVIOSÍSIMA-. ¡AH, SÍ!

 

ALTO, ALTANERO, GRAN CABALLERO, GORRO DE GRANA, CAPA DORADA, ESPUELAS DE ACERO.

 

-¡EL GALLO! ¡EL GALLO! -CONTESTÓ EL ENANO FROTÁNDOSE LAS MANOS.

LA POBRE MARITRIGUEÑA SE ENCONTRÓ DE PRONTE EN UNA CUEVA, SIN SABER CÓMO, Y ALLÍ ESTABA SU HERMANA. SE ABRAZARON Y LLORARON UN POCO POR SU MALA SUERTE, PERO ENSEGUIDA EMPEZARON A REPASAR TODAS LAS ADIVINANZAS QUE CONOCÍAN. SIN EMBARGO, NO ENCONTRARON NINGUNA NUEVA Y EL ENANO NO LAS SOLTÓ.

 

AL DÍA SIGUIENTE, MARICASTAÑA, PREOCUPADÍSIMA PORQUE NINGUNA DE SUS HERMANAS HABÍA VUELTO A CASA, SE SENTÓ A ESPERARLAS EN EL POYO DE LA PUERTA DE SU CASA. AL CABO DE UNAS HORAS, CANSADA DE ESPERAR, DECIDIÓ IR A BUSCARLAS AL BOSQUE, PERO, COMO NO QUERÍA DEJAR SOLO AL POTRO, LE PUSO LAS ALFORJAS Y SE LO LLEVÓ.

CUANDO LLEGARON AL RIACHUELO, EL POTRO CRUZÓ A LA OTRA ORILLA PARA PROBAR LA HIERBA DEL CLARO Y MARICASTAÑA LO SIGUIÓ . ENTONCES, AL VER EN EL MEDIO DEL CLARO LA CESTA DE MARIBRUNA, LAS SETAS DESPARRAMADAS Y EL PAÑUELO DE FLORES DE MARITRIGUEÑA, EMPEZÓ A LLAMARLAS A VOCES.

-¡MARIBRUNA! ¡MARITRIGUEÑA! ¿DÓNDE ESTÁIS?

-¡CHIQUILLA! -CONTESTÓ UNA VOZ CHILLONA Y DESAGRADABLE.

-¡AY, QUÉ SUSTO! -EXCLAMO MARICASTAÑA, TAN SOBRESALTADA QUE DIO UN RESPINGO.

-¡NO HAY SUSTO QUE VALGA! -CONTESTÓ EL ENANO MALCARADO-.

DIME UNA ADIVINANZA NUEVA O TE QUEDAS EN MI CUEVA.

-PUES... NO SÉ, NO SÉ.... ¡AH, SÍ!

 

POR UN CAMINITO ESTRECHO, VA CAMINANDO UN BICHO, EL NOMBRE DE ESE BICHO YA TE LO HE DICHO.

 

-¡LA VACA! ¡LA VACA! -DIJO EL ENANO-. TE DOY OTRA OPORTUNIDAD, PORQUE BUSCAS A DOS NIÑAS QUE SON PRISIONERAS MÍAS. PERO TE LLEVARÉ A MI ESCONDRIJO SI NO ME DICES UN ACERTIJO.

 

-¡UF! -EXCLAMÓ MARICASTAÑA MIENTRAS PENSABA-.

VAMOS A VER... ¡AH, SÍ!

 

¿QUÉ SER ES EL QUE ANDA DE PEQUEÑO A CUATRO PIES, DE JOVEN CON DOS Y DE VIEJO CON TRES?

 

-¡EL SER HUMANO! ¡EL SER HUMANO!

-CONTESTÓ EL ENANO TIRÁNDOSE DE LAS OREJAS DE CONTENTO-. HAS FALLADO LA PRIMERA, HAS FALLADO LA SEGUNA Y FALLARÁS LA TERCERA. DIME UNA DIVINANZA NUEVA O TE QUEDAS EN MI CUEVA.

MARICASTAÑA YA NO SABÍA QUE HACER Y SE ACERCÓ AL POTRO PENSANDO QUE, SI EL ENANO LA ENCERRABA, EL CABALLITO SE QUEDARÍA SOLO EN EL BOSQUE, SIN MÁS ABRIGO QUE LAS ALFORJAS DEL PELLEJO DE SU MADRE. PERO DE PRONTO, AL ABRAZARLO, SE LE OCURRIÓ UNA ADIVINANZA Y DIJO:

 

¿CÓMO PUEDE SER QUE UN CABALLO NO NACIDO HAYA VENIDO CONMIGO Y CON SU MADRE POR ABRIG0?

 

-SI NO SABES RESPONDER -AÑADIÓ MARICASTAÑA-, DEVUÉLVEME A MIS HERMANAS EN CUANTO CUENTE HASTA TRES.

-¡NO LO SÉ! -GRITÓ EN ENANO-. ¡DIMELÓ!

-UNA- CONTÓ MARICASTAÑA.

ENTONCES, EL ANANO SE QUITÓ EL GORRO Y EMPEZÓ A ESTRUJARLO MIENTRAS CAVILABA, HASTA QUE LO DEJÓ HECHO UN ASCDO..., PERO NO SE LE OCURRIO NADA.

 

-¡DÍMELO, DÍMELO! -GRITÓ EL ENANO.

-DOS -DIJO MARICASTAÑA.

EL ENANO SIGUIÓ CAVILANDO, ALBOROTÁNDOSE TODO EL PELO CON LAS MANOS HASTA QUE SE LO DEJÓ COMO UNA ESCAROLA.... PERO NO SE LE OCURRIÓ NADA DE NADA.

-¡DIMELÓ, DIMELÓ! -VOLVIÓ A DECIR.

-Y TRES -TERMINÓ DE CONTAR MARICASTAÑA.

EN ESE MOMENTO, SUS DOS HEMANAS APARECIERON A SU LADO SANAS Y SALVAS COMO POR ARTE DE MAGIA. SE ABRAZARON LAS TRES Y, MÁS CONTENTAS QUE UNAS CASTAÑUELAS, RECOGIERON LA CESTA, LAS OLOROSAS SETAS DE SAN JORGE Y EL PAÑUELO DE FLORES Y SE FUERON A CASA CON EL POTRO.

EL ENANO MALCARADO AGARRÓ UNA PATALETA DE AÚPA, TUVO QUE MARCHARSE DE AQUEL BOSQUE POR NO HABER SABIDO CONTESTAR Y NUNCA MÁS VOLVIÓ A MOLESTARLAS. Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.

 

FIN

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